¿En qué momento pierden los niños la capacidad de ser empáticos?‏

¿En qué momento pierden los niños la capacidad de ser empáticos?‏
12 comentarios

Los niños pequeños son seres tremendamente empáticos, viven las emociones a flor de piel y son capaces de ver el sufrimiento o el malestar en los demás y llegar a sentirlo también.

Seguro que muchos recordáis un anuncio en el que un niño africano lloraba y lloraba a cámara lenta y un niño rubito se ponía de pie, se acercaba a la tele y trataba de ponerle un chupete. Seguro que muchos habéis visto a algún bebé llorar porque ven a otro bebé llorar y seguro que os habéis sorprendido viendo a vuestro hijo llorar tras veros llorar a vosotras y hacer lo posible para volver a veros sonreír. Aquí es donde un adulto se da cuenta de cuánto tiene que aprender de los niños, que viven las emociones de una manera más pura que nosotros y que harían cualquier cosa por llevar la alegría ahí donde no la hay.

Sin embargo algo debe suceder en algún momento, porque no es difícil ver, por ejemplo, a niños de 3 y 4 años que pegan a otros sin apenas motivo y sin inmutarse por el llanto del otro o por su malestar. Por eso pregunto: ¿en qué momento pierden los niños la capacidad de ser empáticos?

Quizás alguien no ha sido empático con ellos

A estas alturas de la película sabemos todos que los niños aprenden más por imitación que por atender a nuestras palabras y por todos es sabido que, por desgracia para los niños, la mayoría de los adultos se sienten superiores a los niños y les tratan con menos respeto del que merecen o del que otorgan a otros adultos.

Hay padres que pegan a sus hijos, hay padres que no hacen caso de sus lágrimas y les dicen que “¡no llores, no es para tanto!”, “¡no llores que pareces un bebé!” o que simplemente omiten hacer ningún comentario ni contacto visual, como si el niño hubiera desaparecido de la faz de la tierra. También hay padres que gritan a sus hijos o que les tratan como a simples mascotas: “¡Te he dicho que no te acerques, que te quedes ahí apoyado en la pared!”, “¡que te calles ya, que me estás poniendo la cabeza como…!”, y otras frases bastante típicas que podrían servir como ejemplo.

En casos así, algunos niños aprenden que lo normal es utilizar cachetes para mostrar tu enfado, que lo normal es que en el llanto y el malestar la persona no reciba atención y que lo normal es que se utilicen gritos y humillaciones para conseguir que el otro se comporte de uno u otro modo, o para conseguir que deje de hacer algo. Es decir, inmersos en esa espiral de (mal)trato, los niños acaban creyendo que lo que reciben es lo normal y que eso es lo que ellos deben hacer con los demás (antes o después, siendo aún niños o cuando sean adultos).

Quizás no todos los niños interioricen estas premisas, pero sí es muy probable que aquellos que aprendan este modo de ejercer la autoridad hagan uso del modelo para aquellos momentos en que quieran conseguir algo. Quizás este sea uno de los motivos de que pierdan la empatía por los demás.

Promoviendo la competitividad

La sociedad en la que vivimos es tremendamente competitiva, tanto que muchos padres (y el mismo entorno) traspasan esta competitividad a sus hijos. Pronto aprenden que para ser bien visto deben hacer las cosas tal y como los demás esperan y que cuanto mejor lo hacen, más reconocimiento reciben. Entonces empiezan a aparecer situaciones en las que si un niño gana, otro pierde (“a ver quién acaba antes de comer”, “a ver quién se viste antes”, “a ver cuál corre más”, “a ver quién saca mejores notas”,...) y muchos padres caen en la competitividad con los hijos (“mira lo que hace mi hijo”), valorando siempre al niño según sus capacidades y motivando a aquellos que no son los primeros a tratar de serlos.

Entonces, si para que un niño gane el otro tiene que perder, los niños dejan de empatizar con la derrota o el fracaso de los demás, porque ellos han conseguido ser los primeros y eso es algo que los adultos valoran.

Quizás alguien no les ha enseñado a canalizar las emociones negativas

Hay niños que a medida que crecen, ante la imposibilidad de utilizar la comunicación verbal para expresar emociones como la rabia, la ira o el enfado hacen uso de la comunicación no verbal, es decir, del cuerpo, para mostrar ese malestar. Con esto me refiero a arañar, morder, empujar o pegar.

gritando

Estas conductas son difíciles de extinguir porque de igual modo que no saben expresar con palabras lo que sienten, no acaban de entender nuestras palabras cuando les decimos que están haciendo daño y que eso no debe hacerse.

