Un niño de los llamados, o mal llamados, malos comedores puede llegar a ser todo una prueba digna de un iron-man. En el mundo de las comidas y los niños da lo mismo la experiencia que tengas y las comidas que hayas servido que como tu hijo no se termine la mayor parte de lo que le has puesto en el plato ya se nos saltan las alarmas. Incluso viendo como, aún sin comer, tu hijo tiene más energía que tú y tu pareja juntos.
Y luego, por si fuera poco todo lo que se te pasa por la cabeza, aparece tu madre con algún remedio casero para "abrir el apetito", por cierto, ¿alguien se ha parado a analizar la frase? ¿Abrir el apetito? Supongo que aparte del manual de instrucciones, tampoco te dan la llave para el apetito de tus hijos cuando nacen. Y por supuesto, si su remedio falla lo siguiente será que se lo llevemos al pediatra (lo que no sabe es que tú ya has pedido vez). Quizás, reconozcas esta y alguna de las siguientes nueve situaciones que se dan a la hora de las comidas.
Todo el mundo es un profesional
El mundo de las comidas y los niños merecería ser estudiado, al menos durante un semestre, en la carrera de medicina. Por supuesto, como todo lo que tiene que ver con el desarrollo y educación de los niños, todo el mundo tiene "su método eficaz" que ha pasado de generación en generación y que le ha salvado la vida a más de una familia. Y es que al igual que con los deportes o la política, todo el mundo lo haría mejor que los profesionales. Bueno, quizás exagere un poco, pero muy poco.
Yo quería...
Da lo mismo lo que hayas preparado, lo mucho que te lo haya pedido a lo largo de la semana y los platos que se haya comido anteriormente, sea lo que sea lo que pongas en la mesa no le va a gustar o justo ese día, le va a apetecer otra cosa.
¿Cubiertos, quien quiere cubiertos? Ya tenemos manos
Da lo mismo lo que insistas con ellos, para ellos sus mejores utensilios a la hora de las comidas son sus manos y su imaginación. El tenedor lo usarán para hacer música, para llegar a ese macarrón que han metido en el vaso o para pinchar a su hermano.
Si se lo cambias y le pones una cuchara dirán que quieren el tenedor y pondrán esa cara de "¿cómo quieres que coma esto con lo que me has dado?"
Cortar o no cortar, he ahí la cuestión
En este punto hemos pasado por todas las etapas. Al principio había que cortarles todo, aunque era algo que les daba lo mismo, pues eran capaces de coger el filete entero y meterlo en la boca como me descuidara. Posteriormente, en la fase del "yo solo" todo era un drama, un drama si se lo cortas, un drama si no lo hacías, un drama si lo hiciste en trozos demasiado grandes, o pequeños, o no eran cuadrados o eran triangulares... Todo pasa y entramos en la fase actual del córtamelo, aunque sé como hacerlo, porque es mucho más cómodo y estamos en esa fase de "para qué hacer nada si es mucho mejor que alguien lo haga por ti".
El tiempo se hace muy relativo a la hora de las comidas
Cuando Einstein postuló su Teoría de la Relatividad estoy seguro que lo hubiera hecho de forma muy diferente si hubiese sido padre o si hubiese observado comer a mis hijos. En mi caso este es uno de los motivos de discusión respecto a las comidas más comunes y reconozco que la culpa no es sólo de mis hijos. Siempre he comido muy deprisa, con 20 minutos me da tiempo a comer varios platos, café, copa y puro. En la otra acera los tenemos a ellos, que en ese mismo tiempo lo que han conseguido es encontrar la orientación que deben darle al plato.
Recuerdo que mi hijo mayor no supo a que sabían las judías verdes calientes hasta que tuvo tres años y que la vez que les hice macarrones con queso en receta americana, hubo que comerlos con cuchillo y tenedor. Y así con cualquier plato, basta el vuelo de una mosca para que se olviden de lo que estaban haciendo y del hambre que traían y el tiempo se dilata hasta el infinito que parece más que estemos en el banquete de una boda que en una cena de un martes mondo y lirondo. Y si, para mi es exasperante ver hasta dónde son capaces de llegar y estoy seguro que lo ideal para ellos sería tener una especie de bufé libre, al igual que en los hoteles, donde ellos pudieran ir a coger lo que quisieran, cuando quisieran y la cantidad que les plazca.
