A pesar de que tuvimos el atisbo de que probablemente desaparecería, el cambio de horario sigue vigente, y en los próximos días lo volveremos a hacer. En la madrugada del domingo 30 de octubre tendremos que retrasar los relojes una hora; a las tres de la mañana, vuelven a ser las dos.
Se argumenta que es una medida que nos permite ahorrar energía, lo cierto que es algo en lo que no todos están de acuerdo.
Significará que, en teoría, tendremos una hora más de sueño, pero quienes somos padres, sabemos que los niños son pequeños despertadores humanos que abren los ojos cuando ya no tienen más sueño, independientemente de si el reloj marca una hora o una menos.
Los adultos más o menos nos acomodamos, pero a los niños es a los que más les afecta el cambio de horario, pues no entienden que tienen hambre pero todavía no es la hora de comer, o tienen que irse a dormir aunque aún no tengan sueño. Veamos entonces algunas claves para ayudar a bebés y niños a adaptarse al horario de invierno.
Se trastocan las horas de sueño
Para entender cómo cambiará nuestras rutinas el cambio de horario, hasta que nos acostumbremos, podemos poner algunos ejemplos. Si el niño se despierta normalmente a las 8 de la mañana, a partir del domingo cuando se despierte, el reloj marcará las 7 de la mañana. Esto implica que cuando empiece el horario escolar, si el niño normalmente se iba a dormir a las 9 de la noche, ahora el reloj marcará las 8, y será complicado conseguir que se duerman antes por la noche e ir superando el cansancio por las mañanas.
Horario de invierno: amanece y oscurece más temprano
Con el horario de invierno, amanecerá más temprano y oscurecerá antes por las noches, quitando una hora de luz a la tarde. Las tardes de juego después del cole se harán más cortas, lo cual puede influir negativamente en el humor y el estado de ánimo de los más pequeños.
Los primeros días pueden sentir una especie de leve jet lag, hasta que se acostumbren al nuevo horario. En algunos niños pueden aparecer alteraciones del sueño, como episodios de insomnio o despertares nocturnos.
Qué hacer para ayudarlos a adaptarse al nuevo horario
- Acostar al niño 15 minutos antes de lo habitual (lo ideal es hacerlo durante tres o cuatro días antes del cambio de hora).
- Adelantar también las rutinas diarias (cena, baño, hora del cuento, etc..).
- Realizar ejercicio físico durante la tarde para "adelantar" su reloj interno.
- Preferiblemente evitar siestas largas.
- Evitar las pantallas a la hora de acostarse.
- Darle una cena ligera.
- Evitar las bebidas con cafeína.
Los desajustes debidos al cambio de horario deberían desaparecer en tres o cuatro días, a lo sumo la primera semana. Luego nuestro organismo y el de los peques se acostumbrará de nuevo hasta el próximo cambio al horario de verano.