Sin embargo nuestro trabajo como padres debe ser continuo y constante. Por una parte debemos tratar de anticiparnos para que en el momento en que vaya a hacer daño podamos detenerle. Entonces debemos hablar sobre su emoción: “veo que estás enfadado”, mostrar que le entiendes: “es normal, porque este niño te ha quitado tu juguete” y hablar sobre la conducta que iba a llevar a cabo: “pero no por eso le tienes que pegar, porque le haces daño… dile que es tuyo y que no quieres que te lo quite”, y juntos se le dice al niño esto mientras se recupera el juguete (o se soluciona el problema si es que tiene solución).

Sin embargo esto es un trabajo, como digo, constante y que requiere una presencia muy activa en las primeras relaciones de los niños con otros niños, y muchos padres, porque no saben o porque no quieren, no lo llevan cabo, dejando los actos de los niños en manos del destino: “son cosas de niños, no te metas, que lo arreglen ellos”.

No es que les falte algo de razón, pues los niños tienen que conseguir negociar y arreglar sus problemas (básicamente porque están aprendiendo a vivir y la vida es un compendio constante de elecciones, decisiones y negociaciones), sin embargo todo tiene un momento y una edad y, de igual modo que no dejamos que un niño vaya solo por la calle con dos años (pese a que tiene que aprender, con el tiempo, a ir solo), no podemos dejar a dos niños poco capaces de expresar emociones y sentimientos con la palabra, que solucionen sus diferencias con las manos. No podemos, porque si nadie modifica estos comportamientos y los niños ven que con ellos consiguen cosas, los fijarán como un método válido para conseguir las cosas.

Resumiendo

En resumen, se me ocurren estos tres factores que pueden ayudar a los niños a perder la capacidad de empatizar con otros niños, aunque como es muy posible que hayan más, dejo la pregunta en el aire por si a vosotras y vosotros se os ocurren más factores.

Si os preguntáis cómo actuar, mi respuesta es clara: no dejando pasar ni una. Si recordáis el estupendo documental “Pensando en los demás“ (si no lo habéis visto ya estáis tardando), ante una muestra de intolerancia y burlas en su clase, el profesor Kanamori, detiene durante varios días las clases y el temario para tratar algo tan serio como es el insulto y la pérdida de respeto.

Nosotros los padres debemos hacer lo mismo, no dejar pasar ni una, hablándolo con nuestros hijos tanto como haga falta, tratando el tema cuantas veces sea necesario e intentando mostrar que los demás sufren cuando se les pega o se les hace daño, además de explicar el típico “trata a los demás como te gustaría ser tratado”.

Foto | GerryT, Mdanys en Flickr
En Bebés y más | ¿Les enseñamos a pegar sin darnos cuenta?, Criar sin azotes: Comunicación en positivo (I), Niños sin límites

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Comentarios cerrados
    • interesante

      Pues es que yo no creo que lo de los primeros años sea empatía como tal, no creo que sea un conocimiento de la emoción del otro que genere una reacción, creo que durante los primeros años simplemente son esponjas y perciben las emociones ajenas igual que las propias sin saber darles salida ni manejo. Yo eso no lo considero empatía, es más bien como si fueran tremendamente sugestionables a las emociones ajenas.

      Creo que la empatía es algo más complejo que requiere de una serie de capacidades que el niño va adquiriendo con los años y que hay un impas en torno a los 2-4 años en los que ya no se empapa con tanta facilidad de las reacciones ajenas pero aún no es puramente empático.

      Y luego como en todo hay niños con un carácter más dado a sentir o más sensible que otros y hay niños con un entorno más apropiado para desarrollar la empatía que otros.

      Pero vamos no creo que eso se de por algo exógeno al niño, ni que sea puramente una causa de los adultos, creo que todos los niños en mayor o menor medida pasan por una etapa en la que son menos permeables a las emociones de los demás.

      Pero vamos esta es mi percepción, no me baso en ningún estudio ni se si tengo una base científica.

