Diario de una madre que da leche artificial con amigas que amamantan

Como os habréis dado cuenta por la cantidad de entradas en las que hablamos de lactancia materna, en Bebés y más tratamos de hacer promoción de la lactancia por una razón fisiológica: la glándula mamaria de la mujer tiene la misión de continuar con el trabajo que la placenta no puede terminar en nueve meses de gestación, aportando nutrientes, hormonas e inmunoglobulinas que ayudan al bebé a desarrollarse y adaptarse mejor al mundo al que llega.

Vamos, que la lactancia materna es lo normal, y como tal, tratamos de acercar la mayor información a las madres para que no queden dudas a la hora de tomar la decisión final sobre el modo de alimentar a su bebé.

Una vez una la madre tiene la información, su decisión debe ser respetada por todos y todas; y sin embargo sigue sucediendo, sigue pasando, que se siguen juzgando unas a otras, en una guerra que dudo que esté cerca de acabar. Por eso hoy he querido dar una vuelta de tuerca a este asunto y traeros el que podría ser un punto de vista de una madre que da biberón: el diario de una madre que da leche artificial con amigas que amamantan.

Diario de una madre que da biberón

Día 9 del bebé:
He salido a la calle con él y me he encontrado con Lucía. La conocí en el curso de preparación al parto y su bebé tiene tres semanas más que el mío. Después de un rato hablando me ha dicho que lo ve majísimo y que "estará a teta, claro":
- Pues no - le contesto - está con biberón. No me preguntes por qué, pero una de las cosas que tenía más claro es que no quería amamantar.
- Pero ¿por qué? ¿No sabes que es mucho mejor? ¿No sabes que la leche materna tiene defenesas? ¿Es que quieres que se te enferme de algo grave? ¿No sabes que...

Día 11 del bebé:
He quedado con Emma, fuimos juntas al colegio, nos conocemos de toda la vida. Uña y carne. Hasta llegamos a salir con el mismo chico en épocas diferentes... nunca nos hemos tirado los platos en este sentido. Tiene dos hijas preciosas a las que dio pecho. Me regaló un libro de un tal González en el embarazo, sobre leche materna, que apenas ojeé, porque tenía bastante decidido que no amamantaría:
- Ya tenía ganas de verte... pero con las niñas de vacaciones, ya sabes... Bueno, dime, ¿qué tal todo?
Al rato me pregunta si le doy pecho: ¿Al final le das teta?
- No Emma, ya te dije en el embarazo que no le iba a dar pecho.
- Pero... ¿y el libro que te regalé? ¿No te lo leíste? Pero... si está muy bien explicado... si allí lo dice todo. Que es muy bueno para el bebé, que... de verdad, es que es su derecho ser amamantado, ¿por qué no les has dado? Me podrías haber preguntado, o ir a un grupo de apoyo, o...

Día 14 del bebé:
Hoy me he visto con Laura y Esther. Son dos amigas de las de siempre, también. Laura no tiene hijos y Esther tiene una bebé de dos meses. Hemos estado hablando de todo un poco, y en un momento su hija se ha puesto a llorar. La ha amamantado y le he preguntado:
- ¿Qué tal la teta, Esther?
- Muy bien, tía. Me va genial. Se cogió muy bien y está cogiendo un montón de peso. En unos días voy a la enfermera otra vez, pero ya me dijo que iba todo estupendo. ¿Y tú, qué hiciste al final? Porque nunca nos hablabas de esto...
- Yo le doy biberón - les digo dirigiéndome a las dos - No sé, ya sé que la leche materna es lo mejor, pero no me veo capaz de tenerlo todo el día enganchado al pecho, siendo la única responsable de su bienestar, totalmente dependiente de mí... necesito saber que él también va a estar ahí, que va a poder cuidar del bebé en cualquier momento, que no va a tener que llamarme desesperado porque el bebé llora. Necesito que lo hagamos juntos, él y yo. Incluso alimentarle.
- Claro, esto es cosa tuya - me dicen las dos.

Día 18 del bebé:
Hoy he ido a la enfermera para controlar el peso. Va todo perfecto. En la sala de espera el bebé ha llorado y he preferido darle ya el biberón que llevármelo así, llorando, a casa. Estamos cerca, pero no era plan. Le he dado el biberón y una chica me ha preguntado si no le daba pecho. He dudado si contestar o no, pero al final lo he hecho. Le he dicho un escueto "No".
- Pues yo sí le he dado al mío y va genial. Es una pena por el bebé, porque se crían mejor y luego cogen menos enfermedades. Pero bueno, cada cual que haga lo que quiera, ¿eh?
- Sí, exacto.
Se añade otra madre a la conversación:
- No digas tonterías, si las leches hoy en día tienen de todo. Ya no les falta de nada y los críos si se tienen que poner malos se pondrán igual, y si no tienen que ponerse malos, pues no se pondrán. Mira el mío, con biberón y apenas se pone malo... y luego hay otros que con teta están siempre cogiendo cosas.
- Claro, siempre hay casos particulares, pero en general, si juntas a todos los niños de teta y a todos los de biberón, los estudios dicen que los de teta enferman menos - ha contestado la otra madre.
Han seguido debatiendo sobre el tema y seguían con ello cuando se ha acabado el biberón. Me he levantado y me he ido. Empiezo a estar harta de esta historia.

