Las clases ya han comenzado, y en estos días vengo escuchando a muchas familias decir que sus hijos estallan en rabietas al recogerles del cole, o que actuan de manera rebelde cuando llegan a casa: "Le dejo tranquilo y contento en la escuela, pero por las tardes en casa explota como un volcán" - suelen manifestar los padres.
Estaríamos ante lo que los expertos llaman "colapso emocional", un tipo de comportamiento infantil totalmente normal y frecuente. Hemos hablado con Valentina Ganem, psicóloga infantil experta en crianza respetuosa y fundadora y directora de la escuela Crecer Juntos con Arte, quien nos ha ayudado a comprender por qué nuestros hijos actúan así y qué podemos hacer para ayudarles.
Permanecen "contenidos" en la escuela y estallan al llegar a casa
Paula tiene cuatro años y cursa segundo de Educación Infantil. Sus padres aseguran que le gusta mucho ir al colegio, y que nunca llora o se muestra disconforme cuando la dejan en su clase. Sin embargo, al recogerla por la tarde Paula parece otra. Estalla en rabietas por cualquier cosa y parece enfadada con todos: ¿qué le está pasando?
"La vuelta al colegio supone un cambio de rutinas, y aunque veamos a nuestros hijos bien y pensemos que están muy contentos cuando los dejamos en la fila, es importante recordar que todo proceso requiere de una adaptación. Y es que si a los adultos nos cuesta horrores volver al trabajo tras las vacaciones de verano, ¿por qué no iba a ocurrirles lo mismo a los niños?" - nos explica la psicóloga infantil.
"A lo largo de la jornada, los niños pueden ir acumulando un montón de sentimientos que por una cuestión inmadurez, no logran saber expresar con palabras. Quizá en algún momento nos echen de menos, no les guste su profesor, se hayan enfadado con un amiguito, se encuentren tristes por algún motivo, se sientan mal, estén estresados... Gestionar todas esas emociones sin una figura de apego cerca es difícil y agotador".
"Por eso, todos esos sentimientos estallan al llegar a casa, que es su refugio; el lugar donde se sienten seguros y confiados, y donde no deben aparentar nada ni guardar las formas".
Los expertos catalogan esta situación como "colapso emocional después del colegio", y aseguran que es un proceso totalmente normal y común. En algunos niños se presenta en forma de rabietas o incumplimiento de normas, mientras que otros pueden manifestarlo con mutismo durante un tiempo después de haber salido de clase, o una cierta regresión con comporamientos especialmente infantiles para su edad.
¿A qué edades se dan este tipo de situaciones?
Para iniciar el reportaje hemos puesto el ejemplo de Paula, una niña de cuatro años. Sin embargo, este tipo de situaciones pueden darse antes de esa edad, e incluso en niños más mayores.
"Este tipo de comportamientos no son propios de una edad determinada pues, en líneas generales, falta mucha educación emocional en los niños. Los adultos no damos importancia a sus emociones y sentimientos, y cuando quieren expresarnos algo, a veces caemos en el error de ignorarlo o restarle importancia. Con el tiempo, a medida que el niño va creciendo, madurando y adquiriendo una mayor capacidad de recuperación emocional, estos comportamientos irán desapareciendo".
"En la etapa de los dos o tres años es muy frecuente encontrarlo, porque a la adaptación a la escuela infantil se suman otros muchos cambios propios de esta edad que pueden llegar a intensificar sus reacciones".
"Muchas veces, incluso los propios adultos también estallamos de una forma similar a como lo hacen los niños. Hemos estado contenidos en nuestro trabajo, aguantando situaciones que nos han podido crispar los nervios o incluso frustrar, y cuando llegamos a casa lo acabamos pagando con quienes menos culpa tienen: nuestra familia" - reflexiona Valentina.
¿Qué podemos hacer los padres?
Ante este tipo de situaciones es fácil que los padres nos sintamos desbordados y confusos. A veces incluso puede que dudemos de si hemos hecho o dicho algo que haya provocado la rabieta, y no sepamos cómo actuar.
Valentina nos da la siguientes claves para ayudar satisfactoriamente a nuestros hijos:
- Comprenderle para conectar con él
"Es importante no caer en una lucha de poder con nuestro hijo, así como saber que no estamos haciendo nada mal como padres y que todo se debe a un tema de maduración cerebral. Nuestro hijo no es capaz de explicarnos verbalmente lo que le pasa, o todo lo que ha sentido tras la larga jornada escolar. Ponernos a su altura y comprenderles es fundamental para ayudarles a superar estos duros momentos".
- Acompañarle en su sentimiento. Jamás ignorarle
"Los padres debemos permitir que nuestros hijos sientan y lo expresen como puedan, pero al mismo tiempo debemos hacerles ver que estamos a su lado, y que les entendemos. Podemos decirles, por ejemplo: Cariño, entiendo perfectamente que estés enfadado porque hemos madrugado mucho, y madrugar cansa y enfada"
"En otros casos, quizá no haya cansancio sino una hiperactividad debida precisamente a todo lo contrario: el niño ha estado tan contenido y controlado en la escuela que al salir sólo buscan jugar, correr y saltar. Cada familia deberá averiguar la causa, y tratar de solucionarlo como se pueda"
- Los cuentos, un gran recurso
La psicóloga nos recomienda ayudarnos de cuentos, pues son un excelente recurso para averiguar qué le puede estar ocurriendo a nuestro hijo, y darnos pie a iniciar una conversación con ellos.
"Los cuentos son maravillosos a cualquier edad porque los niños se identifican muy bien con sus protagonistas. Eso les ayuda a entender sus propias emociones, a sacarlas a flote e incluso a revivir situaciones pasadas y encontrar la forma de afrontarlas si se vuelven a presentar".
"Igualmente, si detectamos a través de su comunicación no verbal que la adaptación al cole o escuela infantil no está yendo tan bien como creemos, podemos ayudarle con otros recursos personalizados. Debemos ser conscientes de que la adaptación puede suponer, a veces, un proceso de duelo (han perdido todo el tiempo libre del que disponían en vacaciones) y deben adaptarse a la nueva realidad."
- Buscar soluciones personalizadas
Una vez identificada la emoción, y siempre desde el acompañamiento, los padres debemos intentar buscar soluciones que ayuden a nuestros hijos a llevar mejor la situación.
En algunos casos puede que funcionen las actividades extraescolares o el deporte, en donde el niño libere energía y le ayude a equilibrar cuerpo y mente. Pero en otros, quizá vaya mejor descansar, practicar de yoga o llevar a cabo ejercicios de relajación. Hablar, acompañar o dejarles espacio si lo necesitan, también son recursos que pueden ayudar a los padres.
Adaptarse de nuevo a las rutinas y a la escuela lleva tiempo, y aunque todo forma parte de un proceso natural y normal, es conveniente consultar con el pediatra o con un terapeuta infantil si el comportamiento de nuestros hijos empeora o no logramos encontrar una solución. Y mientras tanto: paciencia, comprensión y acompañamiento.
Fotos | iStock
Agradecimientos | Valentina Ganem, directora de Crecer Juntos con Arte
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