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    • Avatar de mipetisa Respondiendo a mipetisa
      interesante

      He vuelto a releer tu comentario y estoy muy de acuerdo contigo, en casi todo lo que dices, yo tengo la misma percepción, la empatía se va desarrollando a través de capacidades emocionales que se van adquiriendo por el entorno, la educación emocional, y el propio carácter del niño que hará que se desarrollen antes o más tardías.

    • Respondiendo un poco en general, os copio un extracto del libro de Goleman, Inteligencia emocional:

      "Según Hoffman, el desarrollo de la empatía comienza ya en la temprana infancia. Como hemos visto, una niña de un año de edad se alteró cuando vio a otro niño caerse y comenzar a llorar; su compenetración con él era tan íntima que inmediatamente se puso el pulgar en la boca y sumergió la cabeza en el regazo de su madre como si fuera ella misma quien se hubiera hecho daño.

      Después del primer año, cuando los niños comienzan a tomar conciencia de que son una entidad separada de los demás, tratan de calmar de un modo más activo el desconsuelo de otro niño ofreciéndole, por ejemplo, su osito de peluche.

      A la edad de dos años, los niños comienzan a comprender que los sentimientos ajenos son diferentes a los propios y así se vuelven más sensibles a las pistas que les permiten conocer cuáles son realmente los sentimientos de los demás. Es en este momento, por ejemplo, cuando pueden reconocer que la mejor forma de ayudar a un niño que llora es dejarle llorar a solas, sin prestarle atención para no herir su orgullo.

      En la última fase de la infancia aparece un nivel más avanzado de la empatía, y los niños pueden percibir el malestar más allá de la situación inmediata y comprender que determinadas situaciones personales o vitales pueden llegar a constituir una fuente de sufrimiento crónico. Es entonces cuando suelen comenzar a preocuparse por la suerte de todo un colectivo, como, por ejemplo, los pobres, los oprimidos o los marginados, una preocupación que en la adolescencia puede verse reforzada por convicciones morales centradas en el deseo de aliviar la injusticia y el infortunio ajeno."

      Digamos que son empáticos desde pequeñitos, pero con una versión de la empatía (por decirlo de alguna manera) muy básica.

      Quizás no es que la pierdan, sino que en su crecimiento y aprendizaje, toman caminos erróneos que luego deben dejar, para tomar otros nuevos.

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    • Por partes, Armando: me cuesta muchísimo creer que el bebé de un año sea capaz de sentir empatía tal y como la entendemos, sintiendo la misma emoción que siente el otro, cuando ni siquiera tiene claro si tiene identidad propia. A los 2 años sí es posible que ya comiencen a entender que las otras personas tienen sentimientos y sean capaces de identificarlos y sentirlos también. De ahí a ser capaces de entender que por orgullo una persona que llora prefiere estar sola... me parece demasiada complejidad sinceramente.

      De acuerdo contigo en que son empáticos desde pequeños, pero no desde tan pequeños. Creo que existe una "masa de emociones" que se va desgranando a medida que crecen y del entorno donde lo hagan, de la educación de sus padres y de lo afectivos o no que ellos sean "de serie". Y que la pierdan tampoco, sino que no la han desarrollado. Todo esto lo reflexiono tomando mi ejemplo personal, claro. Quizá para ti es diferente o para otros.

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      Bueno, es que nos movemos con teorías... A mí tampoco acaba de convencerme eso de "le dejo llorar solo para no herir su orgullo", porque no entiendo que siendo pequeño llegue a acurrucarse con su madre, como padeciendo el mal del otro y más grande haga todo lo contrario.

      En fin, la desarrollen después, o la desarrollen antes y la pierdan, creo que algo pasa cuando te encuentras que tu hijo de 5 años te cuenta que en su clase pegan cerca del 30% de los niños (sino más).

      Sin embargo, mi hijo hace deporte con otros niños, donde el nivel cultural de las madres es superior (que en el cole) y curiosamente de todos esos niños (habrá unos 20), ninguno pega.

      Más o menos ahí es donde quería llegar. Algo tiene que pasar en la infancia de un niño, para que a los 3-5 años, cuando deberían entender las emociones ajenas, parece que han aprendido todo lo contrario.

