El momento en el que un bebé comienza a comer alimentos diferentes de la leche (conocidos como alimentación complementaria) es un momento muy importante; y, a la vez, puede resultar estresante y suponer todo un reto, pues son muchas las preguntas que nos asaltan: "¿Cuándo empezar? ¿Con qué alimentos? ¿Cómo lo cocino? ¿Cómo lo ofrezco?"
A continuación vamos a resolver las principales dudas respecto a las primeras papillas y purés para que podáis disfrutar de este momento con vuestros bebés.
¿Cuándo comenzar?
Las recomendaciones actuales de la OMS, la Asociación Española de Pediatría y demás sociedades científicas son las de mantener lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida del bebé.
En el caso de tomar fórmula, no existe tanta unanimidad pero la tendencia es esperar hasta esa edad. Para los bebés prematuros tampoco hay consenso, parece prudente comenzar en torno a los seis meses de edad gestacional corregida e individualizar cada caso.
Durante estos primeros seis meses de vida, las necesidades nutricionales de los bebés están cubiertas simplemente con la leche; a partir de entonces, necesitan tomar otros alimentos que complementen a la leche. Por otro lado, no suele ser hasta aproximadamente los seis meses cuando están preparados, desde el punto de vista psicomotor, para comer otros alimentos: son capaces de mantenerse más o menos sentados, muestran interés por la comida, han perdido el reflejo de extrusión...
¿Con qué comenzar?
No hay un alimento mejor que otro para iniciar la alimentación complementaria. Prácticamente podemos ofrecer cualquier alimento desde los seis meses, y elegir uno u otro dependerá fundamentalmente de la cultura y de los hábitos y gustos culinarios de cada familia. Tan sólo una recomendación en este punto: priorizar los alimentos ricos en hierro, como papillas con cereales enriquecidos o purés con carne.
¿En qué momento del día las ofrecemos?
Tradicionalmente se ha ofrecido a los niños papilla de leche con cereales para desayunar y cenar, puré de verduras en la comida y papilla de frutas en la merienda. Afortunadamente, las cosas van cambiando y, como veremos a lo largo del artículo, cada vez son más laxas: ni las papillas de cereales son imprescindibles, ni la fruta tiene que ofrecerse siempre y sólo en la merienda. Podéis dar los alimentos en el momento del día que elijáis.
Sin embargo, cuando introducimos un alimento nuevo es preferible hacerlo por la mañana y mediodía para poder observar posibles reacciones alérgicas.
Recordamos aquí que la alimentación complementaria sólo complementa a la leche; la leche sigue siendo el alimento principal. Así, al principio se recomienda ofrecer primero la leche y posteriormente los demás alimentos.
Papillas de cereales
Como hemos mencionado anteriormente, las papillas de cereales no son indispensables. Sin embargo, los cereales sí deben formar parte de la alimentación de nuestros hijos.
Si vamos a preparar una papilla de cereales, podemos hacerlo con cereales "de caja" (preparados comerciales para hacer papillas) o preparar leche con copos de avena (las típicas gachas o porridge en inglés), sémola de arroz o de trigo o leche con harina de maíz. En todos los casos, podemos hacerlas tanto con leche materna como con leche de fórmula. Remarco aquí que la leche con cereales debe darse con cuchara y no en biberón.
En el caso de decantarnos por papillas de cereales comerciales, es importante fijarnos en la cantidad de azúcares que contienen, pues muchos de estos preparados son poco saludables. Aunque figure en la caja "sin azúcares añadidos", el proceso de dextrinación o hidrólisis del cereal puede transformar hidratos de carbono complejos en azúcares libres. Debemos fijarnos en la composición nutricional, en el apartado "hidratos de carbono de los cuales azúcares", evitando aquellos cereales que contengan más de 5g de azúcares por cada 100g. Por supuesto debemos evitar también los cereales que lleven azúcares añadidos (miel, galletas...).
En algunos casos, no deseamos dar el cereal en forma de papilla y no supone ningún problema. Podemos ofrecer pan, arroz, pasta... en sólido o introducirlo en el puré de verduras, por ejemplo.
Respecto a la introducción del gluten, las últimas guías señalan que debe hacerse entre los 4 y los 12 meses de edad, despacio y en pequeñas cantidades. No es necesario introducir cereales sin gluten antes de ofrecer el gluten.
