Levantarse y ponerse en pie es un importante hito en el desarrollo del bebé que nos indica que la conquista de su autonomía e independencia están cada vez más cerca. Y es que este gran avance es el preludio de los primeros pasos, aunque puede que este momento aún tarde en llegar.
Te contamos cuándo empieza el bebé a ponerse de pie y cuáles son las fases que habitualmente atraviesa desde que comienza a hacerlo y hasta que se lanza a caminar.
No obstante, recordamos que como sucede con cualquier otro hito del desarrollo motor, cada niño tiene su propio ritmo y los tiempos indicados no tienen por qué cumplirse en todos los casos. En este sentido, si hay algo que nos preocupe o nos genere dudas respecto al desarrollo de nuestro bebé, debemos consultarlo con el pediatra.
Entre los seis a los nueve meses, los bebés empiezan a mostrar interés en ponerse de pie
En general, los seis meses suelen marcar el comienzo de una etapa importante y de grandes avances en el desarrollo del bebé, especialmente en lo que se refiere a su desarrollo físico y motor.
Así, entre los seis y los nueve meses, la mayoría de bebés ya son capaces de darse la vuelta solos - pasando de estar en decúbito supino (boca arriba) a decúbito prono (boca abajo)-, sentarse, reptar o gatear.
También intentan ponerse de pie cuando le ofrecemos las manos, haciendo fuerza con las piernas hacia abajo y queriendo incorporarse. Muchos lo consiguen e incluso se mantienen unos segundos en esa posición (con ayuda), dando botes con las piernas como si tuvieran un muelle.
A medida que el bebé va creciendo y ganando una mayor autonomía motora, intentará ponerse de pie por sí mismo, agarrándose a los barrotes de la cuna o a los muebles.
Para el bebé, esta posición es sumamente divertida y estimulante, pues les permite ver el mundo desde una perspectiva hasta entonces desconocida. Además, cualquier nuevo logro que vaya conquistando supone una nueva oportunidad de explorar el mundo que le rodea.
¿Cuándo se ponen de pie sin ayuda?
Una vez que el bebé ha aprendido a impulsarse con sus piernas y a ponerse de pie con ayuda, el siguiente paso será soltarse y permanecer erguido sin ningún tipo de apoyo. Este hito tan emocionante suele suceder en torno a los 11 meses, y es la antesala de los primeros pasos.
Es normal que el bebé se emocione cuando es consciente de que se ha quedado de pie sin ayuda. De hecho, muchos empiezan a agitar las manos o a gritar en señal de entusiasmo. Pero todavía no serán capaces de mantener el equilibrio durante mucho tiempo, y enseguida volverán a caer al suelo.
Una curiosidad es que cuando caen, los bebés aterrizan bruscamente sobre su culete, pues aún no saben flexionar las rodillas para no impactar contra el suelo.
¿Qué podemos hacer los padres para estimular al bebé?
Los padres podemos estimular el desarrollo de nuestro bebé con juegos y actividades respetuosas y adecuadas a su edad, que le ayuden a fortalecer su musculatura y a trabajar aspectos como la coordinación, el equilibrio o la motricidad fina y gruesa.
Pero en ningún caso debemos forzar al bebé a ponerse de pie, ni incitarlo a mantenerse en esta postura si aún no está preparado para ello.
Ahora bien, si el bebé ya empieza a levantarse por sí solo, podemos estimularle colocando juguetes sobre una mesa baja para que se ponga de pie y los agarre. Una vez dominada esta técnica, podemos ofrecerle el juguete de forma que se vea obligado a soltar una mano del mueble en el que está apoyado para poder agarrarlo.
Es muy importante que el entorno en el que el niño juega y se desarrolla durante esta etapa sea seguro:
- Las esquinas de los muebles deben estar cubiertas para evitar accidentes.
- Todos los muebles tienen que estar anclados a la pared para que el bebé no pueda vencerlos si se apoya en ellos.
- Debemos asegurarnos de que no hay objetos peligrosos sobre las mesas y muebles a los que el niño empieza a tener acceso (mucho cuidado con las tazas de bebida caliente, mandos a distancia o aparatos con pilas de botón, objetos pequeños que pueda llevarse a la boca...)
- El colchón de su cuna debe estar en la posición más baja posible, de manera que el bebé que no pueda caerse si se pone de pie agarrándose a los barrotes.
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