Hace unas horas, Pilar Rubio compartía un vídeo en su cuenta de Instagram en el que se la veía jugando en la piscina con su bebé de cinco meses, y realizando con él sus primeras inmersiones. Su actuación no ha dejado indiferente a nadie, y son muchas las personas que han criticado a la presentadora.
Pero lo cierto es que sumergir a los bebés, sabiendo hacerlo correctamente y tras haber recibido las indicaciones precisas por parte de profesionales, es muy beneficioso para ellos, pues les ayuda a familiarizarse con el medio acuático y a prepararse para aprender a nadar.
Una controvertida práctica
"Antes de sus primeras inmersiones, cuento hasta tres y le soplo un poco en la cara. Aunque, si nunca habéis realizado esta técnica, os recomiendo que la hagáis bajo supervisión de un profesional".
Con estas palabras, la presentadora Pilar Rubio compartía ayer un vídeo en sus redes sociales en donde se la veía disfrutando de un baño junto a su bebé, Alejandro, al tiempo que practicaba con él sus primeras inmersiones.
Pero como ya hemos visto en otras ocasiones, las críticas a la actuación de una madre no se han hecho esperar, y la publicación de la presentadora ha generado un fuerte debate. De un lado, quienes critican esta controvertida práctica, y de otro, quienes la defienden asegurando que las inmersiones ayudan al niño a familiarizarse con el agua y a aprender a nadar cuanto antes.
El reflejo de apnea en el bebé
Aunque puede resultarnos angustiante ver la carita del bebé recién salido del agua, hay que saber que tras nueve meses rodeado de líquido amniótico, nacen con un reflejo de apnea que les hace cerrar la glotis cuando se sumergen bajo el agua, para evitar ahogamiento.
Este reflejo lo van perdiendo con el paso de los meses, de ahí que los expertos aconsejen fomentar lo antes posible el contacto entre el bebé y el agua, como base de un futuro y rápido aprendizaje en la práctica de ciertas actividades.
Según un estudio publicado por la Unidad de Investigación en Educación Física y Deportes de la Universidad de Murcia, la inmersión es considera una actividad indispensable en el proceso de desarrollo y adaptación al medio acuático, y debe comenzar en las primeras etapas de vida del bebé.
Hay dos formas de realizar las inmersiones:
- Por un lado, sería el adulto quien la realiza, sumergiendo al niño durante uno o dos segundos bajo el agua. Para llevarla a cabo, es importante que el bebé esté tranquilo, relajado y se haga sin brusquedad.
Quienes defienden este mecanismo de aprendizaje acuático aseguran que el bebé aprende en un breve espacio de tiempo a controlar su respiración en el agua y, por tanto, a adaptarse a este medio. Todo ello, le permitirá aprender enseguida a flotar y a nadar, con las ventajas y beneficios que esto conlleva.
- Por otro lado, hay expertos que aconsejan que este aprendizaje no sea guiado por el adulto, sino que sea el propio bebé quien tome la iniciativa, y poco a poco vaya explorando sus límites, siendo respectado en sus necesidades e inquietudes.
Para ello, se recomienda realizar con los niños una serie de juegos y actividades acuáticos desde muy temprana edad, que les ayudará a familiarizarse con el entorno y a controlar su respiración en el agua.
No hay una edad exacta para comenzar con clases de matronatación, pues dependerá tanto de la política de la escuela donde vayamos a asistir, como de las recomendaciones de nuestro pediatra. Pero en líneas generales, la matronatación se suele indicar a partir de los 4-6 meses del bebé.
Por tanto, si has decidido matricular a tu bebé en clases de matronatación, es muy probable que escuches hablar de las ventajas y los beneficios de la inmersión, e incluso aprendas a realizar la técnica de manera segura.
Pero recuerda que ninguna técnica debe reemplazar jamás las medidas de seguridad que debemos tener en cuenta cuando vayamos a la piscina con los niños, y entre las que se encuentra, por supuesto, no dejarles nunca solos sin vigilancia.
Fotos | iStock
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