Uno de los reclamos más importantes de la industria cosmética en cuanto a formulaciones se refiere, es el uso de colágeno. Sabemos que está presente en la piel y que a medida que envejecemos lo vamos perdiendo, por lo que es importante aplicarlo de forma tópica. Sin embargo, incluirlo en nuestra alimentación también puede ser otra forma de prevenir el envejecimiento, además de ayudar a mantener otras estructuras del cuerpo como músculos y articulaciones.
Esta proteína se puede encontrar en la carne de animales (ternera, cerdo pollo, etc), aunque es especialmente abundante en partes con tejidos conectivos, como tendones o cartílagos, motivos por el cual el caldo de huesos, se ha hecho tan popular.
Sin embargo también lo podemos obtener de verduras y frutas, y en esta última categoría hay algunas que destacan: los frutos rojos y azules, en especial los arándanos.
Una fruta que retrasa el envejecimiento de la piel
Hay varios estudios orientados a la prevención y alivio de la osteoporosis que apuntan al consumo de arándanos como un alimento muy beneficioso para los tejidos del organismo porque pueden prevenir la degradación del colágeno. De hecho uno en particular sugiere que es capaz de prevenir la pérdida de esta proteína en la matriz ósea.
Esta fruta es rica en vitamina C y flavonoides (responsables de su pigmento característico), que favorecen la síntesis de colágeno, así que de forma intrínseca combaten la flacidez, aumentan la elasticidad de la piel y evitan la aparición de arrugas prematuras.
Estos componentes también tienen un altísimo poder antioxidante, así que protegen contra el envejecimiento celular que generan los radicales libres que provienen, por ejemplo, de la contaminación y los rayos UV.
La mejor manera de consumirlos es en crudo (aunque si se congelan no pierden sus propiedades), y en cualquier momento del día, ya que poseen mucha fibra, muy poca azúcar y aportan solo 46 calorías por cada 100 gramos.
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