Ayer entrevistamos a la psicóloga Teresa García y hablamos mucho con ella sobre el apego seguro y como la manera de fomentarlo no es siempre la que algunos profesionales aconsejan. En este sentido hemos querido continuar hoy la entrevista, analizando aspectos más concretos de la crianza como el sueño infantil, el tomar el bebé en brazos o la necesidad de establecer límites.
¿Es bueno o malo dormir con un bebé para su desarrollo psíquico o emocional?
Cuando escucho bueno o malo, en mis talleres o en la consulta, activo un sistema de alerta. Hablamos así esperando que alguien premie nuestro modo de actuar, o bien que alguien lo castigue. Yo suelo usar más las metáforas de lugar y dirección.
Entonces digo, dormir con un bebé conduce a que su desarrollo emocional y psíquico sea más equilibrado, porque eliminamos en los bebés el miedo ancestral a morir por un depredador.
Sino dormimos con él, estamos propiciando que sus niveles de estrés crezcan y que su nivel de desarrollo cerebral sea menor. Una vez que sabemos hacia dónde conduce cada vía, es decisión nuestra que vías usamos, y por supuesto las consecuencias de llegar a ese lugar.
¿Y llevarlo en brazos cuando nos lo pide?
Más importante que llevarlo o no llevarlo en brazos cuándo lo pide, es qué sentimos cuándo lo pide. Desde el punto de vista del niño o niña es una necesidad de contacto con el adulto o la adulta de referencia. Lo importante es no romper ese contacto.
Hay ocasiones en las que podemos llevarlo, y entonces ese es un contacto adecuado para grande y pequeño. Pero cuándo no puedes por diversos motivos (peso, otro bebé, etc.) es importante que tanto la persona pequeñita como la persona mayor mantengan el contacto. Sería deseable que la persona que no puede llevar en brazos a su hijo o hija, tenga serenidad y absorba la frustración que llenará el pequeño cuerpecito de su peque.
¿Los criminales, psicópatas o delincuentes, lo son por exceso de atención y cariño de sus padres o por todo lo contrario?
Lo cierto es que la estadística desmiente ese mito. Pero se continúa transmitiendo dicho mito continuamente. Cuando escucho esto, recuerdo cómo se desmintió que la tierra era plana, y muchísima gente continuó pensándolo a pesar de la evidencia.
Esto es similar, los delincuentes, en la mayoría de los casos, inmensa mayoría, carecieron de los más mínimos cuidados en sus infancias.
Pero, lo que nos dicen algunos psicólogos es lo contrario, que los niños atendidos se convierten en tiranos, ¿cómo se puede explicar eso?
Pues la verdad me gustaría que quiénes lo dicen expliquen en qué se basan. Qué tipo de estadística han usado para tener esas conclusiones. Al menos las estadísticas que yo manejo no van en esa dirección.
Aunque normalmente hablan de niños “consentidos" o niños a quiénes no se les ha puesto límites. Y en cierto modo es cierto, y por eso cala tanto.
Es decir el niño necesita para crecer seguro unos límites claros y seguros.
Ahora bien, imponer un límite es diferente a mostrar un límite. Imponerlo implica poder, mostrarlo indica protección, es diferente. Por ejemplo en nuestras calles, los niños aprenden los límites para cruzar la calle, pero no los imponemos, los explicamos por su seguridad. Mientras que comer una determinada comida, por imposición, aunque la comida sea muy sana, genera una relación de poder, con todo lo que conlleva en cuanto a conflictos.
¿De verdad “si eres muy buena con el niño, si no lo castigas, se convertirá en un tirano. Llegará a pegarte, incluso?
Cuando alguien diga eso, mi recomendación es preguntar, en qué se basan para decir eso. Qué estadística han manejado, cuántos casos conocen, etc.
Pero aquí encuentras algo muy interesante, tus creencias conforman tu experiencia. Eso quiere decir que si te convencen de que ser bueno hace a tu hijo tirano, eso es lo que percibirás, aunque la realidad sea otra.
Te contaré un ejemplo, conozco el caso de una madre que dejaba cada día a sus hijos solos, para ir a trabajar. Los hijos llegaban del cole, se preparaban la merienda y ordenaban algo en casa, hacían sus deberes. Por la noche llegaba la madre y montaba en cólera por lo que quedaba por hacer, sin observar lo que sí estaba hecho.
Cuando algún hijo se atrevía a relatar lo que estaba hecho, la madre decía con tono irónico: “y qué quieres, ¿qué te de las gracias? Ay santito dónde te pongo que no te malogres". De nada servía que el niño llorara amargamente.
Hoy esos niños son adultos, y la madre dice que ha sido demasiado buena con los hijos, y que por eso no saben apreciar la vida. La creencia de que estaba siendo buena madre, tiene la capacidad a sus ojos de “teñir" la realidad. Y dónde los niños vivieron una opresión profunda, ella vivió que estaba siendo demasiado buena.
Bajo el miedo a ser demasiado buenos se cubren muchos comportamientos que serían calificados de malos tratos si tuvieran lugar con un adulto, pero que son calificados como educación cuando es un niño o niña la receptora de dicho comportamiento.
Le agradecemos a la psicóloga Teresa García esta entrevista que ha concedido a Bebés y más; esperamos que os haya resultado tan clara y reveladora como a nosotros.
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