Tres buenas razones para que los niños duerman la siesta todos los días, según la ciencia

Tres buenas razones para que los niños duerman la siesta todos los días, según la ciencia
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La siesta durante los primeros años de vida es más importante de lo que creemos. No es un simple descanso durante el día para recargar energías, que también, sino que además tiene grandes beneficios para desarrollo de bebés y niños. Es necesaria y saludable.

El sueño tiene un papel especialmente relevante en la infancia, tanto por la noche como las siestas que hacen los niños durante el día. Antes del primer año, el bebé necesita como mínimo dos siestas diarias, una por la mañana y otra por la tarde. Luego irá poco a poco suprimiendo una de ellas, generalmente la de la mañana, haciendo una siesta más larga por la tarde, que se irá acortando.

Pero lo cierto es que aunque crezca, la siesta sigue siendo muy necesaria para los niños, un descanso que debemos favorecer todo lo posible por las ventajas que supone. Os damos tres buenas razones para que los niños duerman la siesta, avaladas por la ciencia.

1) Ayuda a retener lo aprendido durante el día

Las siestas son imprescindibles para que el bebé vaya fijando en su cerebro los aprendizajes que experimenta cuando está despierto. Lo que se conoce como la consolidación de la memoria declarativa.

Un estudio realizado por un equipo de la Universidad Ruhr de Bochum, en Alemania, y publicado en la revista Proceedings of National Academy of Science (PNAS) sostiene que dormir la siesta es clave para fijar lo que aprenden los bebés. Dormir después de aprender ayuda a los niños a retener recuerdos por períodos más largos de tiempo.

Pudieron comprobar que dormir siestas de al menos 30 minutos hacen que los niños sean capaces de retener y recordar mejor nuevos aprendizajes, incluso hasta 24 horas después de haberlas aprendido.

Según los investigadores, esto se debe posiblemente a que en el cerebro de los bebés, el hipocampo tenga una capacidad muy limitada y dormir sea su modo de descargar información en el neocórtex antes de olvidarla.

2) Reduce la hiperactividad y la ansiedad

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Al dormir la siesta, los niños reducen el cansancio y la tensión que han ido acumulando a lo largo del día, favoreciendo que se reduzca la hiperactividad y la ansiedad.

Según corroboran distintos estudios, no dormir la siesta en la infancia está asociado a una conducta más impulsiva y a mayor riesgo de depresión o de terrores nocturnos.

También se recupera la energía psíquica, fomentando que el niño se despierte de buen humor (en la mayoría de los casos, aunque a veces les cueste un poco terminar de despertarse) y listos para afrontar el resto de la jornada.

Al contrario de lo que se cree, dormir la siesta también ayuda al niño a dormir mejor por la noche, ya que le ayuda a regular las emociones vividas evitando que al final del día estén "sobrepasados" de estímulos y no consigan dormir.

3) Favorece el desarrollo del lenguaje y la memoria

La siesta favorece el aprendizaje abstracto de los niños y esto ayuda a la comprensión y predicción lingüística, es decir, a la capacidad de reconocer nuevas palabras, saber que después de una palabra viene otra, y formar estructuras más complejas como las frases.

Por su parte, expertos del sueño de la Universidad de Massachusetts en Amherst, Estados Unidos, encontraron que los bebés que duermen la siesta tienen más facilidad a la hora de realizar tareas visual-espaciales en las que interviene la memoria.

¿Cuánto tiempo? No hace falta que sean muy largas, pero tampoco hay que poner un cronómetro. El niño dormirá el tiempo que necesite (hay días que dormirá 20 minutos y otros dos horas), pero el tiempo ideal de descanso es de entre 30 y 60 minutos. No debemos obligarlos a dormir si no lo desean, pero sí favorece el ambiente para que lo hagan reduciendo la luz del exterior y creando un ambiente tranquilo para que pueda conciliar el sueño.

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