Según una encuesta llevada a cabo entre 500 docentes por la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) y publicada en el Heraldo de Aragón, un 43% de profesores afirma que sus alumnos están especialmente desmotivados este curso y un 41% asegura que, fruto de ello, han aumentado los comportamientos disruptivos en el aula.
En este curso tan atípico, los niños y adolescentes han tenido que hacer frente a un panorama educativo completamente diferente y en muchos casos está pasando factura. La desgana, el abatimiento y el desinterés por los estudios parecen ser denominadores comunes entre una buen aparte del alumnado.
¿Qué podemos hacer los padres para motivar a nuestros hijos en esta recta final de curso?
La fatiga pandémica llega a las aulas
Los profesores encuestados creen que el hecho de que el curso pasado la práctica totalidad de los alumnos promocionaran con independencia de sus notas y del esfuerzo realizado, ha hecho que este año se muestren menos interesados en los estudios y los exámenes, pero con expectativas de notas más altas.
Según los docentes, esto a su vez ha influido en comportamientos disruptivos dentro del aula, como "interrumpir la explicación, no participar en los debates o estar continuamente bostezando y sin prestar atención a lo que se habla en clase".
Al margen de esto, lo que es innegable es que los alumnos están saturados. Ha sido un curso de sobresaltos, en el que muchos se han visto obligados a compaginar educación presencial con virtual ante confinamientos y cuarentenas. A esto debemos sumar la fatiga pandémica que también afecta a los niños en forma de desgana, frustración, tristeza, rabia o ira, y al cansancio generalizado que la mayoría suele arrastrar a estas alturas del año.
¿Resultado? Profesores estresados y padres preocupados por el comportamiento de sus hijos en el aula, pues muchos de ellos nunca habían tenido problemas con los estudios.
Siete claves para motivar a los alumnos en la recta final de curso
Si este panorama te resulta familiar, te ofrecemos algunas claves que podrían ayudaros a afrontar la recta final de curso con más energía y ganas:
Empatiza con tu hijo
En primer lugar, es fundamental empatizar con los niños, pues a veces les exigimos demasiado sin pararnos a pensar en lo que todo esto está suponiendo para ellos a nivel emocional.
A lo largo de toda la pandemia los niños nos dan dado (y lo siguen haciendo) grandes lecciones de resiliencia y compromiso social. Se han adaptado al uso de las mascarillas mejor que muchos adultos, han sufrido la separación de sus amigos por los grupos burbuja y han tenido que aprender a trabajar tanto de forma presencial como telemática, con lo que eso puede llegar a suponer a ciertas edades.
Si a los adultos nos está costando esta situación y los cambios de vida que nos hemos visto obligados a adoptar, ¿cómo no va a costarles a los niños? Y es que a veces olvidamos que aunque parezca que se adaptan a los cambios con facilidad, no significa que no sufran por ello.
Por tanto, entiende a tu hijo, anímale a expresar lo que siente, valida sus emociones y ayúdale a manejarlas de forma positiva. Todos necesitamos estar tristes o enfadados en un momento dado, pero también ayuda para superarlo.
Ayúdale a reparar los errores
Pero sentir tristeza o ira no valida el hecho de que tenga comportamientos disruptivos en clase o falte al respeto a profesores o compañeros. En este sentido, es importante hacer ver al niño que ciertos comportamientos o actitudes suyas afectan directamente a otros, por lo que es necesario repararlas. ¡Ayúdale a encontrar la forma de hacerlo!
Enfocarse en soluciones
En ocasiones, los padres estamos tan preocupados por intentar solucionar un tema que atañe a nuestro hijo, que nos olvidamos de hacer partícipe al niño de su propio problema.
En este caso concreto, en el que el problema es la desmotivación, la falta de interés en los estudios o las malas notas, es normal (y recomendable) que preguntemos a sus profesores y tratemos de encontrar la manera de encauzar este panorama. Pero también debemos pedir opinión a nuestro hijo, preguntarle qué le está pasando, analizar con él las causas de esta desgana y tratar de enfocarnos en soluciones constructivas que ayuden a mejorar la situación.
Fuera etiquetas, juicios y comparaciones
Tu hijo no es un "vago", ni un "distraído", ni un "holgazán". Tampoco "te ha defraudado". Las etiquetas son tremendamente dañinas para la autoestima del niño y no le ayudan a mejorar. Ocurre lo mismo con los castigos, chantajes y amenazas, que lejos de arreglar la situación tienen un efecto devastador.
Por otro lado, aunque tu hijo haya bajado notablemente su rendimiento con respecto a otros años, recuerda que este curso las cosas son muy diferentes, por lo que no debes compararle con lo que hacía tiempo atrás. Es decir, frases como "¡pero si tú nunca has sacado malas notas!", no tienen ningún sentido en el panorama actual. Tampoco compararle con otros niños, pues cada cual vive sus propias circunstancias.
Que las rutinas no se descontrolen
Los expertos siempre insisten en la importancia de mantener unas rutinas en la vida de los niños, pues esto les aporta seguridad y confianza. Pero con el curso a punto de finalizar y el verano a la vuelta de la esquina, es normal que los horarios se descontrolen.
Sin embargo, en la medida de lo posible debemos procurar que los niños hagan sus deberes siempre a la misma hora y en el mismo lugar, y que se vayan a la cama pronto, para asegurarles un correcto descanso. Y es que si no duermen el número de horas recomendado se levantarán cansados e irascibles, y esto también repercutirá en su comportamiento en el aula.
Recargad energías cada día
Todos estamos cansados de esta situación, tanto los niños, como los adultos. Ya hemos visto cómo les afecta a ellos, pero en nuestro caso también nos produce frustración, tristeza y estrés. Por eso, si sientes que últimamente pierdes los nervios con facilidad debes saber que es completamente normal, pero hay que poner remedio para que la situación no afecte al clima familiar.
Y es que de lo contrario entraremos en un horrible círculo vicioso difícil de romper, pues si los adultos estamos estresados, gritaremos a nuestros hijos y nos desconectamos de ellos. Los niños perciben esa desconexión y fruto de ello se comportan de forma incorrecta para llamar nuestra atención. ¡Y vuelta a empezar!
Por eso es necesario recargar nuestras energías cada día con actividades que nos ayuden a liberar tensión, relajarnos, disfrutar y conectar con nuestros hijos. El deporte en familia, técnicas de relajación o las manualidades son excelentes planes para llevar a cabo diariamente y lograr esa conexión que tanto nos beneficiará a ambos.
Las notas no son lo importante
Y por último es importante recordar que las notas que saque nuestro hijo este curso no le definen ni van a marcar su futuro, por lo que no le demos más importancia de la que tiene.
Esto no quiere decir que tenga vía libre para hacer lo que quiera en el colegio, pues es necesario que entienda la importancia de involucrarse en sus estudios y esforzarse por mejorar cada día, tanto a nivel académico como en cualquier otra faceta de la vida. Por eso, si observamos que nuestro hijo se está esforzando pero los resultados no acompañan, no añadamos más presión o estrés a su situación y busquemos la forma de alentarle y animarle.
En todo caso, si tenemos cualquier duda o preocupación, se aconseja consultar con un especialista que nos ofrezca pautas más personalizadas en función del problema concreto de nuestro hijo.
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