Confirmado: ser excesivamente buen compañero de trabajo es catastrófico para la productividad

Confirmado: ser excesivamente buen compañero de trabajo es catastrófico para la productividad
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Ser un buen compañero de trabajo es algo que en principio todos deberíamos hacer, pues un entorno de trabajo donde existe el respeto mutuo y la buena comunicación hacen que ir a trabajar sea una experiencia agradable.

Por otro lado, tiene muchos beneficios: mejora el ambiente laboral, facilita la cooperación y el trabajo en equipo, y además es una forma de hacer nuevas amistades que no se limiten únicamente a la convivencia dentro de la oficina.

Pero hay que saber identificar la diferencia entre ayudar a otros y decir "sí" a todo, pues ser excesivamente buen compañero podría no ser lo ideal. Al menos no para nuestro desempeño laboral.

Así lo menciona Hailey Magee, autora del libro 'Stop People Pleasing and Find Your Power' (Deja de complacer a los demás y encuentra tu poder), en un episodio reciente del podcast de Harvard Business Review, en el cual nos advierte de no caer en el error de ser personas complacientes.

Sucede que, a diferencia de ser solamente amables o generosos con los demás, cuando somos personas complacientes solemos anteponer las demandas, intereses y necesidades de los demás por encima de las nuestras: "No es solo ser amable y generoso, sino sacrificarte a ti mismo en el proceso de hacerlo", dice Magee.

Si esto te suena familiar, quizás hayas caído en esta práctica que suele ser más común (y más problemática) de lo que pensamos - especialmente dentro del ambiente laboral, pues en nuestro afán de mantener un buen ambiente de trabajo, cometemos el error de hacer más de lo debido.

Y tal y como lo explica Magee, al actuar como personas complacientes no nos sentimos bien ni nos sentimos satisfechos por haber ayudado a otros, sino todo lo contrario:

"Cuando estamos complaciendo a los demás, nuestro interior no coincide con nuestro exterior. Así que, cuando somos amables y hacemos un favor a alguien, ya sea ayudándolo con una tarea o apoyándolo de alguna manera, lo hacemos porque queremos, nos sentimos bien al hacerlo y está alineado con nuestros valores", explica. "Pero cuando damos desde la perspectiva de complacer a los demás, por fuera podemos parecer tranquilos, felices o flexibles, pero por dentro generalmente nos sentimos resentidos, abrumados o sobrecargados. Esa es la forma más clara de saber cuándo tu amabilidad está entrando en el territorio de complacer a los demás."

Y como ya lo mencionamos alguna vez, no poner límites y no saber decir "no" es uno hábito que resulta especialmente malo para la productividad, porque sucede precisamente lo que Magee comenta: nos sentimos agotados, sobrecargados y hasta resentidos, lo que indudablemente influye de manera negativa en nuestro desempeño laboral.

¿Soy un buen compañero de trabajo o estoy siendo una persona complaciente?

Caer en este error es sencillo, y lo digo por experiencia propia. Cuando tuve mi primer trabajo "serio" en oficina, era de las más jóvenes del equipo y fue quizás esa mezcla de juventud e inexperiencia la que, en mi afán por integrarme al equipo, me hizo caer en ser una persona complaciente.

Si mis compañeros me pedían "un pequeño favor" solía decir siempre que sí:

— ¿Me ayudas a redactar este texto?
— Claro.
— ¿Podrías revisar si la información que he puesto aquí es correcta?
— Sí.
— Debo terminar unos pendientes, ¿crees que podrías encargarte de hacer este reporte?
— Sin problema.

Pero sí había problema, porque ninguna de las cosas que me pedían eran responsabilidad mía (yo tenía tareas distintas a las de ellos) y terminaban obstaculizando y retrasando las cosas que tenía por hacer (y por las cuales yo sí era responsable), además de sentirme agotada y presionada.

¿Cómo podemos evitar esto? Magee nos da algunos consejos a seguir:

"Un buen lugar para empezar es prestando atención a cuándo estamos complaciendo a los demás. ¿Cuáles son las señales de que algo no está funcionando para mí?", mencionando que ella llama a esas señales "puntos de referencia" y que son muestras claras de que algunas de nuestras necesidades no se están cumpliendo, debido a que estamos lidiandocon el agotamiento, la sobrecarga o el resentimiento.

Un ejemplo de ello son los síntomas físicos de exceso de trabajo o lo que se conoce como burnout, el síndrome del trabajador quemado o de desgaste profesional, relacionado al estrés producido por el desgaste en el trabajo.

Magee hace énfasis en que debemos comenzar analizando nuestros sentimientos y necesidades, y una vez que hayamos pasamos por ese proceso de obtener claridad sobre lo que necesitamos y sentimos, podemos tomar esa información y buscar la manera de transmitirla de manera adecuada y aceptable, haciendo solicitudes y estableciendo límites.

"Una vez que identificas esos puntos de referencia, la pregunta clave que debes plantearte es: "Algo no está funcionando para mí aquí, ¿qué está dentro de mi control para generar un cambio y tratar de satisfacer esta necesidad?"", para lo que recomienda hacer una lista de las cosas que podrían estar bajo nuestro control - incluso si son cosas que tenemos temor de hacer.

"En esa lista podría estar programar una reunión para hablar con tu jefe sobre lo que necesitas, tener esa incómoda conversación con tu colega frustrante o incluso establecer límites sobre cuánto trabajo haces fuera del horario laboral".

Además, Magee recomienda que veamos esas conversaciones no como algo que vamos a imponer de manera negativa, sino como una colaboración: "Cuando lo piensas detenidamente, hay muchos beneficios mutuos en que estas dinámicas no estén presentes en el lugar de trabajo".

"Idealmente, quienes trabajan con nosotros querrán escuchar qué son esas cosas. Recomiendo entrar a esta conversación viéndola como una colaboración y planteando algo como: “Oye, me estoy dando cuenta de que esto no está funcionando para mí y tengo algunas ideas.” Enmarcarlo de esta manera colaborativa hace que sea más fácil mencionarlo y también facilita que los demás lo reciban y estén más abiertos a la conversación".

Foto de portada | Antoni Shkraba en Pexels

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