Este año 2024 es un año bisiesto, algo que sucede cada cuatro años y significa que tendremos un día extra, el 29 de febrero. Puede parecer algo sin importancia, pero la tiene, y mucha: porque necesitamos los años bisiestos para que las estaciones del año no se "confundan".
Un año de 366 días. En la mayor parte del mundo, nos regimos por el calendario gregoriano, normalmente de 365 días dividido en 12 meses, pero cada cuatro años incorpora un día extra el último día de febrero, un día que no existe en los años no-bisiestos. Así, cada año divisible por cuatro, como 2020 y 2024, es bisiesto, excepto algunos años centenarios o años que terminan en 00, como 1900.
En años normales (no bisiestos) cada fecha avanza un día en años consecutivos. Por ejemplo, en 2022 el día 1 de marzo fue martes y el mismo día en 2023 cayó en miércoles. Pero en un año bisiesto, a partir de marzo avanza dos fechas más con respecto al año anterior. Por ejemplo, el 1 de marzo de 2023 fue miércoles, pero en 2024 no caerá en jueves, sino en viernes.
¿Por qué existen los años bisiestos? Nuestro viaje alrededor del sol tiene la respuesta
Para que las estaciones sigan comenzando y terminando cuando deben, coincidiendo con nuestro calendario gregoriano, se debe introducir este día extra cada cuatro años. La explicación está en que un año calendario es más corto que un año solar. El calendario en años normales tiene 365 días de 24 horas, pero el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta completa alrededor del sol (año solar) es algo mayor: 365 días, 5 horas, 48 minutos y 56 segundos.
Una diferencia que debemos tener en cuenta porque de lo contrario, esa pequeña cantidad de tiempo se iría acumulando con el pasar de los años, y como consecuencia se crearía una brecha cada vez más amplia entre el calendario y nuestro viaje alrededor del sol. Con el tiempo, esto alteraría el calendario de las estaciones y no coincidirían en los mismos meses cada año.
Sin años bisiestos, cada 12 años los calendarios se desfasarían tres días, señala National Geographic. Con los años se irían acumulando con consecuencias tremendas. Según el Museo Nacional del Aire y el Espacio de Estados Unidos, dentro de 700 años el verano en el hemisferio norte comenzaría en diciembre en lugar de en junio.
Gracias a ellos, el inicio de la primavera en el hemisferio norte, puede seguir siendo el 21 de marzo y en el hemisferio sur el 21 de septiembre.
Al añadir esas 24 horas adicionales se solventa esa diferencia acumulada de casi seis horas cada cuatro años. Pero "casi" no es exacto, lo que hace que acumulemos aproximadamente 44 minutos adicionales cada cuatro años, o un día extra cada 129 años.
Para resolver ese problema, nos saltamos los años bisiestos cada año centenario, excepto aquellos que son múltiplos de 400, como 1600 y 2000. Por eso el año 1900 no fue bisiesto y por lo tanto no tuvo un día más, mientras que el año 2000 sí lo tuvo.
¿Por qué se llama año bisiesto?
Algo que pocos conocen es el origen del nombre bisiesto. Porque originalmente el día que se añadió al calendario fue el 24 de febrero, porque era el 'bix sextus dies ante calendas martii (‘repetición del sexto día antes del primer día de marzo’). Con la reforma gregoriana, instaurada por el papa Gregorio XIII, a partir de 1582 se cambió el día añadido, que pasó a ser el último día del mes de febrero.