Si eres autónomo y facturas menos de 2.500 euros al mes en 2025, ganarías más cobrando el salario mínimo en la caja de un supermercado

Si eres autónomo y facturas menos de 2.500 euros al mes en 2025, ganarías más cobrando el salario mínimo en la caja de un supermercado
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Ser autónomo, si no lo eres aún y no conoces bien este terreno, puede sonar mucho mejor de lo que realmente es: la posibilidad de gestionar tu propio tiempo, ser tu propio jefe y dedicarte a lo que te apasiona. Sin embargo, detrás de esa libertad aparente se esconde una realidad mucho más compleja y, en muchos casos, frustrante.

En un país donde casi dos millones de autónomos ingresan menos que el salario mínimo interprofesional (SMI), surge una pregunta incómoda: ¿compensa realmente ser autónomo si facturas menos de 2.500 euros al mes? Spoiler: probablemente, no. Compartimos los cálculos reales a través de un ejemplo aportado por El Blog Del Salmón.

Cuando los números hablan

Imagina a Sara, diseñadora gráfica freelance. Este mes ha facturado 2.500 euros brutos. A primera vista, parece que le va bien: trabaja desde casa, sin un horario rígido y puede aceptar los proyectos que más le interesen. Pero al desglosar sus ingresos, la realidad le golpea fuerte.

Sara debe pagar una cuota de autónomos de 350 euros, correspondiente a su tramo de cotización (ingresos netos entre 1.700 y 1.850 euros). Además, tiene unos gastos deducibles de 500 euros mensuales en herramientas, software y otros materiales (estos 500 euros de gastos deducibles son el 20% de sus ingresos brutos).

Hasta aquí, su rendimiento neto se reduce a 2.000 euros. A esta cifra hay que restarle unos 300 euros de IRPF estimado. El resultado: 1.350 euros netos en el mejor de los casos.

Por otro lado, tenemos a Carlos, cajero de un supermercado. Con un contrato a jornada completa, Carlos cobra un sueldo neto de 1.323 euros al mes (12 pagas), tras aplicar retenciones e incluir su cotización a la Seguridad Social. Recordemos que la ley exige tener un salario bruto de 1.588 euros al mes, suponiendo una retención de IRPF del 15 %.

La diferencia de ingresos entre Sara y Carlos es mínima, pero Carlos tiene algo que Sara no tiene: estabilidad y beneficios laborales.

¿Libertad o estrés financiero?

Ser autónomo implica enfrentarse a una montaña rusa financiera. Un mes puedes facturar 3.000 euros y al siguiente apenas llegar a 1.200. Y lo peor: aunque tus ingresos varíen, tus costes fijos -como la cuota de autónomos- no lo hacen. Además, si te pones enfermo o decides tomarte unas vacaciones, tus ingresos se detienen, pero las facturas no.

Carlos, en cambio, cuenta con un sueldo fijo que no depende de si hay más o menos clientes. Sus vacaciones están pagadas, tiene derecho a bajas médicas y sabe que, pase lo que pase, recibirá su nómina a final de mes.

El problema estructural: un sistema que solo beneficia a los que ganan mucho

Desde la reforma de las cuotas por tramos en 2023, el sistema para los autónomos ha mejorado ligeramente en algunos aspectos, pero sigue siendo insuficiente en muchos más otros.

Si facturas poco, como ocurre con muchos profesionales que están empezando o atraviesan un periodo de baja demanda, las cuotas y los impuestos se convierten en una carga desproporcionada y sin sentido.

En 2025, la cuota mínima para los autónomos con ingresos netos inferiores a 670 euros será de unos 200 euros. A primera vista, parece razonable, pero el problema surge cuando superas esa cifra y entras en tramos más altos donde las cuotas aumentan significativamente, pero tus ingresos netos no lo hacen al mismo ritmo.

Esta carga desigual hace que muchos autónomos terminen sintiéndose atrapados. ¿Cómo se supone que alguien que factura poco más de 2.000 euros puede prosperar o incluso sobrevivir (y más, con el alto coste de la vida actual y la inflación) si una gran parte de sus ingresos se va en cuotas, impuestos y gastos profesionales? Realmente, no tiene ningún sentido.

Ser autónomo en España: ¿vale la pena?

Claro, ser autónomo tiene sus ventajas intangibles. La flexibilidad y la posibilidad de trabajar en lo que realmente te apasiona no tienen precio. Sin embargo, la pregunta clave es: ¿esa libertad compensa el estrés financiero constante y la falta de estabilidad?

Volvamos al caso de Sara. A fin de cuentas, ¿qué le queda tras pagar sus gastos y sus impuestos? Apenas un poco más que a Carlos, pero con una carga mental mucho mayor.

Mientras Carlos sabe que podrá pagar sus facturas y dormir tranquilo cada noche, Sara debe preocuparse constantemente por encontrar nuevos clientes, pagar publicidad, gestionar pagos atrasados y lidiar con la interminable burocracia.

Y ojo, aquí no pretendemos menospreciar el trabajo de una persona que trabaja en un supermercado o similar, ni mucho menos; pero sí reflejar una realidad, y es que, haber dedicado tiempo, esfuerzo y dinero a los estudios o tener trabajos que impliquen más responsabilidades, en lugar de 'compensarte' de alguna forma (económicamente y con tranquilidad, estabilidad...), lo que hace es todo lo contrario, generarte más estrés y problemas que si tuvieras un trabajo poco cualificado o con menor responsabilidad o carga mental.

¿La solución? Repensar el modelo y plantear opciones con sentido

Si el objetivo es fomentar el emprendimiento y apoyar a los pequeños autónomos, es imprescindible un cambio estructural en el sistema.

Rebajar las cuotas para quienes ingresan menos (y que estas fueran proporcionales a los ingresos), así como ofrecer mayores facilidades fiscales, no solo aliviaría la carga financiera de los trabajadores por cuenta propia, sino que también incentivaría a más personas a emprender. En definitiva, ser autónomo no debería ser un lujo al alcance de unos pocos ni una condena al estrés financiero.

Foto | Portada (Montaje propio; Flickr + Freepik)

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