    • Justo leo este post después de un domingo "kamikaze" (pongo este término como broma, no se me entienda mal, que nos conocemos), de mi amado hijo. Fuimos al parque donde jugamos siempre y pegó a todos los niños, prácticamente. Situaciones como esta: Martín avanza hacia un nene que juega a la pelota con su padre, tendrá alrededor de 3 años, es decir, más de un año mayor que él, pero da igual. El pequeño kamikaze se acerca a la pelota sin contemplaciones y se lleva a otra parte de una patada, el otro niño se acerca a recuperarla, está enfadado porque mi hijo se ha metido en su sagrada y feliz "pachanga" y hace ademán de cogerle la pelota. Entonces mi pequeño se da la vuelta y con sus manitas gordezuelas le agarra ambos mofletes, no le suelta, empieza a apretar, luego sin soltarle de un lado le empieza a dar manotazos en la cabeza. En este punto yo ya estoy encima de ambos, retiro a mi hijo, firmemente, le explico que no se pega, que hace pupa y que el niño quiere su pelota porque es suya y estaba jugando él con su papá, que nosotros podemos jugar a otra cosa si prefiere jugar él solo. Le insto a que le de un besito siempre y cuando el niño ofendido quiera. A todo esto el niño llora amargamente, el padre se acerca, yo le digo: "lo siento, ya sabes que está en la edad". El padre bastante majete y comprensivo, consuela a su pobre hijo.

      Y así varias veces con niños más o menos mayores que él. ¿Motivos? Una hora de siesta, mocos incesante que hasta le han irritado la cara, conjuntivitis en ojo derecho. Y un carácter más violento o fuerte innato que está ahí y que te aseguro yo no provoco o creo o eso intento. Siempre le hablo de la importancia de los besos, de otros nenes, de querer a los demás, jamás le hablo a él como si fuere malo o culpable, pero le corrijo, claro, con vehemencia. Y aún así, suele ser de los pegones del parque. No siempre, algunos días en absoluto pero otros, como ayer, canaliza su cansancio a través de la violencia, porque no tiene herramientas. Otros niños no lo hacen, por qué el mío sí? Ni idea. Pero leo este párrafo: "Hay niños que a medida que crecen, ante la imposibilidad de utilizar la comunicación verbal para expresar emociones como la rabia, la ira o el enfado hacen uso de la comunicación no verbal, es decir, del cuerpo, para mostrar ese malestar. Con esto me refiero a arañar, morder, empujar o pegar", y veo a mi hijo. Pero te aseguro que trato de poner remedio sin etiquetarle, tratándole de modo cariñoso. Y en cuanto a lo de anticiparse, no estoy de acuerdo, porque si no le dejas que se acerque a los demás niños, le estás ya otorgando una desconfianza que puede ser negativa. Ayer tenía así el día por diversos motivos, pero el sábado no pegó a nadie, al contrario, le pegaron a él dos veces. Entonces creo más saludable dejar a los niños relacionarse sin interponernos a priori, y corregir la conducta negativa cuando realmente tenga lugar. No antes.

      En días como el de ayer me mantengo muy cerca, por si tengo que separarle, pero no voy alejándole de los demás, sinceramente. Lo que sí hice es llevarle a casita antes, porque me pareció oportuno. Me parece triste pensar que mi hijo no es empático, yo creo que todavía no lo es, pero lo será. Las emociones se aprenden aunque a algunos niños les pueda costar más que a otros, y no siempre por culpa de los padres. El carácter innato también es una realidad, si es más fuerte o más pacífico o más tranquilo o violento.

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia
      interesante

      Cuando digo anticipar me refiero a estar a su ladito y cuando ves que levanta la mano (flop!) la detienes o te llevas a tu hijo...

      A mí la verdad es que no me hace mucha gracia ir al parque con mis hijos a pasarlo bien y volver con los niños heridos, así que yo siempre he estado cerca suyo tanto para evitar que otro niño les haga daño, como para evitar que ellos hagan daño a otro niño (nunca lo han hecho).

      Al mayor ya lo dejo más suelto, evidentemente, que tiene 5 años, a este sólo hay que echarle el ojo para evitar que se suba a historias de las que luego no pueda/sepa bajar...

      Pero el pequeño, con 2 años, está en esa edad peligrosa que nunca sabes qué va a suceder.

