La maternidad es un camino que puede llegar a ser muy agotador, pero aceptémoslo: tiene recompensas en forma de besos, abrazos, primeros pasos, "te quieros" y palabras que te derriten y te recuerdan que ese bebé es lo mejor que has hecho en tu vida.
Justamente yo estoy en ese momento en el que mi pequeña de 3 años sabe perfectamente que hay momentos en que le conviene "seguir siendo un bebé", pero durante el resto del día es una niña mayor, con razones y argumentos -algunos de ellos que me dejan sin palabras- para cada situación que puede generar conflicto.
Razona con ellos y su lógica terminará siendo aplastante
La lógica en los niños se alimenta de todo lo que ven y viven a su alrededor. Su cerebro tiene una velocidad impresionante para deducir y llegar a conclusiones a partir de esas vivencias, que, sumado a su memoria (algunas cosas se les queda grabada de una forma muy nítida), hacen que su capacidad de respuesta vaya más rápido de lo que creemos. De ahí que a veces nos sorprendan y nuestra cara sea un poema cuando les escuchamos dar explicaciones.
En casa jamás hemos pronunciado "pues porque es así -o porque yo lo digo- y punto". Siempre hemos intentado razonar con nuestras hijas, explicando que cualquier cosa que hagamos tiene una consecuencia. Eso nos lleva a dialogar mucho porque ellas se pierden en el universo del "¿y por qué?, esa pregunta tan repetida porque sienten la necesidad de entenderlo todo. Practicar el razonamiento es un ejercicio que nos gusta hacer con ellas porque les genera autoconfianza y fomentamos su resiliencia.
Una vez le dije a mi hija que si le apetecía, podía dibujarme algo para ponerlo en la pared. Y ella decidió directamente dibujarlo allí. Cuando me llamó para ver su dibujo y vi que había grafiteado la pared de su habitación me quedé helada. Pero su lógica fue aplastante, claro: "es que me has dicho que dibuje algo para ponerlo en la pared, así que aquí está". Tenía dos años.
Muchas de esas herramientas que les brindamos juegan "en nuestra contra": siempre tienen un motivo de peso para cualquier cosa que hacen, y si esculcas un poco más en su lengua de trapo, puedes llegar a apreciaciones que te dejan sin palabras. No hay nada más revelador que investigar los motivos que llevan a los niños a hacer esos "desastres" que, por ejemplo, a veces te encuentras en su habitación.
Dialoga, pregunta y escucha: te sorprenderás de todo lo que te puedes encontrar
El que diga que un niño pequeño no entiende o no es capaz de razonar, es porque no se ha sentado a hablar con ellos de verdad (recordemos que no basta con oír, sino escuchar). Los niños no actúan por molestar, ni porque les gusta hacer desorden ni porque son traviesos: simplemente están descubriendo el mundo a través de los sentidos y necesitan expresar todo lo que ocurre en su cerebro a través de lo que hacen, que básicamente, es jugar.
La próxima vez que suceda algo que te deje de piedra y que te lleve a regañar a tu hijo (generalmente ese es el camino que solemos tomar, pero es posible hacerlo de forma positiva), pregunta, dialoga y escucha: tal vez todo lo que te diga te haga pensar que tiene toda la razón, y aunque no sea así, te vas a llevar uno de esos momentos que quisieras guardar en tu memoria para siempre, con sus explicaciones llenas de un sentido común del que a veces adolecemos los adultos.