Los niños comen cada vez peor (como los padres) y hacen cada vez menos ejercicio (como los padres), dando como consecuencia un aumento en las tasas de sobrepeso y obesidad bastante preocupantes. Y no preocupa por la imagen, pese a que es un factor importante porque pronto empiezan a formar su autoestima en base a su imagen y a cómo encajan en una sociedad bastante crítica con todo, sino porque se ha visto que los niños que con 8 años tienen obesidad muestran ya señales de enfermedad cardíaca, y esto es muy grave.
Para llegar a este hallazgo investigadores de Pensilvania llevaron a cabo resonancias magnéticas a 40 niños de 8 a 16 años de edad. La mitad tenía obesidad y la otra mitad un peso normal. Vieron que los niños con obesidad tenían, de media, un 27% más masa muscular en el ventrículo izquierdo y el músculo cardíaco era un 12% más grueso en general. Aunque tener más masa muscular en el corazón suena a aspecto positivo, porque parece dar a entender que es un corazón más fuerte, en realidad no lo es, puesto que es un signo de disfunción cardíaca.
¿Disfunción cardíaca?
Así es. Cuando un niño tiene sobrepeso, y sobre todo cuando tiene obesidad, la tensión arterial se aumenta y el corazón necesita bombear con más fuerza para que la sangre llegue correctamente a los tejidos. Ese esfuerzo constante hace que a la larga aumente su masa muscular, se engrosen las arterias y que se dificulte el riego sanguíneo (arterias más gruesas significa que hay menos espacio para que pase la sangre). Esto hace que aumente el riesgo de que haya algún problema cardiovascular como una insuficiencia cardíaca (el corazón no es capaz de abastecer al cuerpo y se altera el ritmo, aparece fatiga, se retienen líquidos,...), una angina de pecho o un infarto.
En realidad es difícil que esto suceda en la infancia, pero los investigadores sí han dejado entrever que podría estar aumentando el riesgo de muerte prematura en la edad adulta.
Linyuan Jing, autora principal del estudio y en palabras al Departamento de Salud de EE.UU. dijo lo siguiente:
Es sorprendente y alarmante para nosotros que incluso los niños obesos más pequeños de nuestro estudio que tenían 8 años mostraban evidencias de enfermedad cardiaca [...] En última instancia, esperamos que los efectos que hemos visto en el corazón de estos niños sean reversibles. Pero es posible que pudiera haber un daño permanente.
El 40% de los niños ya estaban afectados
Lo más terrible del asunto es que el 40% de los niños con obesidad ya están afectados. En las pruebas vieron que tener el músculo cardíaco más grueso ya les estaba produciendo una capacidad reducida de bombear sangre. A sus familias se les dijo ya que tenían un riesgo alto de insuficiencia cardíaca y enfermedades del corazón en la edad adulta.
Cada vez más niños con obesidad
Se estima que la obesidad en niños de 6 a 12 años en EE.UU. ha aumentado más del doble en las últimas 3 décadas, y se ha cuadriplicado en la edad adolescente. Estos datos son alarmantes, como lo son los de España (tenemos el título de tercer país con obesidad infantil) y cualquier país del primer mundo, en realidad.
Y no solo es alarmante a nivel cardiovascular, es que la obesidad conlleva muchos otros riesgos como el de asma, hipertensión, diabetes, depresión, etc.
Toque de atención a toda la población
Así que este estudio es un toque de atención a toda la población, para que empecemos a hacer algo por nuestros hijos, si no queremos que acaben con problemas de salud serios:
- Llevar una dieta más sana y equilibrada, evitando alimentos procesados, altos en azúcares y grasas saturadas, zumos y refrescos, volviendo a la dieta mediterránea y al agua como bebida principal.
- No instarles a acabarse lo que les hemos puesto en el plato. Si no pueden con todo lo que hay probablemente hemos puesto demasiado y el error es nuestro.
- Hacer ejercicio, que no hace falta que sea que se apunten a un deporte, sino que tengan una vida más activa. ¿Recordáis que de pequeños nos pasábamos el día en la calle corriendo y jugando? Pues algo así.
- Para ello, vale la pena limitar el uso de las pantallas. El máximo que un niño debería estar ante ellas es de 2 horas diarias. Si llega a eso, ya es mucho, así que hacer un uso responsable, para que jueguen de manera más activa. Una pelota es un regalo muy económico, y da para horas de juego divertido y compartido.
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