Cada vez se alzan más voces para advertirnos de que algo estamos haciendo mal al no pisar la cocina más que para calentar la leche de los desayunos.
La obesidad de la población en los países desarrollados, las enfermedades que conlleva, los productos de comida precocinados, el gasto que supone en nuestras economía…
Podríamos decir que en el fondo comer y cocinar todo es empezar y que cada día en nuestro plato ponemos un poco de nuestra propia salud aunque no nos demos cuenta. ¿Has pensado cómo comes? ¿Y has pensado cómo haces que coman tus hijos?
La alimentación de nuestros hijos es algo que suele llevarnos de cabeza aunque olvidemos a veces nuestra propia alimentación y no nos damos cuenta de que con eso les estamos dando un ejemplo muy negativo para su propia salud.
Sin obsesiones y con un poco de sentido común, podemos replantearnos lo que comemos y cómo comemos, podemos reconducir nuestra conducta alimentaria para comer mejor y por tanto: vivir mejor.
No se come todo… y no pasa nada
Nos bombardean con anuncios en los que nos quieren convencer de que los niños que no se comen todo lo que les ponemos en el plato tienen un problema, son “malos comedores” y eso repercutirá antes o después en su salud.
Obviamente la solución que nos plantean es que compremos un producto que resuelva ese problema que no sabíamos que teníamos. Básicamente porque en términos generales ese problema no existe.
No todos los niños comen la misma cantidad de comida, su amigo, su hermano, su primo puede comer más o menos que él o ella y ser todo perfectamente normal.
No todos los niños comen siempre la misma cantidad de comida, hoy puede comerse un plato más lleno que ayer o menos que mañana y es normal.
No todos los niños tardan lo mismo en comer, pueden comer lo mismo pero necesitan más tiempo para masticar, deglutir, paladear, saborear incluso y es perfectamente normal.
No todos los niños tienen todos los días la misma necesidad de comer, ayer cenó muy fuerte o ha comido más liviano y por eso hoy o mañana comerá más o menos y será perfectamente normal.
¿Pero no os pasa también a vosotros y somos adultos, por qué no podría pasarle también a nuestros hijos sin que eso se traduzca en que tienen un problema alimenticio?
Sí se come de todo
Eso sí es importante y está en nuestra mano. Nuestros hijos, ya hemos visto que por distintos motivos y siguiendo siempre el sentido común, pueden decidir sobre la cantidad de alimento que ingieren en cada comida pero somos nosotros los que estamos obligados a ofrecerles alimentos sanos, alimentos variados y de calidad. Esa es nuestra obligación y sobre todo nuestra responsabilidad de cara a su salud.
Y algo que muchas veces, demasiadas veces se nos olvida: seamos su ejemplo.
No podemos plantearnos hacerles a los niños una comida distinta al resto de la familia si no hay una razón médica que así lo indique, como no podemos plantear las comidas ni como un premio ni como un castigo pero hay algo muy sencillo que podríamos hacer con nuestros hijos para que su relación con la comida sea más sana y más natural: cocinar con ellos.
Cocinar para comer sano
Claro, es evidente que no todos los días podemos cocinar juntos, pero quizás más de una vez podríamos preparar la cena juntos y siempre tendremos el fin de semana para despertar al “cocinillas” que prácticamente cada niño lleva dentro.
Los datos en este sentido no nos son muy favorables y deberíamos tomar medidas cuanto antes.
Estamos perdiendo habilidades en la cocina, eso es evidente, como lo es también que la calidad de nuestra dieta ha empeorado al mismo tiempo que perdíamos esas cualidades culinarias y por tanto nuestra salud también ha empeorado. Las cifras de obesidad de la población no paran de crecer y de demostrarlo.
Como no sabemos cocinar determinados productos dejamos de consumirlos y al final poco a poco vamos consumiendo cada vez con mayor frecuencia alimentos procesados y precocinados de peor perfil nutricional que aquello que ya no sabemos cocinar y que tampoco nos molestamos por aprender a hacerlo.
Son numerosas las observaciones que muestran que a mayor tiempo dedicado a la cocina, mejor perfil dietético o lo que es lo mismo, quien más cocina tiene mejores hábitos alimentarios, está demostrado que incorpora a su dieta más cantidad de verduras y hortalizas y consume menos bebidas azucaradas.
Cocinar es una de las mejores herramientas que tenemos para mejorar nuestra dieta, para mejorar nuestra salud y la de nuestra familia y cocinar con nuestros hijos es una inversión en su futuro.
Food Revolution
En este sentido, el cocinero británico Jamie Oliver lleva promulgando la necesidad de una Revolución Alimentaria con la que difundir mejores hábitos dietéticos entre la población en general, primando el consumo de “comida de verdad” frente a procesados y precocinados.
“Por tu salud, cocina lo que comes” es un poco la idea fuerza de esta campaña en la que lleva años implicado y que pretende que sobre todo los niños y niñas aprendan a comer mejor, a preparar en la medida de sus posibilidades sus alimentos y a conocer de dónde vienen y cómo se preparan esos alimentos procesados que comen habitualmente sin darse cuenta de lo que eso supone para su salud, para que así dejen de consumirlos o lo hagan mucho más ocasionalmente.
Vía | patiadiabetes.com | dietistasnutricionistas.es
Fotos | iStockphoto | jamiesfoodrevolution.org
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