Nueve buenas razones por las que los niños no deberían tener deberes

Más de seis horas semanales es lo que un niño español tarda de media en hacer los deberes. Y tal vez deberíamos dar gracias, ya que en 2003 eran más de siete horas a la semana. En Finlandia, por el contrario, no llegan a las tres horas. Podría parecer que a más deberes, mejores resultados académicos, pero nada más lejos de la realidad.

Entonces, si no está ha demostrado que los deberes, al menos como se conciben habitualmente, tengan un efecto positivo, si no mejoran en algo los conocimientos del niño ni mejora los resultados académicos, ¿qué se consigue gracias a ellos? ¿Por qué esta obsesión en la mayoría de colegios y maestros por enviar todos los días deberes a casa? Queremos que los niños sean responsables y constantes, pero, ¿se puede lograr algo beneficioso cuando los niños sufren con tanto trabajo y sin tiempo libre?

España tiene mas horas lectivas y más deberes que la mayoría de países de nuestro entorno y sin embargo su puesto es mediocre en el informe PISA que evalúa el rendimiento de los estudiantes en los países de la OCDE. Donde, como ya podéis imaginar, Finlandia ocupa el podium, junto a Corea del Sur, otro país con unos deberes casi inexistentes.

Recientemente se ha reabierto del debate "deberes sí - deberes no", pero sigue sin cambiar nada, al menos en la mayoría de colegios. Otros, apostando por métodos que motiven al niño y lo impliquen niño de manera que se fomenten sus ganas de aprender, no mandan deberes, o no tantos, o mandan otro tipo de tareas.

Por eso creo que puede haber matices y de ellos hablo al final de este tema, pero empezaré por nueve buenas razones por las que los niños no deberían tener deberes.

Por qué eliminar los deberes

  • Las jornadas escolares ya son lo suficientemente largas como para añadirles dos o tres horas. El cole es "el trabajo" de nuestros hijos y no se puede alargar cada día como si no existiera una frontera entre el trabajo y el ocio, la relajación. Este tema se pone de manifiesto perfectamente en una reciente campaña a favor de la eliminación de los deberes que os comentamos.

  • Los deberes impiden dedicar tiempo al juego y a relacionarse con otros niños, a realizar extraescolares que les gusten como un deporte, música... El juego es un derecho de los niños pero parece que en una sociedad obsesionada con las actividades extraescolares impuestas, con la competitividad y con el éxito, el espacio que dedicamos al juego se minimiza. Los niños haciendo deberes se pierden jugar con sus amigos, con sus padres, algo que se debería hacer todos los días y que muchas veces impiden estas tareas.

  • Los deberes impiden dedicar tiempo a la lectura. Podríamos pensar que al hacer deberes también leen, pero no hablamos de ejercicios o de lecturas obligatorias, sino de leer por placer, de coger un cuento o un cómic que me apetece. Los niños también tienen derecho a que les contemos cuentos, pero muchas veces al acabar la jornada y haber pasado la tarde haciendo deberes con los niños, no quedan tiempo ni fuerzas para hacer de cuentacuentos.

  • Los deberes causan tensiones familiares, ya que se condiciona el tiempo libre de todos. Lo que podría ser una tarde o un fin de semana relajado se convierte en un tira y afloja con los niños porque tienen que hacer los deberes y en una obligación nuestra cuando tenemos que sentarnos con ellos a hacerlos. Puede que, si a los deberes se les suman exámenes, incluso haya familias que se ven obligadas a suspender alguna actividad de ocio, alguna salida el fin de semana o simplemente una sesión de películas en casa por culpa de estas tareas. Si esto sucede una semana tras otra y un fin de semana tras otro, y más cuando los niños son pequeños, la convivencia se resiente.

  • No se fomenta el trabajo autónomo, ya que el alumno pequeño la mayoría de veces no ha adquirido en el colegio los conocimientos o destrezas suficientes como para poder desarrollar la tarea que se le encomienda él solo, fuera de clase. Entonces, los padres (cuando pueden) hacen su aparición para ayudar a los niños, pero casi siempre sin que realmente los pequeños hayan aprendido cómo trabajar o resolver cierto problema autónomamente.

