Cuando te enteras de historias de madres que han sido "invitadas" a cubrirse o directamente echadas de algún sitio por dar el pecho en público, piensas: "son casos aislados, yo he dado el pecho en cientos de sitios y nunca me ha pasado nada". Pero lamentablemente es algo que todavía sigue sucediendo, y también puedes ser una de ellas. Un día te pasa y te sientes señalada, discriminada y humillada por algo tan normal y natural como alimentar o consolar a tu bebé.
Es lo que le ha sucedido a María José Marín Cano hace pocos días mientras visitaba una exposición en CosmoCaixa Elche cuando fue expulsada de la misma por amamantar a su bebé. Ella compartió la historia en su perfil de Facebook y nos ha dado permiso para darle difusión también a través de Bebés y más.
"El pasado martes 10 de octubre de 2017 me encontraba pasando unos días de vacaciones en Elche (Alicante) y asistí a una exposición llamada “Ilusionismo, ¿Magia o Ciencia?” de CosmoCaixa, de la que fui expulsada por dar de mamar a mi bebé.
Relato los hechos tal y como ocurrieron:
En torno a las 18:30h entré en la carpa de la exposición junto a mi hijo mayor de 6 años, un amigo suyo y mi bebé de 13 meses. Ya había comenzado la explicación de la persona encargada de guiar la exposición y nos quedamos rezagados escuchando las explicaciones. Cuando terminó la explicación de la primera área, pasamos a la siguiente sala. En ese momento, mi bebé mostró su interés en salir del cochecito de paseo y tras sacarle de éste, el cochecito se volcó. Cuando me agaché a recogerlo, mi bebé (que estaba en brazos) se golpeó en la cara (junto al ojo) con una barra de metal de color negro que se encontraba en un lateral de la sala que estaba a oscuras (con lo cual no estaba visible ni estaba señalizado). Esta barra era un elemento peligroso colocado de manera negligente en un lugar sin iluminación. Tras el golpe y debido al dolor mi bebé se puso a llorar. Le tomé en brazos y le puse al pecho para calmar su dolor y el llanto y salí al recibidor de la carpa (donde estaba el guardia de seguridad), para no molestar al resto de asistentes, hasta que se calmó su llanto y en ese momento regresé dentro donde estaban mi hijo mayor y su amigo.
Me quedé detrás del grupo de personas que permanecían atentas a la guía de la exposición. Mi bebé continuaba mamando. Pasados unos minutos, la guía de la exposición se dirigió a mí desde su posición (a un par de metros de distancia) y en voz alta me espetó: “Señora, no puede estar aquí, se tiene que ir”. Ante esta frase, le pregunté el porqué y ella me respondió porque no podía dar el pecho en la exposición. Volví a preguntarle el porqué y me dijo: “porque no se puede”. Volví a preguntarle porqué y ella me comentó: “porque son las normas”.
En un último intento de comprender cuál era el problema y a quién podía molestar que yo diera de mamar a mi bebé en una sala a oscuras y en última fila, volví a preguntarle cuál era el problema y ella me contestó: “porque aquí no se puede comer”. Todo esto ocurrió en el contexto de una conversación carente de intimidad y empatía. Me sentí humillada y despreciada. Me sentí muy sola. Nadie, ninguno de los adultos allí presentes pareció sorprendido por lo que ocurría. Nadie nos prestó ayuda ni salió en nuestra defensa.
En ese momento decidí abandonar la exposición. Tras abandonar la carpa y ante la atónita mirada de mi hijo mayor y su amigo, que en ningún momento comprendían qué estaba ocurriendo y cuál era el problema de que un bebé esté mamando (así mismo lo verbalizaron ellos), me tomé un tiempo de reflexión y volví a entrar. Me dirigí al guardia de seguridad y le dije que quería hablar con el responsable de la exposición. Me preguntó acerca de lo ocurrido y se lo expliqué. Y le expliqué que yo no estaba dando de comer a mi bebé, sino que estaba consolándolo porque se había hecho daño con un elemento de la exposición mal señalizado y que se convirtió en un peligro para mi hijo. Le expliqué que la guía de exposición me había echado de la misma.
El guardia de seguridad mostró su incredulidad ante mi relato y me explicó que la norma de no comer se refería a comer alimentos que puedan ensuciar el material de la exposición pero no se refería a dar el pecho. Él me invitó a regresar a la exposición, se lo agradecí enormemente (parecía ser la única persona adulta con sensibilidad que había allí esa tarde. Algo que le honra y agradezco) pero, me parece que es fácil entender y creo que él también lo entendió, que yo no estaba cómoda con la situación y, no solamente yo, sino tampoco los menores que me acompañaban.