      Supongo que por eso me gustan tan poco los parques... son lugares artificiales en los que hay cosas con las que todos deben poder jugar y donde tienen que esperar para montarse a algo y todo ello sin las capacidades sociales para entenderlo (esperar, respetar turno, respetar la propiedad de los juguetes, etc.).

    • Yo también pienso que quien no haya visto el documental de Kanamori debe verlo ya.

      Yo creo que mis hijas no han dejado de ser empáticas. Sara es más empática aún a medida que cumple años. Un ejemplo: su hermana pequeña debería abandonar el chupete, pero por motivos que si se tercia contaré otro día, he decidido que se tome su tiempo. En cualquier caso, lo voy intentando. En el parque de la guardería dice la peque 'mamá, ¿le doy el chupete a la seño de la casa cuna?'. 'Vale, Marta!!'. 'Sí, mami, porque yo soy muy mayor y a otro bebé le falta' (osea, le hace falta). En eso que la veo decidida, es mi oportunidad, parece que lo tiene claro pero... aparece Sara, con cara de pena (no os la podéis imaginar...), intentando contener el llanto... '¿Qué pasa Sara?'. '¡¡¡Es que me da penaaaaa, mi tetaaaaa, pobrecita sin chupeteeeeee!!!'. A mi se me parte el alma y su hermana que no entiende muy bien la reacción, le dice 'bueno, Sara, pues no se lo doy...'. Un show, pero... caray, me deja hecha polvo porque suele tener reacciones de este tipo. La pequeña, menos, pero también.

      Estoy de acuerdo en lo de no pasarles ni una. Por suerte, no me he encontrado con situaciones de conflictos graves con otros niños. Entre ellas, alguna vez. Bueno, sí... allá va otra batallita/ejemplo: Sara juega con su amiga Begoña en casa de ésta última. Cuando no vamos, Begoña le 'regala' un cuento. Sara lo lleva al cole al día siguiente y parece que Begoña se arrepiente de su decisión. A la salida del cole, el padre de Begoñita y yo vivimos un drama 'es mío, no te lo regalo, ahora es mío!!!!'. Vamos, un pollo en toda regla. Al final, se lo quedó Sara. En el coche, le dije que cuando se calmara, hablaríamos. 'Vale, pero qué pena que ya no me regala el libro!!!!'. Se calma. Le digo que las amigas no discuten por cosas y le lanzo una pregunta, pensando que igual me paso de lista: 'Sara, ¿qué prefieres, una amiga o un cuento?' Gluuups, como me conteste lo segundo.... 'Prefiero una amigaaaa, buaaaaaa!!'. Aún tenemos el cuento, Sara iba dispuesta a devolverlo al día siguiente, pero Begoña también recibió terapia y decidió regalárselo.

      No sé qué hace que sean más o menos empáticos... muchas circunstancias. Y supongo que el hecho de que vean actitudes empáticas y sensibles cuenta mucho. A mis hijas les gusta ver las noticias. A mi no me gusta que las vean, pero... como yo tengo que verlas por las noches mientras cenamos... pues es lo que hay. Sara ya pregunta muchas cosas y por eso precisamente no me gusta mucho que vea los informativos. Porque pide explicaciones, que por mucho que las disfrace, nunca van a ser agradables. Y sufre. Y es una putada.

      Un día, hablando con mi amiga Susana (sí, sí, la misma Susana) le contaba que había tardes duras, que mi sangre de horchata no aguantaba el ritmo, que me ponía nerviosa con ellas y acababa haciendo las cosas como no quería hacerlas y que me entraban ganas de llorar. Y ella me dijo que no era malo que me vieran llorar. 'Mujer... prefiero evitarles ese trago'. En su opinión, está bien que vean que mamá a veces no puede con todo y que necesita ayuda. Bueno, pues aunque sigo sin verlo claro, si algún día me he dejado llevar por sus palabras, parece que lo han entendido a la primera y han demostrado empatía hacia mi.

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Suscribo lo del documental. Y dándole vueltas a esta entrada -mira que aciertas Armando...-, también creo que mi hijo tiene momentos empáticos, porque si ve a un nene llorando, me mira con carita de pena y me dice: "Mamáaa, neneee llora". Y le señala y le llama la atención, pero vamos, no da consuelo a no ser que yo le diga: "Vamos a darle un besito". No sale de él.