Día 20 del bebé:
Hoy ha venido a verme Ana, es del grupo de amigas de siempre, también, pero vive en la otra punta del país y se viene a pasar unos días con la familia y así de paso conoce al bebé. Después de un rato de hablar de mi parto, de sus partos y de cómo sus hijos le han cambiado la vida, el bebé ha llorado y él lo ha venido a buscar para darle un biberón. No ha dicho nada, pero se ha quedado seria... sonriendo forzadamente. La he visto incómoda, así que he hablado yo:
- Mira, qué mal... tenemos que darle biberón.
- ¿Y eso?
- Ha sido imposible, por poco se me muere, totalmente deshidratado con mi pecho, no hubo manera. Fui a la matrona, al gine, al pediatra... y como no me ayudaban fui a un grupo de lactancia, como me recomendó Emma. No hubo manera, el niño estaba fatal, me sangraban los pechos, no conseguían que se cogiera, perdió tanto peso que lo ingresaron 5 días en el hospital, a punto de meterlo en la UCI.
- ¿Qué dices? ¿Te hicieron analítica?
- Sí, todo normal. Lo he pasado fatal, pero ahora lo veo feliz con el biberón y digo "bueno, es lo que hay... tendré que vivir con ello". Solo pasa una cosa... lo llevo tan mal que no quiero ni hablar de ello. Te lo cuento a ti porque eres una de mis mejores amigas, pero cada vez que lo explico me vengo abajo.
- Oh, claro. Cómo te entiendo. Lo siento mucho.
- ¿Podrías decir a las otras por WhatsApp que no me hablen mucho de este tema? Aún tengo que ver a unas cuantas y me vendré abajo. - Claro. ¡No te preocupes! Para eso estamos las amigas.

La guerra de la leche; la guerra de las madres

Cada vez que se habla de leche materna, de algún efecto que tiene sobre el cuerpo del bebé que la leche artificial no tiene, salen mujeres defendiendo su opción de dar el biberón. Cada vez que se habla de leche artificial, de lo bien que le va a alguien con biberón, salen mujeres defendiendo la lactancia materna.

Es la guerra de la leche, es la guerra de las madres, que no debería existir porque lo importante es que haya apoyo de unas a otras, pero existe. Las unas sienten que se les acusa de ser peores madres, por no hacer lo mejor por sus hijos. Las otras intentan no herir, pero caen a menudo en el juicio de valor y acaban perdiendo el respeto en su intento de informar y aleccionar a las otras madres, por si estuvieran dando biberón por una falta de información o conocimientos.

Y es un debate que acaba doliendo porque nadie quiere sentirse juzgada ni menospreciada por una decisión que tomó, la de dar biberón directamente, o por una decisión que no tomó, cuando quería dar el pecho y no lo consiguió.

¿Por qué la autora del "Diario de una madre que da biberón" no dio pecho? ¿Por qué? No lo dice... solo da algunos detalles, pero no lo explica definitivamente porque en realidad los demás no tenemos por qué saberlo, y ella no tiene por qué justificarse. Quizás su relación no va demasiado bien y piensa que la implicación del padre en el cuidado del bebé pueda ayudar; quizás tiene alguna enfermedad y sabe que habrá días en que no podrá estar presente y necesita que el papá pueda hacerse cargo del bebé desde el principio; quizás es una decisión fruto de sucesos pasados que no ha superado y no se ve capaz de ser la responsable principal del cuidado de su hijo; quizás no es nada de eso y simplemente prefiere que los dos tengan un papel igualitario porque cree que ese es el mejor modelo de maternidad y paternidad. Da igual.

Es decir, a los demás nos tienen que dar igual las razones por las que una madre decide amamantar o por las que decide no hacerlo.

Pero, se puede preguntar, ¿no?

Claro. Yo como enfermero pregunto cuando me dicen que han dejado el pecho, por saber la razón y por dar información si hay algún error. En más de una ocasión la madre me ha dicho que era por algo que podría haberse solucionado o que se puede solucionar: por un medicamento que creía incompatible y en realidad no lo era, por la presión de la familia, porque alguien le ha dicho que a partir de cierta edad ya no tiene sentido, o... y a veces lo hemos hablado y ha vuelto a amamantar, de igual modo que otras veces la madre prefiere no volver a hacerlo. Yo sólo informo, y ellas deciden.

