Según algunos estudios, durante el primer año de vida del bebé los padres llegan a perder hasta 700 horas de sueño, por lo que es normal que el tema del sueño infantil sea uno de los que más preocupa.
El afán (o la desesperación) por querer que nuestro bebé duerma toda la noche del tirón nos puede llevar a cometer ciertos errores como los que a continuación enumeramos.
Agobiarse si el bebé no duerme bien
Agobiarnos o estresarnos es una de las peores cosas que podemos hacer los padres si nuestro hijo no duerme bien. Es cierto que el sueño infantil puede llegar a ser un tema realmente abrumador, pues cuando no dormimos bien nos sentimos cansados física y mentalmente.
Pero estresarnos no solo no ayudará a que nuestro bebé duerma mejor, sino todo lo contrario: inconscientemente le estaremos trasladando nuestro nerviosismo y alterando su estado emocional, lo que a su vez dificultará la conciliación del sueño.
No respetar sus ritmos madurativos
En general, la crianza es una carrera de fondo en la que es necesario respetar los tiempos y los ritmos madurativos de cada niño, pero en concreto, el sueño infantil es uno de los aspectos en los que la madurez es fundamental.
En este sentido, no hay nada que podamos hacer para "enseñar a nuestro bebé a dormir", pues este es un comportamiento natural que incluso el bebé ya hacía en el útero materno. Lo único que nuestro bebé necesita es paciencia, respeto y conocimiento acerca de sus ritmos circadianos y sus patrones de sueño según su edad.
No atender sus demandas por miedo a que se "malacostumbre"
Ligado al punto anterior, muchos padres cometen el error de ignorar el llanto de sus bebés para que entiendan que deben dormirse solos, pues temen que si les acunan, les meten en su cama o se acuestan a su lado hasta que se duerman, se malacostumbrarán, no aprenderán a dormir o crecerán inseguros.
Pero la realidad es totalmente opuesta. Un bebé necesita sentir que sus padres están siempre a su lado y que van a atenderle cuando llore. Los brazos, los besos y la presencia física es fundamental para que el niño se desarrolle correctamente y crezca seguro, confiado e independiente.
En este sentido, y aunque podemos apoyarnos en gadgets que favorezcan la inducción al sueño (como las lámparas quitamiedos, los muñecos de apego, los móviles musicales...), jamás deberían sustituir nuestra presencia física y la calidez de nuestros besos y abrazos.
No establecer una rutina de sueño
Los bebés y niños necesitan rutinas que les hagan sentir seguros y les permitan anticipar lo que va a suceder en sus vidas en cada momento. Establecer desde el inicio unas rutinas relajantes previas al sueño facilitará que los niños descansen mejor.
Cada familia debe buscar la rutina de sueño que mejor se adapte a las necesidades y carácter de su bebé, procurando siempre que esté lo más relajado y tranquilo posible al llegar la noche. Podemos ayudarnos de un baño relajante, un masaje, leerle un cuento, cantarle una nana o susurrarle para que vaya cogiendo el sueño, rebajar la intensidad de las luces, acompañarlo hasta que se duerme...
No respetar su horario de sueño
Es fundamental que los niños descansen correctamente, pues dormir mal o poco repercute en su estado de ánimo y también en su salud, ya que los trastornos del sueño están relacionados con alteraciones en su desarrollo cognitivo y emocional, afectando al rendimiento académico y a su comportamiento.
Los niños deben dormir un número de horas determinado según su edad, aunque pueden existir ligeras variaciones en función de las necesidades particulares de cada uno. Por eso es importante controlar la hora a la que deben irse a la cama cada día, especialmente en época escolar.
Por el contrario, en épocas vacacionales como por ejemplo en verano, podemos flexibilizar ligeramente su horario de sueño, pero siempre atendiendo a sus necesidades y respetando su descanso diurno.
Tratar de dormirle cuando está demasiado excitado
A medida que se acerque la hora de dormir, es importante que vayamos bajando el ritmo de actividad del niño y escojamos actividades relajadas que favorezcan el descanso. De lo contrario, el nivel de excitación impedirá al niño conciliar el sueño.
En este sentido, si tu hijo está especialmente activo o excitado, es recomendable esperar un poco antes de meterle en la cama. Entre las estrategias que podrían ayudarle a regularse y lograr un estado de calma estaría darse un baño relajante, bajar el nivel de intensidad de las luces de casa, hablar cada vez más bajito o hacer ejercicios de respiración consciente.
Compararle con otros bebés
Aunque es bueno saber cómo evoluciona el sueño del bebé, tanto en sus primeros meses de vida como más allá de los dos años, lo cierto es que en este aspecto, como en tantos otros, no hay dos bebés iguales.
Así, y a pesar de existir unos patrones de sueño comunes, cada bebés es único, tiene su propio ritmo y presenta sus propias necesidades. Por eso, jamás deberíamos comparar el sueño de dos bebés; ni siquiera si son de la misma edad o se alimentan de la misma forma.