Las madres son increíbles: madre y bebé sobreviven 4 días en la selva con cocos y leche materna y artificial

Hay quien habla de milagro, pero yo creo que es más una cuestión de amor hacia tu hijo, determinación y capacidad de lucha, de ganas de vivir y, sobre todo, de ganas de que tu hijo viva.

Ha sucedido esta semana y es una historia tan sorprendente, dura e inspiradora que no hemos podido resistirnos a contárosla: tras un terrible accidente de avión, una madre y su bebé sobrevivieron 4 días en la selva con agua de coco y leche materna y artificial.

El terrible accidente

Según cuentan los medios, María Nelly Murillo, de 18 años, viajaba el sábado pasado en un avión con su bebé Yudier Moreno, de 8 meses, acompañados de un piloto, cuando sufrieron un accidente que les hizo caer en la selva de Chocó, en una zona muy húmeda y tupida, llena de árboles altísimos que hicieron que su rescate fuera muy complicado.

El mismo sábado el avión fue localizado a distancia, pero no fue hasta el día siguiente que los servicios de rescate llegaron a la zona del accidente. Una vez allí se dieron cuenta de que el piloto permanecía dentro, muerto, y que había signos evidentes de que la madre había sobrevivido: encontraron un teléfono con más de 90 llamadas que no encontraron destinatario (no había cobertura) y restos de cocos, con los que la madre se habría alimentado.

El rescate

A partir de ese momento iniciaron la búsqueda. La frondosidad de la zona hizo que fuera casi misión imposible, así que decidieron intentar verles desde el aire, con un helicóptero que pudiera enviar mensajes a través de altavoces. Al parecer no dejaron de decirles que estaban ahí, que venían a ayudarles y que para encontrarles era importante que se dirigieran de nuevo al lugar del accidente, o bien a un caserío que había a siete kilómetros de allí.

El martes se añadió gente a la búsqueda, que llegaron por mar y que podrían peinar la zona desde el suelo.

Fue el miércoles el día en que ella oyó por fin a los rescatadores y pudo seguir sus indicaciones de voz. Por fin se encontraron y, tras subirles al helicóptero, fueron trasladados al Hospital de Quibdó, donde los médicos dijeron que el bebé estaba un poco deshidratado, pero bien gracias a lo que la madre había hecho por él.

Los 4 días en la selva

Maria Nelly iba con su bebé a una visita médica y a quedarse con su hermana, que residía en otro lugar, cuando el avión pasó por una zona de turbulencias y se estrelló. Todo sucedió muy rápido.

Fue el sábado por la tarde, momento en que las autoridades perdieron contacto con el aparato y activaron la búsqueda. Tras el accidente logró salir del avión y, durante unos segundos, la conmoción le hizo olvidar que su bebé estaba con ella. Caminó unos metros, alejándose, y recordó a su hijo y volvió a por él. Quería decirle al capitán que tenían que salir de ahí, pues vio un conato de incendio y temía que todo ardiera. Al tocarlo se dio cuenta de que estaba muerto.

Cogió al bebé y se alejó del avión. Una fractura en un tobillo le impedía correr, y tenía varias quemaduras y heridas, por lo que no pudo ir tan rápido como hubiera querido. Al tener al bebé en brazos notó que estaba caliente y pensó que era a causa de las llamas del accidente, así que se acercó a una poza cercana para bañarle.

Al ver que el avión no se incendiaba volvió para ver cómo podía pedir ayuda. Abrió la maleta del piloto, cogió los teléfonos, una bañera que llevaba, un machete, un bote de leche del bebé y se alejó de nuevo del lugar. En ese momento es cuando intentó contactar con alguien, llegando a hacer más de 90 intentos que resultaron inútiles.

Decidió seguir un arroyo que bajaba, para estar siempre cerca del agua y buscar alimento. Con hojas y palos hizo un pequeño refugio para ella y su bebé, donde pudieran descansar un poco. Con el machete fue abriendo los cocos que encontraba y bebía agua del mismo arroyo y de las hojas. Al bebé le fue alimentando con leche materna y con batidos que hacía en las hojas con la leche en polvo y agua, que también le daba al bebé.

La leche artificial se acabó, así que siguió amamantando al bebé tanto como pudo, pero llegó un momento en que no conseguía suficiente alimento y se dedicó a beber agua y a ofrecer agua al bebé. Agotada y dolorida, llegó al miércoles oyendo al helicóptero decirle que remontara el arroyo. Y lo hizo, y lo intentó y fue subiendo hasta que llegó un momento en el que no podía más y se sentó, dándose por vencida, o casi. Sólo necesitaba descansar un poco y volvería a intentarlo.

Fue entonces cuando los rescatadores la vieron, abrazada a su bebé, exhausta. Se acercaron a ella, le ofrecieron ayuda, coger al bebé para subir al helicóptero, y ella lo apretó aún más contra su pecho, en un último esfuerzo de evitar que nada malo le pasara. Pero no tenía fuerzas para evitar que lo cogieran y cedió. Ellos la tranquilizaron... demasiado cansada para entender que todo había acabado. Los subieron a ambos al helicóptero y así llegó el fin de su peor pesadilla.

Repito: las madres son increíbles.

Vía | Pulzo, BBC
En Bebés y más | Los bebés son unos increíbles supervivientes, Los bebés son unos increíbles supervivientes (II)‏

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