Mitos sobre la lactancia materna: para que una mujer tenga suficiente leche debe beber agua en abundancia

La mayoría de datos que se tienen acerca de la lactancia materna son relativamente cercanos en el tiempo, a pesar de que es la alimentación natural del ser humano. El hecho de que durante este siglo la leche artificial llegara incluso a ser recomendada por los médicos hizo que la lactancia materna quedara casi en el olvido y que la investigación fuera también mínima.

Esto hizo que los conocimientos acerca de lactancia estuvieran al alcance de muy pocas personas y que dicho desconocimiento se siga dando en la actualidad, persistiendo muchas de las verdades que se conocían antaño y que ahora han pasado a considerarse casi mitos.

El problema de los mitos de la lactancia no es que existieran en su tiempo (como digo en esos tiempos eran verdades y como tal había que tratarlas), sino que siguen existiendo ahora, porque profesionales sanitarios y el saber popular siguen empeñados en evitar que caigan en el olvido.

Es por esta razón que podría ser interesante tratar algunos de los mitos sobre la lactancia materna más extendidos para así conocer cuál es la evidencia científica actual y cuál el consejo infundado. Para empezar hablaremos de un mito que es bastante famoso: para que una mujer tenga suficiente leche debe beber agua en abundancia.

“Bebe bien de agua y tendrás más leche”

No sé si lo habréis oído alguna vez, pero yo sí, y no pocas. Existe la creencia de que la madre necesita beber más agua de la que le pide su cuerpo para tener más leche. Algo así como “fuérzate a beber un poco más y tu bebé te lo agradecerá”.

Digo que existe la creencia, porque hasta la fecha no hay ningún estudio que apoye esta teoría. De hecho, ni siquiera hay datos que ayuden a demostrar que una mujer que bebe poca agua tendrá poca leche, por lo que a priori, aconsejar beber mucho o beber poco parece estar apoyado por la misma evidencia científica: ninguna.

A más agua, menos leche

A falta de evidencia cualquiera puede pensar: “bueno, que no se sepa no quiere decir que no sea verdad” y en realidad está en lo cierto. Lo que no está estudiado no es que sea mentira, sino que nadie puede demostrar que sea verdad (y normalmente ni habiendo estudios se puede realizar una afirmación categórica). Entonces el sentido común parece decir que cuanto más líquido tenga una mujer en su cuerpo, más líquido generará y, como la leche materna es un líquido generado por el cuerpo, más leche tendrá.

Pues podría ser, pero no lo es. Lo que no se puede afirmar es que a más agua más leche pues, como decimos, no hay estudio que apoye esto, sin embargo sí hay estudios que apoyan lo contrario, que a más agua, menos leche.

En un estudio realizado en 1985 con mujeres lactantes se observó que cuando se forzaba a las madres a tomar agua la producción de leche disminuía, la diferencia no se consideró significativa, sin embargo esto mismo ya se había estudiado en 1939 por Olsen, que en las conclusiones de su trabajo dijo que “la bebida forzada y excesiva no es necesaria ni beneficiosa en lo que se refiere a la lactancia, e incluso podría ser perjudicial”.

En otro estudio similar realizado con 210 mujeres que acababan de dar a luz a sus bebés un grupo tomó el agua que quiso, con un promedio de unos 2 litros diarios. El otro grupo de mujeres tomó un promedio de 3 litros, forzando la ingesta por encima de la sensación de sed. Los resultados fueron los mismos, ya que las mujeres que bebieron más agua produjeron una cantidad menor de leche y sus bebés tuvieron más problemas para aumentar su peso correctamente.

Pero el sentido común dice lo contrario, ¿no?

Decíamos hace unos párrafos que según el sentido común cuanto más líquido tenga una mujer en su cuerpo, más líquido generará y, como la leche materna es un líquido generado por el cuerpo, más leche tendrá.

Parece tener cierta lógica, sin embargo la leche materna no es el único fluido que una mujer genera y si así pensáramos le estaríamos otorgando muy poco valor a su orina, que ofrece al cuerpo femenino (y al masculino) una labor impresionante y muy valiosa.

En todos los estudios comentados se observó que cuanta más agua tomaban las mujeres, más orinaban. De igual modo se vio que aquellas mujeres que tomaban menos agua, orinaban menos, sin afectar ello a la producción de leche.

Conclusión

Cuanta más agua beba una mujer, más veces tendrá que ir al baño a orinar y, por desgracia, menos leche tendrá para su bebé. Esto no quiere decir que una mujer tenga ahora que disminuir conscientemente la cantidad de agua a tomar, sino que debe hacer caso a su sensación fisiológica de necesidad, es decir, a su sed. Ni más, ni menos.

Foto | Qgil en Flickr
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