A la hora de acondicionar nuestro hogar para atender las necesidades de los niños, una de las grandes dudas que se nos suele presentar a los padres de dos o más hijos es cómo organizar sus dormitorios: ¿es mejor que duerman separados o juntos? ¿Qué pros y contras tiene cada opción?
La realidad es que no existe la opción perfecta, pues dependerá de las necesidades de cada familia y de las preferencias que tenga el propio niño. Pero si te estás planteando el hecho de que tus hijos compartan dormitorio, te contamos qué beneficios les aporta en su desarrollo, así como qué inconvenientes podrían aparecer.
Tranquilidad y confianza
La primera gran ventaja que tiene el hecho de que los hermanos compartan habitación a la hora de dormir es que se mitigan los miedos. Y es que entre los niños, especialmente si hablamos de los más pequeños, suele ser habitual que manifiesten miedo a la hora de irse a la cama (miedo a la oscuridad, miedo a los monstruos, miedo a la soledad...), o que aparezcan terrores nocturnos o pesadillas.
Por eso, irse a dormir en compañía así como saber que tienen a alguien a su lado durante la noche, puede ayudarles a relajarse y afrontar el sueño con más calma y confianza.
Favorece la rutina de sueño
El momento de irse a la cama no siempre es aceptado de buen grado por los niños, pero cuando lo hacen en compañía de un hermano la cosa suele cambiar. Y es que irse a la cama juntos puede acabar convirtiéndose en un momento especial y divertido que los hermanos aprovechen para leerse un cuento o contarse cómo les ha ido el día.
Como hemos mencionado en el primer punto, esto no solo les ayuda a sentirse más relajados, tranquilos y sin miedos, sino que contribuye a mejorar su descanso y a favorecer una rutina de sueño, especialmente cuando el hermano que tiene estos hábitos más afianzados "tira de las riendas" del otro, ayudándolo a acostarse antes y a conciliar mejor el sueño.
Tolerancia y respeto
Desde que son pequeños debemos educar a nuestros hijos en la importancia de prestar atención a las necesidades de quienes tenemos al lado, así como respetar y servir a los demás dentro de nuestras posibilidades y capacidades.
Cuando los hermanos comparten habitación refuerzan el respeto y la tolerancia hacia el otro, aprenden a tener en cuenta los gustos de quien tienen al lado, sus ritmos, necesidades y opiniones, así como a ser empáticos y cuidar el uno del otro.
Fomento de la autonomía
Pero para que un hermano pueda ser respetuoso con el otro cuando comparten el mismo espacio, es imprescindible hacerse responsable de su propia parcela (su parte de armario, su cama, los espacios donde guarda sus objetos personales...) ayudando así a mantener el orden y limpieza general de la habitación.
Esto no solo ayudará al niño a desarrollar ciertas competencias, responsabilidad y autonomía, sino que enseguida se dará cuenta de que gracias a su pequeña contribución la convivencia con su hermano será más fácil o mejorará, y esto acaba repercutiendo positivamente en el buen funcionamiento del hogar.
Cooperación y resolución de conflictos
Compartir un mismo espacio obliga a los niños a trabajar en equipo y ayudarse mutuamente para mantener su habitación ordenada y favorecer así la convivencia.
Pero cuando dos personas conviven también pueden surgir conflictos en un momento dado, por lo que deberán aprender a resolverlos desde el respeto, el diálogo y la negociación, trabajando así una de las competencias más importantes de la vida.
Aprenden a compartir
Sabemos que los niños no nacen sabiendo compartir (ni si quiera en el caso de los hermanos), pues se trata de una cualidad que irán adquiriendo con el tiempo y que requiere de aprendizaje y observación a través del ejemplo.
Pero cuando dos hermanos comparten habitación es posible que este aprendizaje se acelere, anteponiéndose la solidaridad al individualismo. De este modo, compartir juguetes, objetos o espacios (por ejemplo, sentarse en la misma mesa para colorear, o incluso compartir la misma cama en un momento dado) se vuelve algo natural y cotidiano.
Afianza vínculos
Por último, y como consecuencia de todo lo anterior, la relación entre hermanos se verá fortalecida y serán innumerables los momentos, anécdotas y vivencias que recuerden, ya que el tiempo juntos será mucho mayor compartiendo habitación que si cada uno tuviera su propio espacio.
Algunas desventajas...
Pero lógicamente, compartir habitación no va a asegurarnos estos beneficios en todas las ocasiones, y además puede haber alguna desventaja que haga que los padres reconsideren la idea. Entre las más habituales destacan:
La alteración en los ritmos de sueño cuando, en contra de lo que mencionábamos al inicio, uno de los hermanos tiene las rutinas de sueño menos interiorizadas y lastra el descanso del otro. También puede ocurrir que se de esta circunstancia en el caso de hermanos con una diferencia de edad acusada y ritmos de sueño diferentes, así como en situaciones puntuales que afecten al descanso del otro (por ejemplo, cuando un hermano está malito e incomoda al que duerme a su lado, cuando está pasando por una época de pesadillas y se despierta con frecuencia...)
También hay quien considera que los niños necesitan tener su espacio, no solo para desarrollar sus propios gustos e individualidad, sino para disfrutar de la soledad y la independencia en un momento dado sin que otros estén presentes.
En cualquier caso, estas necesidades no suelen aparecer antes de la la pre-adolescencia, por lo que llegado el momento, y siempre que exista esa posibilidad, se podría plantear la opción de separar los dormitorios si así lo quieren. Igualmente, al llegar a una determinada edad, los hermanos de diferente sexo que comparten habitación podrían sentirse incómodos ante la presencia del otro, por lo que si se diera esta situación también podría ser necesario separarlos.
Fotos | iStock, Pixabay
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