Puré de verduras
En el caso de los purés de verduras, podemos prepararlos con cualquier verdura excepto aquellas de hoja verde ancha (espinacas, acelgas, borraja...) que deben retrasarse por el riesgo de metahemoglobinemia, una enfermedad de la sangre. A partir del año, podemos ofrecer una pequeña ración de espinacas o acelgas (tipo guarnición, unos 45 gramos al día); para la borraja, esperaremos a los 3 años.
Para hacer un puré de verduras coceremos las verduras en agua y trituraremos. Recordemos que durante el primer año de vida no se recomienda que los bebés tomen sal. Podemos comenzar con un puré sencillo de una o dos verduras, por ejemplo patata o patata y zanahoria, y progresivamente ir añadiendo y variando verduras (puerro, judía verde, calabaza, calabacín, brócoli...).
Es recomendable que los purés de verduras lleven algo de hidrato de carbono, por ejemplo, patata o un puñado de arroz, para aumentar su aporte calórico. También podemos añadirles un chorrito de aceite de oliva en crudo.
Respecto a la proteína (carne, pescado, huevo) podemos añadirla al puré desde los seis meses de edad. Podemos ofrecer tanto pescado blanco como azul, evitando aquellos de mayor tamaño por su alto contenido en mercurio (pez espada, lucio, tiburón y atún rojo). El huevo debe ofrecerse bien cocinado y poco a poco; no parece imprescindible separar la yema de la clara como se ha hecho tradicionalmente. Respecto a la carne, se recomienda no abusar de la carne roja y las vísceras no son recomendables.
Papilla de frutas
En el caso de las frutas, podemos ofrecer todas las frutas desde el inicio de la alimentación complementaria. No hay evidencia de que retrasar las frutas más alergénicas (como las frutas con pelo) disminuya el riesgo de alergia. Se recomienda tomar fruta de temporada. Al igual que en los purés, si mezclamos pocas frutas apreciarán mejor los sabores de cada una de ellas. Es importante que trituremos la fruta entera (por ejemplo, triturar toda la naranja en vez de hacer zumo). Los zumos de fruta, aunque sean caseros, no son recomendables.
No debemos añadir azúcar ni otros endulzantes a la papilla de frutas.
¿Cuánta cantidad deben comer?
No hay una cantidad mínima que deban tomar. Es fundamental respetar sus señales de hambre y saciedad; ofrecer, no obligar. Recordemos que la alimentación complementaria complementa a la leche. Al principio es normal que tomen apenas unas cucharadas y progresivamente irán tomando más cantidad. Hay estudios que indican que, en algunos casos, puede ser necesario probar un alimento hasta 15 veces antes de que nos guste. Deben seguir tomando al menos 500 ml de leche al día o 4-5 tomas de leche materna.
Sí es importante, sin embargo, respetar unas cantidades máximas de proteínas. En la franja de 6-12 meses de edad es recomendable que tomen entre 20-30 gramos de carne al día o 30-40g de pescado o un huevo pequeño (talla S). Si ofrecemos proteína en más de una ocasión al día (por ejemplo, en comida y cena) deberemos dividir estas cantidades.
¿Hasta cuándo pueden tomar papillas?
No hay una edad límite como tal para dejar las papillas y los purés. Sin embargo, tardar mucho en ofrecer los sólidos se ha relacionado con problemas en la alimentación. Existe un periodo sensible para la aceptación tanto de sabores como de texturas, que va desde el 6º mes de vida hasta el 10º, aproximadamente. Por ello, debemos ofrecer alimentos semisólidos o menos triturados (grumosos) antes de los 8-9 meses de vida e ir disminuyendo progresivamente la cantidad de purés y papillas.
Y, ¿si no quiero que mi hijo o hija tome papillas?
No es imprescindible que la alimentación complementaria sea a base de triturados. El método Baby Led Weaning (BLW), que ofrece sólidos desde el inicio, está ganando cada vez más popularidad y es una alternativa válida a los purés y papillas. Traducido como "destete guiado por el bebé", se basa en ofrecer diferentes alimentos al bebé y que él sea quién decida cuánto y cómo lo come.
Para ello, debemos de tener en cuenta su desarrollo psicomotor: al principio ofreceremos alimentos en forma de bastón, para que puedan agarrarlo con el puño y, cuando sean capaces de hacer la pinza, podemos ofrecer pequeños trozos.
Para hacer BLW se deben cumplir una serie de ítems: haber cumplido seis meses, ser capaz de mantenerse sentado (en una trona, en el regazo), haber perdido el reflejo de extrusión, tener interés por la comida y ser capaz de coger alimentos y llevárselos a la boca.