El inicio de la alimentación complementaria es uno de los momentos que más dudas e inquietudes suele despertarnos, pero si además nuestro bebé ya tiene alguna alergia alimentaria de base o altas probabilidades de desarrollar alergias futuras, la incertidumbre sobre cómo proceder con su alimentación suele ser aún mayor.
Sin embargo, no todos los padres saben cómo detectar si su bebé tiene más riesgo que otros de padecer alergias alimentarias, y si ya tienen otro hijo alérgico, la incertidumbre de si se repetirá el mismo patrón suele ser habitual. La doctora experta en alergología, Gloria Requena, nos da las claves para actuar en estos casos especiales.
¿Cómo saber si mi hijo tiene riesgo de desarrollar alergia alimentaria?
Esta es una de las preguntas que nos solemos hacer los padres cuando comenzamos con la introducción de la alimentación complementaria, ya que la idea de que nuestro bebé pueda sufrir una reacción alérgica con algún alimento, nos asusta mucho.
La doctora Gloria Requena, médico Especialista en Alergología del Hospital Regional Universitario de Málaga y miembro del equipo de Alergología de la Clínica Alergomálaga, nos explica en qué circunstancias familiares debemos prestar especial atención.
Padres con alguna enfermedad alérgica de base
Según nos cuenta la Doctora Requena en un artículo, en los años 70, un estudio determinó que el riesgo que tienen los hijos de padecer una alergia alimentaria se sitúa entre el 38-58% si uno de los progenitores tiene alguna enfermedad alérgica, porcentaje que asciende al 60-80%, si la tienen los dos.
Pero, ¿qué se entiende por "enfermedad alérgica"?. ¿Nos referimos exclusivamente a una alergia alimentaria? La Doctora Requena nos lo aclara:
"Una enfermedad alérgica de base, puede ser una rinitis, asma bronquial, dermatitis atópica, alergia a alimentos o alergias ambientales"
Por lo tanto, si el padre o la madre presentan alguna de estas condiciones alérgicas, debe saber que su bebé tiene un alto porcentaje de probabilidades de desarrollar una alergia alimentaria, bien en su etapa infantil o bien a lo largo de su vida.
"El bebé cuyo padre tiene dermatitis atópica, podría heredar la misma condición alérgica que él o desarrollar cualquier otra, como el asma o una alergia alimentaria, por poner algún ejemplo" - nos aclara la especialista.
Familiares directos del niño con alguna enfermedad alérgica de base
Si los padres no presentan, a priori, ninguna enfermedad alérgica pero en la familia del niño hay miembros directos alérgicos, como por ejemplo un tío carnal o un abuelo, este hecho lleva a los expertos a pensar que los padres también serían alérgicos, aunque no presenten síntomas.
"En los casos de niños con alergias cuyos padres manifiestan que ellos no tienen nada, siempre suele haber familiares directos con enfermedades alérgicas, lo que nos lleva a pesar que los padres transmitieron esos genes a sus hijos aunque ellos no hayan manifestado clínicamente (es decir, con síntomas) la enfermedad" - explica la Doctora Requena.
"No obstante, no hay que olvidar que la alergia puede aparecer en cualquier edad y aunque en ese momento los padres no presenten síntomas, puede que surjan en un futuro o podrían no llegar a presentarse nunca"
Hermanos alérgicos
En la misma línea del punto anterior, si los padres no presentan ninguna enfermedad alérgica pero tienen un hijo con alguna alergia, conviene que sepan que los siguientes hijos tienen un importante riesgo de desarrollar una alergia alimentaria que podría ser igual, o no, a la de su hermano.
"En este caso, como en el anterior, cuando hay un hermano alérgico cuyos padres dicen no tener ninguna enfermedad alérgica de base, no cabe duda de que son los portadores del gen que predispone a sus hijos a serlo"
Por tanto, si una vez analizado nuestro caso concreto pensamos que existe un elevado índice de probabilidades de que nuestro hijo presente alguna alergia (entre las que podría estar la alimentaria), conviene prestar especial atención al momento de introducir la alimentación complementaria.
¿Cómo proceder con la alimentación complementaria en estos casos?
"Hasta hace realtivamente poco tiempo, se solía retrasar la introducción en la dieta de los alimentos que con más frecuencia producen alergias alimentarias, tales como el huevo, el pescado o los frutos secos. Y cuando el bebé ya era alérgico a algún alimento, esta recomendación adquiría más fuerza" - comenta la Doctora Requena.
- A partir de los seis meses, podemos comenzar a ofrecer otros alimentos
Así pues, e independientemente de la predisposición alérgica que pueda tener nuestro bebé, aproximadamente a partir de los seis meses la OMS recomienda empezar a introducir otro tipo de alimentos, sin olvidar que la lactancia (tanto si es materna como si es artificial) debe seguir siendo su principal fuente de alimentación.
A este respecto, lo más recomendable sería guiarse por las indicaciones que nos ofrezcan en la consulta de enfermería o del pediatra, ya que como nos explica la alergóloga, en cada país e incluso en cada región, las recomendaciones pueden variar para adaptarlas a la dieta de la sociedad en la que vivimos y de nuestra familia.
"Lo importante es que el niño acabe realizando una dieta igual que la que realiza su entorno. En nuestra sociedad, lo ideal sería llevar una dieta mediterránea, pero esta dieta puede ser diferente en cada casa o familia"
- ¿Y qué ocurre con los alimentos considerados más alérgenos?
Ciertos alimentos, como el huevo, el pescado o los frutos secos tienen un elevado potencial de riesgo alérgico, por lo que conviene prestar especial atención cuando se los introduzcamos a nuestros hijos en la dieta, sobre todo si hablamos de niños con una alergia de base o con una fuerte predisposición alérgica.
Ya hemos visto que no hay que retrasar su introducción ni seguir ninguna medida especial, salvo su administración en pequeñas dosis al inicio -que iremos incrementando con el paso del tiempo- y esperar unos días para la introducción de un nuevo alimento en la dieta.
Mientras tanto, y hasta estar seguros de que nuestro hijo tolera bien el alimento nuevo introducido, deberemos vigilar que no se produce ninguna reacción o síntoma que nos haga sospechar de una alergia alimentaria.
"No hay porqué retrasar la introducción de ningún alimento si no hay una indicación médica. Se ha demostrado, por ejemplo, que la introducción en torno a los seis o siete meses de alimenos como los cacahuetes (¡¡siempre molidos por el riesgo de atragantamiento!!) en la dieta de niños con alto potencial de alergia, disminuye la probabilidad de que desarrollen alergia a este fruto seco en un futuro" - puntualiza la doctora Requena.
Por tanto, y en resumen, por lo general todos los bebés (independientemente de si tienen o no riesgo de padecer alergia alimentaria) deberían comenzar su alimentación complementaria a partir de los seis meses, y siempre bajo criterio y prescripción del pediatra.
El ritmo en la introducción de nuevos alimentos en la dieta de un bebé no alérgico y de otro con alguna alergia de base o con mayor predisposición a padecerla, no debería ser diferente (exceptuando, lógicamente, el alimento alérgeno cuando ya existe esta patología)
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