Pues como amigos o amigas, o como conocidos o desconocidos, lo mismo. Si hay confianza se puede hablar de ello, si a la madre le apetece. A veces preguntar sirve para conocer sus razones y entender por qué una madre da biberón y no pecho. Y a veces no lo entiendes, porque lo harías de un modo totalmente diferente, y no pasa nada: "yo no lo veo como tú, pero tú eres la madre y yo ahí no tengo nada que decir. Siempre respetaré tu elección, aunque no la comparta". Y es que respetar no es estar de acuerdo, sino no decirle a alguien lo que debería haber hecho.

¿Por qué tantas susceptibilidades?

Pues supongo que porque la leche materna es el modo idóneo de alimentar a un bebé, pero también es el que requiere más dedicación. Sólo la madre puede hacerlo, la demanda es más frecuente que con biberón y las noches tienden a ser un poco más duras: sí es verdad que con teta se duermen antes en los despertares, pero parece que los bebés se despiertan más. Entonces, las madres que amamantan saben que deben dar más de sí, que se entregan más a la maternidad, al bebé, pero lo dan todo por bueno porque saben que están haciendo lo mejor por sus hijos.

Entonces cuando llega alguien explicando las que considera bondades del biberón, que así lo da también el padre, o la abuela, o el hermanito..., que así saben lo que come, que así puede dormir ella más y más el bebé, que así no se tiene que preocupar por el peso, etc., se establece el debate entre unos "beneficios" y otros. Un debate que llega a discusión porque sí, con el biberón descansas más, pero "ya no estás haciendo lo mejor por tu hijo".

Y la discusión pasa entonces al terreno de la dedicación, del compromiso, del ver cuál es una madre mejor o más sacrificada. Porque "si me dice que no le doy lo mejor me quiere decir que soy peor madre que ella", y por el otro lado, "que duerma lo que quiera y le dé los biberones quien quiera, pero eso afecta al vínculo con el bebé, y ese bebé crecerá desapegado y falto de tiempo con su madre".

Y que nadie diga que la leche artificial es una opción

Y esto también sucede. En realidad, la leche materna es lo normal, como hemos dicho, y la artificial una solución por si no se puede amamantar a un bebé. Pero su mera existencia y el estar al alcance de cualquier mujer la convierte en una alternativa. Una madre puede amamantar a su bebé o puede ir a la farmacia, comprar leche y alimentar así a su hijo. Nadie le dirá nada, nadie le pedirá una receta o un comprobante conforme su hijo debe alimentarse de ese modo, así que una mujer puede escoger cómo hacerlo.

Sin embargo, uno de los argumentos prolactancia que más se puede leer y oír es el que dice que la leche artificial no puede considerarse una opción, que no es una alternativa, que sólo está para las mujeres que no pueden dar pecho. Por eso cuando una mujer como la del Diario explica que no amamanta todos esperan saber por qué. Necesitan la justificación. Necesitan que ella diga "lo intenté, pero no pude". Porque entonces sí que la aceptan como una buena madre: "ah, vale, que lo intentaste...".

"¿Pero mucho o poco?", porque si lo intenté ayer y no me salió y hoy le he dado biberón, entonces no sirve. Tienes que haberlo intentado, tienes que haber llorado, tienes que haber sufrido, tienes que haber ido a todos los lugares posibles, a todos los profesionales habidos y por haber y haber leído en todas partes. Tienes que haber agotado todas las posibles soluciones. Y entonces, cuando hayas hecho todo eso, serás digna de ser aceptada moralmente como una madre que da biberón pero ama incondicionalmente a su bebé.

Es como si el hecho de considerarla una opción fuera un peligro para la lactancia. Como si la libertad de elegir de una mujer fuera peligrosa, porque entonces la mayoría buscaría la opción más cómoda para ellas. Como si el juicio, la crítica y la presión sobre las madres que dan biberón estuviera justificada porque en realidad no están ayudando a promover la lactancia, no están haciendo lo mejor y solo quedan libres de culpa si lo han intentado y se sienten fatal por no poder hacerlo.

Pero la lactancia artificial sí es una opción. Y los profesionales tenemos que seguir informando para que se sepan cuáles son las diferencias, y por qué es peor para el bebé no tomar pecho. Y tenemos que seguir formándonos para ayudar a las madres que tienen problemas, sobre todo a ellas, para que no fracasen lactancias que podrían funcionar y fallan por falta de ayuda. Y dejar de juzgar entre todos y todas a las mujeres que dan biberón porque cada una tiene sus razones y no es plato de buen gusto recibir comentarios, juicios y presiones constantemente, hasta el punto que acaban por mentir para que las dejen en paz.

Porque la lactancia no tiene que escogerse porque los demás te presionen y atosiguen, sino porque creas que es lo que debes y quieres hacer.

Fotos | iStock
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