  • Por lo que acabamos de comentar, en cierto modo se obliga a los padres a ejercer de profesores, a intentar explicarles lo que tienen que hacer e incluso a hacerlo por ellos, porque nos han dicho que parte de la nota del alumno será la realización de las tareas en casa. Esto, en el caso de que los padres seamos capaces de ayudarles. Pero, ¿qué sentido tienen los deberes si los hacemos los padres? ¿No sigue el niño sin aprender realmente? Y lo que es peor, ¿no seguirá aborreciendo estas tareas que no entiende y que no sabe hacer solo?

  • Los deberes promueven tareas repetitivas, mécanicas, idénticas, sin atender a la diversidad de los alumnos. La atención a la diversidad y la educación individualizada son primordiales, pero en la mayoría de deberes que se mandan a casa no se atiende a estos parámetros, de modo que los deberes son una manera de "estandarizar". Para salvar o más bien tapar las diferencias, se les puede mandar a los alumnos tareas repetitivas y mecánicas que tampoco van a ayudarles a aprender. Puede que en el caso de estos deberes los padres no tengan que ayudar a los niños, pero llegamos al extremo de lo absurdo porque comprendemos que son tareas inútiles y desmotivadoras.

  • Los alumnos aborrecen el estudio por cansancio. Lo acabamos de decir y es que estos puntos están relacionados. Todo lleva a lo mismo: a que el alumno no obtenga ningún placer con lo que hace, lo cual, tarde o temprano, le puede llevar al abandono. Necesitamos niños motivados para que aprendan y por desgracia los deberes no suelen tener nada de motivadores.

  • Los deberes aumentan las desigualdades entre las familias por el nivel cultural y económico, ya que algunos padres podrán apoyar a los alumnos y otros no. Familias con más recursos o estudios que se pueden permitir que el niño vaya a una academia, tenga un profesor particular o ayudar a sus niños a hacer las tareas, frente a otras familias que no tengan posibilidades de ayudarlos por desconocimiento ni posibilidades de que otros les ayuden porque cuesta dinero.

Y si ponemos deberes, ¿cómo deberían ser?

Vale, ya hemos dejado claro por qué los niños pequeños no deberían tener deberes. Pero imaginemos un mundo en el que no se pudieran eliminar, un mundo en los que los niños tienen deberes sí o sí. Bien, cambiemos el tipo de deberes para que no sean tan perjudiciales, tan inútiles.

Empecemos señalando que los deberes deberían ser no evaluables, es decir, que no formaran parte de la calificación del niño o niña. Esto quitaría presiones a padres e hijos y no repercutiría en la desigualdad de los alumnos que hemos comentado anteriormente.

Los deberes no deberían ser de conceptos no explicados anteriormente, no trabajados o no entendidos por los alumnos, de modo que en todo caso sirvan para ampliar o reforzar un conocimiento ya adquirido. Esto podría significar que en una misma clase unos alumnos podrían llevar un ejercicio que para otros resulte demasiado avanzado e imposible de resolver por sí mismos, de modo que, si atendemos a la diversidad, los deberes tendrían que ser diferentes (algo impensable con las ratios y los refuerzos en las aulas).

Por otro lado, ¡qué distintos serían los deberes si se hicieran a través de juegos! Porque jugando, el niño está motivado y la motivación es clave y base de cualquier aprendizaje. Implicar al niño en la tarea, siendo activo, creando.

Claro que el sistema de libros de texto que predomina en la educación no es el más adecuado para ello, pero ya se ve en muchos libros que se incorporan ejercicios prácticos, con juegos, muy experimentales y que atraen a los niños. Es lo que se consigue trabajando por proyectos, cuando el niño se ve realmente involucrado en el proceso de aprendizaje y muy motivado.

Finalmente, creo que los maestros deberían coordinarse a la hora de poner deberes y también de poner exámenes (que cada vez parece que empiezan antes a hacer controles) de modo que los niños no se vean agobiados ni saturados con tantas tareas al mismo tiempo, o en un mismo fin de semana...

En definitiva, no se trataría de demonizar los deberes sino de cambiar el concepto. Si tenemos nueve buenas razones para eliminar los deberes es porque los deberes tal y como están planteados habitualmente no tienen ningún beneficio. Pero sí puede haber otro tipo de tareas que anime a los niños a aprender, que les diviertan y que no supongan un trance familiar. Vosotros, ¿también sufrís los deberes en casa?

Fotos | Thinkstock
En Bebés y más | ¿Deberían prohibirse los deberes?, Los niños no necesitan hacer deberes para aprender

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