      ¿Tengo que pensar que mi hijo no va a ser empático? Creo que en absoluto, sino que todavía no ha desarrollado esa emoción. Entonces creo que una puntualización es necesaria ya que hay etapas en las que los niños, a falta de otras herramientas emocionales, son agresivos -agunos, no todos-, lo cual no significa que después esa etapa se supera y sean empáticos, buenos amigos y tiernos. Por supuesto canalizados por nosotros, los padres.

      Otra cosa que voy haciendo ahora que ya su entendimiento es pleno es no solo corregirle en el momento en que zumba a algún otro niño, sino luego en el camino a casa hablar con él del tema. Cuando empezó a morder, con 14 meses y coincidiendo con la entrada a la guardería, yo estaba aterrorizada en el parque, tanto que me interponía casi entre él y otros nenes porque sabía que mordería al final. Una vecina y amiga, a cuya niña mordió dos veces, me dijo: Pero no hagas eso, das por supuesto que siempre lo va a hacer, no importa, déjale que se acerque a Olivia -su hija-, no pasa nada. Agradecí muchísimo sus palabras. Desde luego no concibo estar en el parque sin estar pendiente de mi hijo al 200%, pero obviamente con esta situación más. Pero espero, sin anticiparme. Quizá a los padres de otros bebés más tranquilos o pacíficos o con menos carácter les parezca fatal. Es un conflicto difícil.

    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Perdona Anna, quería responderte por otro lado y he mezclado. No sé si estoy de acuerdo con que vean las noticias, por lo duro de las imágenes, aunque entiendo que lo pongas porque a mí también me pasa, pero el peque pasa de la TV -porque casi seguro está con el IPad en las rodillas o un coche en la manos-, pero fíjate que lo que me parece súper peligroso que vean los niños es la publicidad, porque eso sí que no es real y ellos no lo saben.

      ¿Crees que las niñas muestras antes emociones como empatía? ¿O que son más pacíficas abiertamente y no suceden conflictos de agresividad tan patentes como los que ocurren con un chico (mi ejemplo)? Te lo pregunto directamente porque eres madre de dos hijas.

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    • Avatar de ciberia Respondiendo a ciberia

      No vemos las noticias todas las noches, intento que estén acostadas antes de que empiecen pero no siempre lo consigo y hay días en que me las tengo que ver sí o sí. A ellas les hace gracia porque mamá trabaja en las noticias y a Sara le gusta especialmente la previsión del tiempo: 'Mañana va a llover en mi cole???'. Ellas también pasan bastante de la tele: Nody con el desayuno, por la tarde estamos por ahí, los viernes por la noche cenamos en el salón y nos ponemos una peli antigua (soy una friki y estoy creando dos frikis cinematográficas que se saben los diálogos de Mary Poppins) y las noticias. Lo duro de las noticias no son las imágenes de un atentado suicida en Peshawar... eso lo censuro. '¿Va a salir algo feo, mamá?'. Lo duro es: '¿qué es un terremoto?, dicen que se han muerto muchos... ¿tienen comida'?'.

      No sé muy bien que decirte a la pregunta, a la diferencia entre niños y niñas. Yo las tengo repes, pero son super diferentes. Sara es sensible en el fondo y en la forma. Es reflexiva, pero a la vez muy, muy niña. A Marta empieza a aflorarle la sensibilidad pero lentamente, porque como suele decirse 'es más bruta que un arao'. Pero es que no creo que sea diferente. De hecho, leyendo lo que cuentas, pensando en Martita Dinamita y su brutez y con la experiencia de unos años de ventaja, creo que ahora no me cuadra el titular del post de Armando. Creo que el rollo es cuándo empiezan a ser empáticos. Empatía: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Creo que se hacen más empáticos cuando más se relacionan con su entorno, perdón, pero... creo que la empatía crece al mismo ritmo que el nivel de socialización. Pido perdón porque 'socialización' no es un término muy aceptado. En mi opinión empiezan a ser realmente empáticos cuando van tomando conciencia del mundo que les rodea.

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    • Avatar de annajuanroch Respondiendo a Anna JR

      Pues sí, estoy de acuerdo, porque antes de perderla tendrán que adquirirla o desarrollarla. Yo creo que mi hijo todavía no es empático, pero en absoluto creo que no vaya a serlo,estoy segura de que lo será. Y creo que esa empatía aunque tenga su momento álgido al principio, le acompañará mientras viva.

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