La OMS recomienda lactancia materna exclusiva durante los seis primeros meses de vida y posteriormente acompañada de otros alimentos hasta los 2 años o más. La leche materna es el alimento ideal para estos bebés, pero, en algunos casos, no es posible o la madre no desea amamantar a su bebé y se recurre a la fórmula infantil. Algunas familias dicen que con fórmula “se crían igual de bien”. Pero, ¿es eso cierto? ¿En qué se parecen y en qué se diferencias ambas?
Un poco de historia
Durante siglos, la única forma de alimentar a un bebé era la leche materna. Si la madre no podía hacerlo, se recurría a una nodriza o a otra madre lactante. Y, si no había leche materna de ninguna manera, se daba leche de vaca, muy poco adecuada nutricionalmente para estos lactantes y de difícil digestión.
Durante siglos, los lactantes que no recibían leche materna sufrían enfermedades por carencias de nutrientes e incluso fallecían. Con la revolución industrial comenzaron a aparecer las primeras fórmulas infantiles. El objetivo al crear estas leches siempre ha sido que se pareciesen lo más posible a la leche materna, pues ésta es el alimento ideal. De hecho, hoy en día las casas comerciales siguen investigando para mejorar sus fórmulas y que se asemejen lo más posible a la leche materna.
Actualmente, sociedades científicas como la ESPGHAN (Sociedad Europea de Gastroenterología, Nutrición y Hepatología Pediátrica) y la EFSA (Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria) indican la composición óptima de las fórmulas infantiles; además, este contenido está regulado por ley.
En qué se parecen la leche materna y la fórmula infantil
En la tabla comparativa que tenemos a continuación podemos ver como la leche materna y la fórmula infantil tienen un contenido de macronutrientes (grasas, hidratos de carbono y proteínas) muy similares. Dependiendo de la bibliografía consultada pueden existir pequeñas variaciones de datos pues varían en función de normativas y recomendaciones, así como de los cambios que puede sufrir la leche materna, pero los datos son similares a los mostrados.
Componentes |
LECHE MATERNA |
FÓRMULA INICIO |
LECHE DE VACA |
---|---|---|---|
ENERGÍA (KCAL/100ML) |
65-70 |
60-70 |
68 |
GRASAS (G/100ml) |
3.5 |
2,9-4,1 |
3.7 |
HIDRATOS DE CARBONO (G/100ml) |
7.1 |
6-9,5 |
6.1 |
PROTEÍNAS (G/100ml) |
0.9-1 |
1.2-1.7 |
3.5 |
Respecto a la energía, el contenido calórico es el mismo (así que huid de aquellos profesionales que os digan que vuestra leche no alimenta). Salvo desnutrición muy extrema de la madre, la leche materna no varía su contenido calórico.
Tanto la leche materna como las fórmulas de inicio tienen un contenido en hidratos de carbono muy similar. El azúcar mayoritario en ambas es la lactosa (90% de los hidratos de carbono de la leche materna).
El contenido total de grasas en la leche materna y en las fórmulas también es similar. Sin embargo, los componentes son diferentes. Las grasas de la leche materna se digieren mucho mejor que las de la fórmula. Parece deberse, entre otros, a que el ácido palmítico de la leche materna está esterificado en posición 2 (beta) de los triglicéridos, mientras que en la fórmula lo hace en posiciones 1, y 3. Además, la leche materna contiene lipasas, enzimas que facilitan la digestión de las grasas.
En las proteínas la diferencia entre la leche materna y las fórmulas infantiles es mayor. La leche materna tiene muy pocas proteínas (pero suficientes para el crecimiento del bebé), debido a que los órganos del lactante aún son inmaduros para su excreción. Entre las proteínas que contiene destaca la alfa-lactoalbúmina (20-25% de las proteínas); es una proteína de alto valor biológico con múltiples funciones (desarrollo cognitivo del bebé, papel inmunológico...) por lo que algunas fórmulas son suplementadas con ella. En las fórmulas predomina la Beta-lactoalbúmina, presente en la leche de vaca, que no tiene papel inmunológico y es más alergénica.
En los últimos años, se ha relacionado un mayor consumo de proteínas en los primeros años de vida con la obesidad; uno de los motivos por el que las fórmulas infantiles han ido disminuyendo su contenido proteico (sin poder llegar, sin embargo, a valores tan bajos como los de la leche materna).
En cuanto a los micronutrientes (calcio, potasio, hierro, fósforo, vitaminas...) las cantidades son también similares. Sin embargo, las fórmulas infantiles tienen un contenido más alto de hierro, calcio y fósforo porque estos nutrientes en la leche materna se absorben mucho mejor.
Otros componentes de la leche materna, como pre y probióticos, DHA, algunos oligosacáridos... se están añadiendo también en algunas fórmulas para tratar se asemejarlas lo máximo posible a la leche materna.
En qué se diferencian la leche materna y las fórmulas infantiles
Como hemos visto, aunque con algunas diferencias, la composición de ambas en cuanto a macro- y micronutrientes es similar. Sin embargo, en la leche materna existen otros componentes "no nutricionales" que tienen funciones muy importantes: hormonas, factores de crecimiento, diversos nucleótidos, inmunomoduladores, anticuerpos... La mayoría de estas sustancias no se pueden incorporar a las fórmulas infantiles.
- Cambia su composición según la edad del bebé. Los primeros 2-3 días tenemos el calostro (muy rico en proteínas y en elementos de defensa), que poco a poco va cambiando su composición hasta llegar a la leche madura. Cuando el bebé crece (más de un año), la leche materna aumenta su contenido en grasas y calorías.
- Cambia su composición a lo largo de la tetada: al principio es más rica en hidratos de carbono, más aguada, y al final más rica en grasas, más saciante.
- Cambia su composición a lo largo del día. Así, la leche materna secretada por la noche contiene más melatonina, hormona encargada del sueño.
- Cambia su composición en función de las circunstancias. Así, la leche de una madre que ha dado a luz a un prematuro no es la misma que la de al que ha tenido un bebé a término. Y cuando un bebé enferma, la composición de la leche materna cambia y aumenta sus elementos de defensa.
Por otro lado, tanto los bebés que toman leche materna como las madres que amamantan tienen beneficios a corto y largo plazo sobre su salud.
Así, los bebés tienen menos infecciones gastrointestinales, sufren menos otitis y menos infecciones respiratorias bajas y tienen menos riesgo de sufrir muerte súbita; además, tienen menos riesgo de diabetes y obesidad en la etapa adulta.
Por otro lado, las madres que amamantan tienen menos hemorragias postparto, menor riesgo de cáncer de ovario y de mama y menor riesgo de diabetes tipo 2. Además, la lactancia materna favorece el vínculo madre-hijo.
En resumen…
La leche materna es única y posee características que no son reproducibles de ninguna manera. La leche materna es el alimento óptimo para el recién nacido y no sólo a nivel nutricional. Por ello, debemos luchar porque las tasas de lactancia materna aumenten.
Sin embargo, a veces no es posible o no se desea amamantar. Hasta la llegada de las fórmulas, los lactantes que no eran alimentados al pecho con frecuencia sufrían importantes carencias e incluso fallecían. Actualmente y en nuestro medio, tenemos la suerte de poder contar con fórmulas infantiles que son seguras y nutritivas para estos lactantes que no reciben leche materna.