Las pérdidas vaginales de flujo durante el embarazo pueden ser diferentes a las que la mujer experimenta en otras etapas de su vida, según el ciclo menstrual. Pero la mayoría de pérdidas son normales y no deben preocuparnos.
El flujo claro y lechoso es muy parecido al que las mujeres suelen tener antes del periodo menstrual, aunque puede que en ocasiones sea más abundante, lo que se conoce como "leucorrea". Debido a ese aumento de intensidad, muchas mujeres prefieren llevar un salvaslip o pequeña compresa para sentirse más cómodas y seguras.
Lo que no deben usarse durante el embarazo para retener el flujo vaginal son tampones, ya que podrían propiciar la aparición de una infección. Es aconsejable también una ropa interior de algodón y mantener la zona genital limpia y seca para evitar infecciones, aunque sin llegar a la obsesión.
Esta puntualización es necesaria, ya que si lavamos demasiado a menudo la zona podemos eliminar la flora protectora natural de la vulva y sentir molestias al tiempo que facilitar la entrada de bacterias y producir vaginitis bacteriana. Con la ducha diaria (o dos duchas, por la mañana y por la noche) es suficiente.
Este tipo de flujo es más abundante durante la gestación en parte debido a la mayor producción de estrógenos y al aumento del riesgo sanguíneo hacia la zona vaginal.
¿Cuándo debería preocuparnos el flujo vaginal en el embarazo?
Del mismo modo que ese flujo blanquecino es normal, puede haber otros tipos de flujo durante el embarazo que indiquen la presencia de una infección. En este sentido, los síntomas de vaginitis serían la presencia de un flujo amarillento, verdoso o espeso, acompañado de mal olor, ardor, picor, enrojecimiento o dolor.
En estos casos hay que acudir al médico (incluso aunque hayamos sufrido alguna infección similar en el pasado y pensemos que sabemos cómo tratarla) y este confirmará la infección y mandará el tratamiento adecuado, que dependerá del tipo de infección.
Para infecciones por levaduras que podrían transmitirse al bebé durante el parto el especialista puede recetar supositorios, geles, pomadas o cremas vaginales (se trata de una infección recurrente que suele volver tras el parto).
Si se trata de una vaginitis bacteriana, el médico receta un tratamiento oral inmediato.
Si estamos ante una infección de transmisión sexual se recomienda no mantener relaciones sexuales hasta que la mujer y su pareja ya no tengan la infección, o el uso de preservativos.
Os recordamos en este punto los consejos para prevenir infecciones vaginales durante el embarazo: la higiene íntima moderada y no excesiva, el secado tras la ducha para evitar que la zona de la vulva esté húmeda, evitar prendas ajustadas, limpiarse siempre de delante hacia atrás después de ir al baño...
Falso flujo vaginal y signos de alerta
Por supuesto, si lo que notamos no es pérdida de flujo sino pérdida de sangre durante el embarazo, hay que acudir al médico en el caso de pequeñas pérdidas y urgentemente al hospital si es el caso de una perdida abundante por el riesgo de aborto.
Lo mismo sucedería si las pérdidas no son de flujo sino de líquido amniótico, lo cual podría suceder sobre todo en la recta final del embarazo.
También al final de la gestación podemos notar un aumento repentino de flujo mucoso, espeso, de color transparente o amarillento o marrón, a veces teñido de sangre, con tonos rosáceos o rojizos: este podría ser el tapón mucoso del embarazo que se esta desprendiendo, lo que indica que el momento del parto se aproxima.
Pero como hemos explicado, en el caso del flujo vaginal durante el embarazo hay que distinguir entre las pérdidas normales que no deben preocuparnos (blancas, lechosas, inodoras o con olor leve) y aquellas que pueden indicar que existe una infección (de color distinto al blanco y con mal olor).
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