No podemos tener hijos: cómo afectan los problemas de fertilidad a la pareja y cómo superarlo juntos
Cuando lo que la pareja esperaba que sucediera relativamente rápido no llega, cuando tras un intento va otro, y otro… Cuando se entra en la rueda de los problemas reproductivos el desgaste, la frustración y el desánimo pueden hacer mella en la relación de pareja. ¿Cómo afecta realmente? ¿Qué podemos hacer para proteger nuestra relación?
Se estima que el 17% de las parejas en España tienen problemas de fertilidad. El proceso por el que pasan estas parejas las somete a una prueba bastante dura para la relación, una prueba para la que si no nos preparamos puede hacer daño a la pareja.
El desgaste en la primera etapa
Es importante que tengamos en cuenta que las parejas que recurren a tratamientos de fertilidad ya han pasado por todo un periplo de intentos sin éxito, ya han intentado “de manera natural” quedarse embarazados. En esta primera etapa ya se pueden producir roces y malestar emocional en la pareja (además del malestar a nivel individual, claro).
“Yo quiero intentarlo todos los días para asegurarnos que sucede y mi pareja no tiene ganas de sexo si es por obligación” o “Me da la sensación de que mi pareja no lo desea tanto como yo” son algunos de los pensamientos que ya puede ir haciendo acto de presencia y afectar a nuestra relación.
En esta etapa, como en todas, la comunicación va a jugar un papel fundamental. Es preciso que se hable de las expectativas de cada uno, de los anhelos y necesidades, de las inseguridades y miedos que vamos teniendo en el camino… Necesitamos hacer equipo desde el principio para apoyarnos mutuamente en este complicado proceso.
El impacto en la pareja
Pérdida del placer y disfrute sexual
Cuando llevamos un tiempo probando y no hay manera suele suceder que el sexo acaba instrumentalizándose y perdiendo con ello la parte de “diversión”. Es decir, convertimos el sexo en la herramienta que nos va a permitir (o al menos intentarlo) lograr nuestro objetivo, con lo cual se le despoja la carga lúdica y placentera.
Este es uno de los puntos fundamentales que hemos de trabajar en pareja, porque el desgaste asociado que conlleva y el malestar son importantes. Además se le suele sumar un aspecto negativo: la exigencia (en el rendimiento). Todo esto puede derivar en disfunciones sexuales, tal y como indica un estudio de la Universidad de Stanford como la anaorgasmia (dificultad para tener orgasmos) o disfunción eréctil.
Es clave que no perdamos de vista la importancia que tiene: el sexo no es solo un acto físico sino que implica intimidad, un espacio que se comparte con la pareja… y no nos interesa en absoluto perderlo.
Descenso de los planes de pareja
Las actividades en pareja, que son tan importantes porque proporcionan refuerzos positivos y ayudan a la unión, es algo que suele verse alterado profundamente cuando estamos ante un tratamiento de este tipo. Nuestros horarios, vacaciones y descansos pasan a estar condicionados por cuándo tenemos que ir a la clínica, cuándo toca pincharse o cuándo un nuevo análisis. El resultado es que vamos aplazando el ir a tal sitio o hacer tal cosa… y como andamos un tanto desanimados al final nos quedamos en casa… otra vez.
La pareja pierde entonces oportunidades de refuerzo, como decía, pierde vías de disfrute, tan necesario para contrarrestar el malestar que genera todo esto, pierde la opción de desplegar un rol que no es del de “persona que quiere tener hijos” sino el de hombre o mujer… Y es algo que no podemos permitirnos en este momento.
Dificultades de comunicación
Uno de los miedos más frecuentes es a decir algo “que pueda afectar al otro”, o “ser pesado con el tema”, o justo lo contrario, hablar todo el rato del tema y con ello avasallar a nuestra pareja. Si no compartimos estos aspectos pueden aparecer sentimientos negativos como el de culpa, rabia o ansiedad… tanto en el que calla como en el que no pregunta.
Descenso de actividades sociales en pareja
El malestar anímico, el desánimo o la dificultad para enfrentarnos a determinadas situaciones hace que a menudo rechacemos planes de tipo social. Es muy frecuente que la presencia de parejas con hijos o embarazadas (así como las noticias de este tipo) causen malestar, de manera que la tendencia es a evitar situaciones en las que verse expuestos a ellas.
El problema es que precisamente en este momento necesitamos más que nunca de apoyo social, tanto a nivel emocional como puramente “para estar ocupados” pensando en otra cosa aunque sean cinco minutos.
Qué podemos hacer
Lo principal es trabajar el tema juntos, en pareja, desde el principio del proceso. El paso del tiempo solo producirá malestar, puede llevar a malos entendidos…
Comunicación
En el momento en que decidimos que queremos ser padres ha de empezar un proceso de comunicación bidireccional, ambos debéis compartir cómo os sentís al respecto, qué miedos tenéis, etc. Y si ya entramos en complicaciones, si pasamos a tratamientos de fertilidad… con más hincapié incluso.
Todo esto hay que hablarlo, concretarlo, definir cuándo y cómo vamos a hablar del tema, y cuándo y cómo vamos a decirle a nuestra pareja que no es el momento, o que emocionalmente no nos hace bien esa conversación. Lo que dejemos sin hablar se quedará en el limbo de las interpretaciones, y no hará más que generar malestar para ambos.
Realizar planes de pareja
Esto que parece tan difícil por lo que comentaba antes, por esa disponibilidad casi full time que exigen los tratamientos e intervenciones de este tipo, es imprescindible. Puede que no podamos irnos a Berlín en vacaciones como quisiéramos porque a lo mejor toca ir a hacerse pruebas, pero sí que podemos irnos a algún sitio que esté relativamente cerca y desde el que podamos volver.
Tenemos que hacer planes… y llevarlos a cabo, aunque nos de pereza, aunque no tengamos toda la ilusión que pensamos que debiéramos tener. Somos pareja, y la pareja se alimenta de mimo y atención, así que no la descuidemos.
Reavivar (o mantener vivo) el deseo y la sexualidad en pareja
Es importante encontrar momentos lúdicos de placer sexual sacando de la ecuación la variable “reproducción”, para ello solemos recomendar en consulta recurrir, por ejemplo, a sesiones de masajes, en los que la intimidad y la relajación pueden dar paso al deseo y la excitación. También cambiar de contexto, ir a algún hotel, o una escapada a la playa… todo lo que se nos ocurra que pueda ayudar a activar nuestro rol de adulto “con ganas”, ¿se entiende?
Quedar con amigos o familia
Contar con apoyo social es una de las variables que correlaciona con un mejor afrontamiento de este tipo de procesos, de manera que conviene no dejarlo de lado. Puede que no nos apetezca, que temamos encontrarnos con esa prima que está embarazada (y que nos recuerda que nosotros no lo estamos consiguiendo), pero necesitamos tener contacto con otras personas para oxigenar la relación, entre otras cosas.
Enfrentarse a problemas reproductivos es duro, muy duro, pero lo es aún más si nuestra pareja se ve afectada por el propio proceso. Es el momento de hacer equipo, como decía, de ir “todos a una” para cuidarnos y protegernos, para estar fuertes de cara a todo lo que vendrá. Mimemos en estos casos más que nunca nuestra relación, porque merece mucho la pena.
Fotos: Pixabay.com
En Bebés y más: Qué decir y qué no a una pareja con problemas de fertilidad; Anuncian su embarazo mostrando toda la lucha y los sufrimientos que pasaron para lograrlo;