
Criar a un niño no es solo asegurarse de que coma bien o duerma lo suficiente. Es también enseñarle a moverse en un mundo lleno de relaciones, emociones y conflictos.
Los niños que logran construir vínculos sólidos, resolver problemas de manera eficaz y manejar sus emociones no han nacido con un manual de instrucciones bajo el brazo.
Han crecido en un entorno donde sus padres han sido su guía. Kelsey Mora, experta en crianza, explica en la CNBC que, si quieres que tu hijo tenga habilidades sociales fuertes, hay siete cosas que debes hacer, porque esto es lo que hacen estos padres:
1. Enseñan a sus hijos a identificar y expresar sus emociones
Las emociones no son enemigas que hay que suprimir, sino compañeras de viaje que nos ayudan a entendernos a nosotros mismos. Los niños con una buena inteligencia emocional han aprendido en casa que todas las emociones son válidas.
Un padre que dice: "Veo que estás frustrado porque tu juguete se rompió. Es normal sentirse así" está enseñando a su hijo que las emociones no son peligrosas, sino experiencias que se pueden gestionar. En cambio, frases como "No llores, no es para tanto" solo enseñan a reprimir lo que sienten.
2. Mantienen conversaciones honestas, incluso sobre temas difíciles
Hablar con los niños sobre temas complicados como la muerte, el divorcio o la enfermedad no es fácil, pero evitarlos no los protege. Un niño que crece con respuestas claras y adaptadas a su edad aprende que puede preguntar sin miedo.
"El abuelo ha muerto y eso significa que no volveremos a verlo, pero siempre podemos recordarlo y hablar de él" es una explicación simple pero sincera. Esto genera seguridad y confianza en el vínculo con sus padres.
3. Fomentan la empatía con preguntas y ejemplos
La empatía no se enseña con discursos, sino con el ejemplo y la práctica diaria. Un padre que dice: "Mira la cara de tu amigo, ¿crees que se ha puesto triste cuando le quitaste el juguete?" está ayudando a su hijo a comprender los sentimientos de los demás.
Además, los niños aprenden más de lo que ven que de lo que escuchan, así que si los adultos resuelven sus diferencias con respeto y calma, los niños harán lo mismo.
4. Ponen límites claros y consistentes
Criar con amor no significa decir "sí" a todo. Los niños necesitan límites para sentirse seguros. Un "Entiendo que quieras seguir jugando, pero ahora es hora de dormir" es mucho más efectivo que ceder a cada berrinche. Los límites firmes pero amorosos ayudan a los niños a desarrollar autodisciplina y respeto hacia los demás, dos pilares fundamentales de las relaciones saludables.
5. Enseñan a sus hijos a resolver problemas en lugar de solucionarlos por ellos
Cada vez que un padre dice: "¿Qué podrías hacer para arreglar esto?" en lugar de resolver la situación por su hijo, está ayudándolo a desarrollar confianza en sí mismo.
Si un niño se pelea con un amigo, en lugar de intervenir de inmediato, los padres pueden guiarlo con preguntas como: "¿Cómo crees que podrías hacer las paces?". Esto les enseña a pensar antes de actuar y a buscar soluciones por sí mismos.
6. Juegan con sus hijos y les dedican tiempo de calidad
El juego no es solo entretenimiento; es la forma natural en la que los niños aprenden. Un padre que se sienta en el suelo y construye un castillo de bloques está fortaleciendo el vínculo con su hijo y, al mismo tiempo, desarrollando su creatividad y capacidad de cooperación.
No hace falta dedicar horas interminables, pero sí pequeños momentos de atención plena donde el niño sienta que es importante.
7. Preparan a sus hijos para afrontar el mundo
Los cambios y las nuevas experiencias pueden ser aterradores para los niños. Pero un padre que anticipa lo que va a suceder y lo explica con calma reduce el miedo y la incertidumbre. "Mañana irás al dentista. Te mirará los dientes con un espejo y quizás sientas un cosquilleo, pero estaré contigo todo el tiempo" es una forma de ayudar a un niño a sentirse seguro.
Además, ensayar cómo decir "no" o cómo pedir ayuda en situaciones difíciles les proporciona herramientas para moverse en el mundo con confianza.
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