Primero, la madre produce el calostro, una sustancia acuosa y amarillenta rica en minerales y vitaminas A, E, K y B12. Es muy fácil de digerir y cumple una acción laxante que ayuda a eliminar las heces producidas en el intestino del niño durante la gestación.
Está compuesto de leucocitos y anticuerpos encargados de proteger al bebé de posibles infecciones intestinales y respiratorias hasta que su sistema inmunológico se desarrolle. Unos días después del parto se produce la subida de la leche propiamente dicha, una sustancia baja en proteínas pero alta en grasas y carbohidratos. Al principio de la toma es ligera y al final se vuelve cremosa. Es este cambio de textura lo que permite que el recién nacido sacie primero su sed y luego el apetito.
La naturaleza es muy sabia. La leche materna tiene los componentes exactos que el bebé necesita para su desarrollo.
Incluso según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el niño estaría bien alimentado con leche materna hasta los dos o tres años de vida, incorporando además otros alimentos.
Vía | El Tiempo En Bebés y más | La lactancia materna desarrolla bacterias beneficiosas para el intestino del bebé En Bebés y más | La importancia del calostro