La semana se ha convertido en una yinkana de extraescolares y los fines de semana una maratón de planes, partidos y cumpleaños. ¿Cuándo se convirtió nuestra vida en algo tan complicado?
Nuestros niños tienen demasiadas cosas, demasiada información, demasiadas actividades y, en consecuencia, demasiado estrés. Ha llegado el momento de restar: ¿seremos capaces de dejar menos cosas en nuestra vida para llenar de sentido a las que se quedan? El desafío merece la pena: el resultado son niños más tranquilos y felices.
Menos es más
Entre los horarios de trabajo imposibles y la idea de que el niño tiene que aprender inglés, mandarín y ser un crack de los deportes desde su más tierna infancia estamos convirtiendo nuestro día a día en una pesadilla. Luego llega el fin de semana y toca "compensar" a los niños por el poco tiempo que hemos pasado con ellos con planes muy especiales que nos salen por un ojo de la cara y los niños ni siquiera valoran porque están acostumbrados.
El consultor educativo Kim John Payne ha escrito un libro llamado Paternidad sencilla (todavía no ha sido traducido al español) en el que advierte de que hay demasiadas cosas en la vida de nuestros hijos que sobran:
"Muchos de los problemas de conducta actuales provienen de niños que tienen demasiadas cosas y viven una vida que es demasiado rápida. Los niños necesitan tiempo para convertirse ellos mismos a través del juego y la interacción social. Si se abruma a un niño con demasiadas cosas, con opciones y decisiones antes de que esté preparado para ello solo sabrá un respuesta emocional: ¡Más!"
Según este autor, hay que tener la valentía de sacar cosas de nuestra vida que nos están estorbando como familia. Ahí van algunas pistas para saber por dónde empezar:
No a las montañas de juguetes
Los las enormes cestas o baúles que utilizamos para recoger rápido y no tener siempre todo por medio son cómodas para los padres, pero no son las más adecuadas para los niños. Ellos se benefician más de tener pocos juguetes a la vista y mejor si están clasificados por tipo: materiales de manualidades por un lado, instrumentos musicales por otro, animales, vehículos, puzzles...
Una buena idea es ir rotando los juguetes (por ejemplo cada mes) para que saquen el máximo partido de los que están usando y renueven el interés por los que estaban en barbecho.
Practica el "slow parenting"
Sí, es complicado hacer las cosas más despacio, pero se puede buscar la manera de adaptarnos más al ritmo de los niños porque muchas veces no se trata solo de la falta de tiempo, sino de nuestra forma de pensar adulta.
El otro día me di cuenta de que siempre voy metiéndole prisa a mi hijo de camino al parque. A él le encanta hacer equilibrios sobre los bordillos y entretenerse mirando las palomas pero yo digo que se de prisa en llegar al parque que es donde yo he decidido que se lo tiene que pasar bien. Pero si te paras a pensar, él ya se lo está pasando bien. Está haciendo lo que quiere hacer en ese momento, se está divirtiendo y además está desarrollando el equilibrio, observando, haciéndose preguntas... aprendiendo. Muchas veces los niños nos dan las pistas sobre cómo hacer las cosas fáciles, pero estamos tan concentrados en lo nuestro que no las vemos.
Hacer del tiempo libre una prioridad
Demasiados deberes y extraescolares están comiéndose el tiempo que los niños necesitan para el juego creativo y la exploración. Según afirma Payne: "El descanso nutre la creatividad, que a su vez alimenta la actividad. La actividad nutre el descanso, que sostiene la creatividad. Todo está relacionado".
¿Es necesario que nuestros hijos tengan todas las tardes cubiertas con actividades? Tal vez sería mejor centrarnos en una o dos actividades favoritas y dejar más tiempo libre para explorar o jugar con otros niños. Esto beneficiaría también a estos "padres taxi" que se pasan gran parte de la tarde llevando y recogiendo niños, comiéndose atascos y con la sensación eterna de no llegar a nada.
Simplificar los planes
De vez en cuando está genial sorprender a los niños con un plan especial o un viaje fantástico, pero nuestros hijos no nos van a querer más si les llevamos a Disneyland.
Es más, seguramente cuando sean mayores recordarán con más cariño los paseos por el campo, las comidas en familia, los domingos por la mañana remoloneando en la cama o las veces que le dijiste sí cuando te pidió que jugaras con él o le contaras un cuento.
¿Qué mejor recuerdo que "nuestro mejor yo" podríamos dejar a nuestros hijos? Unos padres menos estresados, accesibles emocionalmente, menos preocupados y más propensos a la risa. Así es como yo quiero que me recuerden mis hijos. Mientras tanto, me apunto al desafío de simplificar la vida para hacer a mis hijos hijos más felices.
En Bebés y más Las verdaderas razones por las que los padres gritamos a los niños, Hay vida más allá de las extraescolares: padres que dejan de lado su vida social por las actividades de sus hijos
Simplicity Parenting