Mi hijo pequeño se toca los genitales en público y en casa: claves para gestionarlo

Mi hijo pequeño se toca los genitales en público y en casa: claves para gestionarlo
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Los niños se tocan. Vestidos, desnudos, en casa o en la calle. No hiperventilemos que se trata de algo absolutamente normal y esperable, ya que forma parte de su desarrollo. Pero... ¿qué hacemos cuando se tocan en público? ¿Y si no para de tocarse en casa? Respira y tómatelo con calma, te damos las claves para gestionarlo de la mejor forma.

Los niños exploran el mundo para aprender, gatean y observan, copian nuestra conducta, cuando aprenden a hablar nos preguntan, tocan todo, juegan...

Pero además de descubrir y aprender de todo eso que les rodea, incluyendo las reglas que lo dominan, han de aprender quiénes son ellos, por dentro y por fuera, su identidad y su cuerpo.

Como parte de su desarrollo afectivo-sexual sano explorarán su cuerpo, las partes que lo componen (¿no te parece tiernamente divertido cuando los bebés se quedan fascinados al descubrir sus manitas o sus pies?) y las sensaciones que le trasmiten.

El mensaje más importante que debemos trasmitir es que el que los niños se toquen es normal, esperable y saludable, y no debe ser motivo de preocupación o angustia para nosotros, los padres.

¿Dónde está el problema/malestar? Nosotros los adultos nos tocamos, y bien que hacemos, porque también es sanísimo y estupendo para cuerpo y estado de ánimo, y claro, extrapolamos nuestras intenciones, ideas y “trasfondo” a ese tocarse que estamos viendo en nuestro peque.

Y no, no es lo mismo.

niña en el campo

¿Por qué se tocan los niños?

Nuestro peque... ay, ¿pero qué hace tocándose nuestro peque? Esa incomodidad, ese apurito que nos da, o incluso angustia o rechazo, nace de equiparar su conducta con la nuestra, la de los niños con la de los adultos, pero hay una diferencia abismal entre ambas que las hace incomparables.

Lo erótico, lo lascivo, pertenece al mundo adulto: nosotros nos tocamos por placer, pero con un componente erótico, sensual. Los niños se tocan porque están explorando, porque están descubriendo, como decía, su cuerpo. Los niños se tocan porque está rico, porque les da gustito, sí, pero no hay lascivia, no hay erotismo... está “limpio” de todo eso.

Es fundamental que tengamos esto claro, porque por un lado seguro que nos alivia, y por otro nos permite ubicarnos en el mejor contexto para acompañar y ayudar a nuestros peques en su desarrollo sano.

Observa la conducta de tu hijo

Como decía antes, se tocan por gustito y porque forma parte de su desarrollo, es una conducta relacionada con el conocimiento de su cuerpo, pero también es posible que se de por otras causas que merecen nuestra atención.

  • Picor: a menudo, especialmente las niñas, se tocan porque les pican los genitales. Este picor suele estar relacionado con infecciones genitales (se tocan con las manos sucias, hay humedad porque se les escapa pipí o no se limpian bien...). Si tienes dudas, acude a su pediatra para que la examine y se ocupe de ello.
  • Estrés: a veces los peques, que aún no saben gestionar sus emociones ni afrontar determinadas situaciones, pueden recurrir al tocarse como vía de “relajación”. Al final de este artículo hablaré de nuevo de esto, pero, como siempre advertimos, si crees que esta puede ser la situación de tu peque, acude a un profesional, ¿de acuerdo?
  • Se está haciendo pis: los peques a menudo cuando notan las ganas de hacer pis, pero están entretenidísimos con otras cosas mucho más diver que ir al baño, se tocan los genitales. A veces esto va acompañado de un bailecito muy simpático. Seguro que has visto a tu peque en esta situación un montón de veces.
niño entre girasoles

Qué hacer cuando se toca en público

Los niños en su inocencia, en su “estar empezando en esto de vivir”, no tienen aún asimiladas las normas sociales (ya llegará, como parte de su desarrollo social), ni tienen todos esos filtros sociales que tenemos los adultos.

Por eso hacen cosas como tirarse pedos en un ascensor repleto de vecinos serios y estirados, sacarse mocos (y hacer cositas con ellos) delante de una visita formal, o tocarse los genitales... cuando les apetece, porque... ¡es que les apetece!

Entonces, ¿qué hacemos los padres en estos casos?

Distrae su atención con una actividad que implique el uso de las manos

El cerebro tiene una serie de recursos atencionales, y si presentamos una actividad atractiva que capte su atención se centrarán en ella y dejarán lo otro. Y si esa actividad implica el uso de las manos, mejor, porque es incompatible con hacer eso otro al mismo tiempo.

