Además de ser el mejor alimento para el bebé durante sus primeros meses de vida, se ha encontrado que la leche materna y el acto de amamantar tiene múltiples beneficios tanto para el bebé como para la madre.
Un estudio reciente ha encontrado que, en el caso de las madres que padecen depresión después del parto, la lactancia materna tiene efectos positivos en ellas y sus bebés.
Cuando una madre sufre de depresión postparto, el vínculo entre ella y su bebé se ve afectado, pues se ha encontrado que uno de los efectos de este trastorno -además de hacer que la madre tenga dificultades para regular sus emociones- es reducir el tiempo y/o las posibilidades de que ella toque o acaricie a su hijo.
Esta falta de contacto físico derivado de la depresión materna termina por afectar al bebé, quienes en otras investigaciones han exhibido patrones de funcionamiento cerebral similares a los que tienen sus madres cuando padecen depresión, lo que en consecuencia aumentaba el riesgo de tener interacción social atípica y potencialmente desregulada.
Como sabemos, el tacto juega un papel muy importante en el desarrollo del bebé, particularmente en el área socioemocional, y de acuerdo con el estudio, el tipo de alimentación que recibe puede influir en esto.
Según los resultados, el método de alimentación y los patrones de contacto afectivo, así como la actividad bioeléctrica cerebral del bebé, mostraron que el contacto afectivo entre madre e hijo difería en función del estado de ánimo y el método de alimentación (lactancia o biberón).
De acuerdo con los resultados de esta investigación, los bebés en el grupo deprimido y alimentado con biberón redujeron el contacto con sus madres, mientras que la lactancia tuvo un efecto positivo tanto en la madre como en el bebé, ya que los bebés de madres que padecían depresión y que amamantaban, no mostraron desregulación del desarrollo cerebral ni del comportamiento previamente encontrado en los bebés de madres deprimidas.
Los hallazgos del estudio actual proporcionan evidencia preliminar de que el método de alimentación y los síntomas depresivos maternos parecen interactuar para impactar la relación socioemocional entre la madre y el bebé, así como los patrones temperamentales y de desarrollo neurológico del bebé.
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Vía | Baby Gaga
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