Existen diferentes criterios sobre los motivos que originan la ingurgitación, y por ello también hay diferentes soluciones para la prevención y el tratamiento.
Estas molestias son debidas en parte al enorme aumento de flujo sanguíneo que se precisa para iniciar la producción de la leche. Durante la primera semana después del parto, cuando el calostro cambia para ser leche, las mamas llegan a llenarse. Esto suele disminuir entre el tercer y quinto día, pero si el bebé no saca la leche a medida que se va formando y se acumula en los alvéolos mamarios, provoca que los senos se pongan más duros, calientes y causen dolor. Si tu bebé realiza sus tomas correctamente y vacía las mamas, tomando día y noche a demanda, no debería haber riesgo de sufrir congestión mamaria, pero si aún así notas los pechos duros, o al bebé le cuesta agarrarse por lo tensos que están, procura vaciarlos manualmente o con un sacaleches. Es preferible hacer la extracción o darle la toma después de darte un baño o de ponerte unas compresas de agua tibia sobre los senos.
Si tras la toma persisten las molestias, aunque sólo sea en un pecho, extrae toda la leche que sea necesaria para ablandarlo y si aún así no notas alivio, aplícate unas compresas frías para que desminuya la inflamación. En ocasiones, puede ser necesario recurrir a un analgésico como el paracetamol.
Recuerda que si te saltas alguna toma, debes extraer la leche y las técnicas de relajación y los masajes en el pecho durante la lactancia, te beneficiarán.
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