Un truco: seguro que has visto cómo cuando dos hermanos o dos amigos están jugando por separado pero en una misma sala y de pronto uno coge algo, rápidamente el otro quiere ese mismo algo y se convierte en el objeto más fascinante y valioso del mundo. Pues esto lo podemos "usar" para distraerle: si nos ponemos con algo que parezca que nos fascina, vendrá a curiosear.

Explícale, sin juzgar, el concepto de intimidad, de privacidad, la diferencia entre público y privado

No es fácil porque son conceptos abstractos, pero como conoces el nivel de lenguaje de tu peque seguro que podrás ir adaptando el discurso a sus recursos.

Los ejemplos son fabulosos como apoyo, y nuestra conducta también. Aprovechar el día a día para ello es la mejor manera de abordarlo, ya que es de manera natural, casual, no sentando al niño a darle una charla.

Por ejemplo, si nos estamos vistiendo y aparece le podemos explicar que preferimos hacerlo a solas, en la intimidad de nuestro cuarto. También cuando estamos en el baño y aparecen (cosa que sucede siempre).

No es fácil para un niño de dos o tres añitos entender este concepto (será entre los cuatro o seis cuando lo hagan en toda su extensión), pero es importante que lo vayamos trabajando, porque aunque no entiendan qué quiere decir exactamente, si empiezan a asociar qué conductas son apropiadas en público y cuáles no.

Por ejemplo, si estáis en pleno súper (esto es un clásico) y tu peque empieza a tocarse, tranquilamente, sin hacer aspavientos ni “hacer una escenita”, le puedes decir que ese tipo de cosas se hacen en casa, y donde "mejor mejor" es en su cuarto, donde puede estar tranquilamente, en privado.

Como decía antes, puede que no entienda el concepto en su totalidad aún, pero es la forma de ir trabajándolo.

A nivel de conducta es como cuando les explicamos (una y otra vez) que no se metan el dedo en la nariz estando en la calle, y que si lo hacen en casa, que sea con un papel en mano a poder ser. Es educación, simple y llanamente, solo que como tiene el componente sexual/genital nos hace hiperventilar a los padres. Pero calma, no pasa nada.

Siguiendo con el ejemplo de los moquitos, y salvando las evidentes diferencias, de la misma manera que les decimos lo del kleenex, aquí es importante que les expliquemos el tema de la higiene: las manitas han de estar limpitas cuando se toquen, y que hay que lavárselas después de tocarse.

Anímale a que cuando le apetezca hacerlo, lo haga en casa, en su dormitorio

Le podemos explicar, tranquilamente, que es donde va a estar más a gustito y tranquilo. De esta forma va entendiendo que hay un lugar para cada cosa, y que el de ésta, en concreto, es la casa.

Esto además ayuda a reforzar el concepto de intimidad y privacidad versus público.

Las manos limpitas, antes y después

Se van a tocar, de manera que uno de los puntos en los que debemos insistir (sin presionar y sin "mal rollo") es en que tengan las manos limpitas cuando lo hagan, especialmente las niñas, para evitar infecciones.

Y por supuesto que se las laven después, claro.

niña rodeada de confeti

Y cuando se toca en casa...

Se trataría de aplicar un poco el mismo esquema que hemos planteado para cuando se tocan en la calle, pero dirigiéndolo hacia la privacidad de su dormitorio.

Cuando son muy pequeñitos les va a costar entender eso de “solo en tu cuarto”, así que nos toca tener un poco de paciencia y de reestructurar nuestras ideas acerca de eso de que se toque.

¿A qué me refiero? A muchos padres les perturba la idea de que su peque se toque, como decía antes, así que se sienten bastante incómodos.

Si tenemos muy presente que se trata de algo natural, de algo propio de su etapa de desarrollo, de algo saludable para nuestro peque, neutralizaremos esa incomodidad.

Pero si aún así te sientes "raro", pon música, ponte a ver algo en la tele mientras... Distráete, vamos. Porque si no vas a estar pendiente y fabulando en tu cabeza, y no, no quieres andar imaginando cosas.

Tómatelo con calma y con humor (sin ridiculizar, repito).

Cuándo prestar especial atención

  • Si se toca de un modo agresivo o insistente.
  • Si no consigues distraer al peque cuando lo hace.
  • Si ha ido dejando de realizar otras actividades y cada vez pasa más tiempo tocándose.
  • Si además le notas nervioso, si hay cambios en el apetito o en el sueño.

Puede que esta conducta nos esté indicando que el peque tiene estrés, ansiedad, o que no está pudiendo gestionar algo que sucede en su entorno.

Si es así, lo mejor y más recomendable es que acudas al pediatra para que valore la situación. Siempre, con los niños, ante la duda, lo mejor es acudir a un profesional.

Tómatelo con calma, recuerda que es normal, y acompáñale, sin juzgar ni ridiculizar, en esta etapa, eso es lo que verdaderamente necesita tu peque.

Fotos: Pixabay.com
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