Nunca antes en la vida me habían echado de un lugar. Y nunca hubiera podido imaginar que me echarían por dar de mamar a mi bebé. Nadie pareció mostrar interés en mi bebé cuando se puso a llorar, encima que lloraba porque se hirió con un elemento peligroso de la exposición. Y para colmo, me expulsaron por darle el pecho para consolarle.
Soy una madre que ha dado de mamar a su hijo mayor durante 4 años y medio en lugares íntimos, privados y públicos, familiares, profesionales, de ocio y culturales sin que nunca nadie me haya humillado, reprochado o avergonzado por hacer algo tan natural como dar el pecho, ya sea como alimento o como consuelo y amor.
Soy una mujer que se ha sentido discriminada en su derecho a acceder a la cultura, tal y como recoge la ley de igualdad de género. Y sí, dar el pecho forma parte de de mi biología y fisiología de mujer, aunque eso no lo comprenda ni lo respete otra mujer o parte de la sociedad.
Soy una profesional de la Psicología Perinatal preocupada por la salud física, mental y emocional de los bebés y las madres, que trabaja con la evidencia científica aportada por diferentes organismos como la Organización Mundial de la Salud y la Asociación Española de Pediatría que avalan la importancia de la lactancia materna y que además han dado su apoyo a las madres cada vez que se les ha impedido amamantar en espacios públicos. Entendiendo que dichos impedimentos suponen un obstáculo innecesario para las madres lactantes y sus bebés pequeños y mayores.
CosmoCaixa, si vuestras normas no permiten amamantar en vuestras exposiciones, estáis vulnerando los derechos de las madres y de la infancia que protegen la lactancia materna.
Si vuestras normas no prohíben expresamente amamantar a un bebé en vuestras exposiciones, entonces debéis revisar el poder que les dais a ciertos trabajadores para vulnerar los derechos de las madres y los bebés lactantes. Si CosmoCaixa es Ciencia, os pido que mostréis públicamente vuestro apoyo a la lactancia materna. La lactancia materna es pura ciencia.
Por mi parte, decir que me he sentido dolida, desprotegida, avergonzada y humillada como mujer y como madre. Ni que decir tiene, que el mal está hecho y que si escribo esto es para pedir que esta situación no vuelva a repetirse y ninguna otra mujer y su bebé la sufra".
María José Marín Cano
Cientos de muestras de apoyo
Tras hacer pública su historia en las redes sociales, María José ha recibido muchísimas respuestas de mujeres y madres que le han expresado su apoyo incondicional.
La respuesta de CosmoCaixa
Lo primero que hizo la madre tras los hechos fue remitir una carta tanto a CosmoCaixa como a La Caixa exponiendo lo ocurrido y pidiendo tanto una disculpa como una revisión de su personal, así como un compromiso de apoyo a la lactancia materna en todas sus instalaciones.
"Fuera de esa disculpa estándar que circula como respuesta a comentarios en su página de Facebook y en Twitter, no he recibido una disculpa formal y por escrito", señala la madre.
Desde Bebés y más nos hemos puesto en contacto con CosmoCaixa y nos han dado la misma respuesta que han hecho pública en las redes sociales.
En el perfil de Twitter de Entre Madres podemos ver la respuesta que han dado al pedirles explicaciones sobre el incidente:
También han dado respuesta a través de una publicación en el perfil de Facebook de Edurne Esteiro Agirrebengoa.
El daño ya está hecho
A raíz de la historia de María José, muchas madres han contado que ellas mismas han dado el pecho en distintas sedes de CosmoCaixa y que nunca han tenido ningún inconveniente.
Esto significa que parece haber sido una postura personal de la guía que estaba en ese momento a cargo de la exposición a quien, o bien la empresa no informó sobre sus normas, o bien ha tomado la decisión de expulsarla a título personal.
Pero esto es justamente lo que no puede suceder. Que cada quien decida bajo su propio criterio moral. Quiero creer que no es necesario que exista una ley que impida prohibir amamantar en público, pero viendo lo que hay, parecería que es la única defensa que pueden tener las madres lactantes y sus bebés.
Porque cuando sucede y sale a la luz, se piden disculpas (faltaría más), pero el daño ya está hecho. Es hora de que restaurantes, tiendas, hoteles, centros comerciales, centros culturales, aeropuertos y demás sitios públicos se lo tomen en serio, sean contundentes con sus normas e informen debidamente a sus trabajadores.
Y sobretodo, que discriminen la clara diferencia que existe entre comer alimentos y amamantar (no es lo mismo, señores), para que así se eviten en el futuro situaciones tan desagradables como la que ha vivido María José.
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