Muchos padres recordamos con añoranza los días en que nuestros hijos dormían la siesta, no solo por ese lapsus de tranquilidad en los que, tal vez, incluso podíamos nosotros también echar una cabezadita. También porque a los niños generalmente les sienta muy bien: hoy vamos a descubrir siete beneficios de dormir la siesta en los niños.
Dormir la siesta tiene importantes beneficios para el desarrollo infantil, por tanto es un hábito que se debe intentar fomentar. Los niños indudablemente después del descanso se encuentran mejor y hay estudios que han indagado en lo que le pasa a nuestro cerebro y nuestro cuerpo cuando dormimos la siesta, especialmente ne los más pequeños que están en pleno desarrollo.
Siestas, muy necesarias para bebés... y niños
Los recién nacidos pasan la mayor parte del día durmiendo (en cambio, probablemente por la noche nos parezca que no duerme tanto...). Antes de los seis meses necesitan dormir aproximadamente de 16 a 20 horas cada día, es imposible que todo ese tiempo sea de noche, así que habrá siestas diurnas. Después, se va reduciendo ese tiempo. Antes del primer año el bebé necesita como mínimo dos siestas diarias, una por la mañana y otra por la tarde.
Cuando crecen, entre uno y dos años es probable que se suprima alguna de las siestas anteriores, pero poco a poco, haciendo caso a los ciclos biológicos, será la siesta de la mañana la que desaparezca más fácilmente. Suelen seguir durmiendo la siesta de la tarde, primero más largas y conforme pasen los meses verás que el tiempo se reduce.
Y, aunque sus necesidades de sueño hacen que se recomiende que los niños duerman la siesta de la tarde como rutina hasta los cinco años, sabemos que esto no siempre es así, bien por el niño (muchos son incapaces y no quieren dormir la siesta), bien porque entran al cole y allí dejan este hábito (aunque les cueste, y por eso, junto a otras razones, probablemente también al entrar al cole estén más irritables y cansados).
De todas formas, no hay un patrón único y cada niño es un mundo, algunos les bastará con media horita para "reponer fuerzas" y otros harán una siesta de dos horas. Cuanto más crecen, las siestas largas pueden influir en la hora de irse a dormir por la noche, pero de pequeños verás que no repercute demasiado y se siguen durmiendo "a su hora" (si la hora de la siesta no se deja para demasiado tarde, claro está). Incluso, hay niños que si no duermen siesta llegarán más alterados y tensos a la noche y les costará más conciliar el sueño (como si "se pasasen" de su hora).
Tampoco hay un patrón único en la manera de realizar la siesta, pero hemos de procurar que sea más o menos a la misma hora, que el niño esté cómodo y relajado, en un ambiente tranquilo pero si es en su cuarto no dejar una oscuridad ni un silencio total... Así se crea el ambiente idóneo para descansar.
Pero, ¿qué es lo que tiene la siesta que la hace tan recomendable?
Siete beneficios de la siesta en los niños
La siesta facilita la recuperación de la energía física. Puede que de bebés no hagan tanto desgaste, pero en cuanto pasan unos meses no dejan de explorar y moverse. Así se elimina el cansancio acumulado y están listos para seguir...
Dormirán mejor por la noche. Al descansar a media tarde, no se llega a la hora de dormir de noche con un agotamiento excesivo que altera al niño y tiene dificultades para dormir por la noche. Como hemos señalado antes, la condición para que esto f"funcione" es que no se duerma muy tarde (o que no haga una siesta excesivamente larga).
También se recupera la energía psíquica, eliminando la tensión, con lo cual la mayoría de niños se levantarán de buen humor (puede que les cueste un poco terminar de despertarse) y listos para afrontar una nueva parte de la jornada.
Dormir la siesta reduce la hiperactividad y la ansiedad de los niños, según corroboran distintos estudios. No dormir la siesta en la infancia está asociado a una conducta más impulsiva y a mayor riesgo de depresión o de terrores nocturnos.
Hay estudios que han comprobado que el sueño mejora la consolidación de la memoria declarativa, encargada de evocar datos en forma consciente y los recuerdos en niños de entre seis meses y un año. La memoria a corto plazo, esto es, que el bebé retenga lo aprendido, también se ve beneficiada mediante el hábito de dormir la siesta.
Otras investigaciones señalan que la siesta favorece el aprendizaje abstracto de los niños y esto ayuda a la comprensión y predicción lingüística, es decir, a la capacidad de reconocer nuevas palabras y estructuras más complejas como frases...
Todo lo anterior contribuye a que dormir la siesta ayude a mejorar el aprendizaje de los niños que van a la escuela infantil. Las siestas que se echan durante el día los niños pequeños en el aula apoyan su aprendizaje y estos realizan mejor las tareas vsiuales y espaciales que otros niños que no disfrutan de ese tiempo de sueño. Según algunas investigaciones, una pérdida pequeña de tiempo de sueño de manera prolongada en el inicio de la infancia se relaciona con un peor rendimiento escolar y dormir poco durante los primeros cuatro años multiplica el riesgo de retraso en el lenguaje. Así mismo, una noche de insomnio traerá unas consecuencias evidentes: se reduce en casi un 40% la capacidad para retener nuevos datos.
A pesar de estas ventajas de dormir la siesta, como hemos comentado habrá niños que dejen de dormirla por sí solos y no podemos obligarles, ya que entonces pierde su sentido.
En definitiva, todos los beneficios que la siesta aporta a los niños nos hace preguntarnos, ¿no se "les quita" demasiado pronto este hábito? ¿No se debería facilitar a los niños pequeños, en el colegio, un tiempo de descanso para que pudieran dormir? En nuestro colegio, esto se llevaba a cabo a los tres años, pero no creo que sea lo habitual. ¡Y seguro que más de uno lo hubiera agradecido también a los cuatro y cinco años!
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