Parece que al fin empiezan a bajar las temperaturas, así que es hora de sacar las mantas y edredones de los armarios. Algo que deberíamos hacer antes de ponerlos en las camas, tanto de niños como de adultos, es lavarlos junto a las almohadas de forma adecuada para liberarlos de patógenos que se pueden acumular.
En este post explicamos el procedimiento para lograr que queden perfectamente desinfectados, así como la frecuencia con la que deberíamos hacerlo.
Cómo y cada cuánto debemos lavar las almohadas
Debido al uso que damos a las almohadas, es común que estas presenten manchas amarillas con el paso del tiempo. Si es el caso, Para comenzar, es recomendable ponerlas en remojo durante un par de horas en un recipiente con agua fría, una taza de bicarbonato de sodio o perclorato y un chorro de jabón líquido para ropa delicada.
Luego debemos ponerlas en la lavadora en un ciclo con agua caliente (60º centígrados), y posteriormente otro con agua fría. Este último paso es clave para eliminar cualquier rastro de jabón del interior de la almohada.
Para que ésta se ahueque durante el lavado, se recomienda, además, introducir en el tambor un par de pelotas de tenis que irán moviendo su contenido a medida que se lavan. Cuando haya terminado, no se debe escurrir ni retorcer y dejar secar en una superficie plana.
Este procedimiento debería debe hacerse al menos un par de veces al año en el caso de los niños y cada tres meses en el caso de los adultos para evitar la acumulación de ácaros.
Cómo y cada cuanto debemos lavar los edredones
Los edredones deberían lavarse antes de guardarse en primavera, y al igual que la ropa, evitando usar suavizante para que no aparezcan manchas amarillas. También debemos hacerlo antes de ponerlos nuevamente en la cama (generalmente en otoño), con un procedimiento similar al de las almohadas, teniendo en cuenta que a 60º centígrados se acaba con los ácaros del polvo en el caso de que esté relleno de fibras sintéticas. Si es de pluma o plumón, debe llevarse a una tintorería.
Es importante comprobar que el edredón tenga suficiente espacio en el tambor de la lavadora para moverse y que se deje secar al aire libre perfectamente antes de ponerlo en la cama.