La comida es el mejor de los juguetes
A mi no me cabe la menor duda, con ella podemos pintar, usarla de proyectil, hacer formas y casi todo lo que se nos curra, salvo comerla. Y así podemos hacer un tren con los macarrones, una peluca con los espaguetis (así aprendimos a nunca, jamás, llevar los espaguetis enteros a la mesa), podemos aprender a separar los colores y así un arroz tres delicias se convierte en una improvisada clase de plástica, ahora me como lo rosa, luego lo amarillo, uso los guisantes como munición contra mi hermano o juego a meterlos en el vaso. Usen su imaginación y verán como la de sus hijos es mucho mayor.
Las negociaciones
Una vez que empiezas a negociar, sabes a ciencia cierta que no vas a conseguir ninguno de tus objetivos iniciales, es como cuando regateas, nunca vas a conseguir el precio inicial, podrá ser un buen precio al final, pero nunca como el primero.
A mí, este tipo de negociaciones con mis hijos a la hora de las comidas, me recuerdan a las películas de juicios americanas. "Señoría en el juicio de Jonson contra Mckentry se admitió que dejaran la mitad de los guisantes a cambio de tomar un vaso grade de leche de postre", "protesto señoría, las judías me está dando arcadas. Eso es acoso al testigo".
Otras veces parezco un tendero en un zoco árabe: "no no no, esa merluza es muy buena, está recién traída del océano por fuertes y duros pescadores que han luchado contra las tormentas para que yo la pueda poner en tu plato", "no no no, ya te puse el trozo más pequeño del universo, no puedes dejar la mitad en el plato, eso no sería justo. He traído esa merluza desde los confines de la pescadería especialmente para ti"
Y así todos los días...
Pongas la comida que le pongas en el plato, siempre va a sobrar
La cantidad de comida que preparar a la hora de las comidas es un proceso largo de aprendizaje que además varía con el tiempo. Al principio, lo normal es que pongas demasiado y si hay una cosa clara con la comida es que cuando un niño se llena se llenó y no hay nada más que hacer (a excepción del postre, pero eso es porque va a otro estómago especial para postres).
Así poco a poco vas ajustando las cantidades de forma que sobre lo menos posible. Yo el cálculo que hacía era sumarle a la cantidad que consideraba adecuada para un plato, otro poco más que sería en que termina siempre en el suelo (me estoy pensando seriamente adoptar un perro) y la parte de negociación, esa que le permitiré dejar en el plato. Oigan, pues a veces lo consigo.
Si todos no comen lo mismo vas a tener un problema
Llegará el día en que la hora previa de la cena parezca el mostrador de un McDonalds en el que cada uno quiera su plato hecho a su manera, pero en el principio como alguien tenga un plato diferente al resto puede ser motivo de guerra civil. Normalmente, si introducía un plato nuevo hacía el mismo plato para todos y así evitar las escusas de "es que papá no está comiendo brócoli", no vean lo mal que lo he pasado con algunas comidas, ¿cuánta hambre tuvo que pasar el que le pegó el primer mordisco a una coliflor? Pero me ha costado unas cuantas peleas las cenas de hamburguesas (el pequeño no sabía, ni podía, sujetar una pero el quería hamburguesa) o preparar un plato de régimen para mi, ponerlo en la mesa y que se convirtiera en lo más deseado del mundo y justo lo que los dos estaban deseando comer (así no hay forma de mantener la línea)
Nada de lo aprendido servirá cuando vayas a casa ajena
El día que vayas a casa de alguien a comer o cenar con los niños, o salgas a un restaurante, basta con que digas que un plato no les guste para que sea justo ese el que pidan o por el contrario justo ese día odien a muerte su plato preferido. Es así, no hay que darle más vueltas, los niños fuera de su entorno habitual resetean, aceptémoslo.
Estas son algunas situaciones que te puedes encontrar, si no lo has hecho ya, pero seguro que habrá muchas más, algunas cómicas y otras no tanto, ten paciencia que todo pasa.
En Bebés y Más | La hora de comer en familia, La comida no se tira: "Buen aprovecho"
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