Ser mamá es una de las experiencias más gratificantes, retadoras, complicadas y maravillosas que me ha tocado vivir. Nunca me he considerado una mamá joven, tuve a mi hija a los 27 años, pero cuando volteo a mi alrededor, veo que quizás podría considerar que me adelanté a la mayoría.
Y es que en comparación con otras mujeres, pareciera que la maternidad me llegó antes de la tendencia actual en cuanto a la edad para tener hijos, que cada vez se retrasa más. Por eso hoy quiero compartirte cómo es ser mamá cuando eres la única de tu grupo de amigas con hijos.
A pesar de que considero que esperé el tiempo suficiente para convertirme en madre, ahora que mi hija tiene cuatro años y veo que mi grupo de amigas sigue sin tener hijos, quizás no estaba tan "atrasada" como me sentía.
Pero hoy no vengo a hablar de la mejor edad para ser madre, sino de mi experiencia como la única que ya tiene hijos dentro del grupo de amigas, algo que considero tiene sus propias ventajas y desventajas.
Por un lado, ser la primera en tener hijos dentro de tu círculo cercano tiene muchas ventajas, ya que la noticia es recibida con particular alegría y entusiasmo, pues continuamos creciendo y pasando juntas por las nuevas y distintas etapas que nos ofrece la vida.
Aunque por otro lado, al ser la primera en aventurarse a esta desconocida y grandiosa responsabilidad, las cosas pueden ser un poco más... confusas. Especialmente si al igual que yo, no tienes cercanas a otras mamás que estén o hayan pasado por lo mismo que tú.
Debo admitir que esto puede ser difícil, porque poco a poco y desde el embarazo, tus intereses van cambiando y ahora en lugar de hablar del bar de moda (al cual ya no puedes ni quieres ir), estás enfocada en tu embarazo y en prepararte para lo que pronto llegará a cambiar toda tu vida en cuestión de meses.
Y ni hablar cuando finalmente nace tu hijo, pues ahora los temas centrales para ti quizás serán pañales, lactancia, llanto, chupetes, cansancio y hasta la caca del bebé. En algunos casos, esta transición y cambio drástico de rutina e intereses puede poner a prueba la amistad e incluso hay mujeres que pierden amigas tras convertirse en madres.
Ahora, no digo que solo por el hecho de ser madres dejemos de tener intereses propios fuera de nuestros hijos y dejemos lo que nos apasiona, pero como en cualquier cambio grande o trascendental de nuestra vida, en ocasiones las circunstancias nos van alejando de las personas que ya cumplieron su propósito en la vida.
Afortunadamente, con mis amigas de la universidad, que son las únicas a las que sigo frecuentando a pesar de hace casi 9 años de habernos graduado, no fue el caso y seguimos siendo amigas a pesar de que cada una esté en una etapa distinta de su vida.
Es verdad que quizás no tengo una amiga cercana con la que pueda desahogarme y hablar de las altas y bajas de la maternidad, pero esto lo he encontrado a través de los blogs de maternidad, en donde he conocido otras mamás blogueras como yo y con las que he creado una amistad muy fuerte a pesar de la distancia.
Desde ese punto de vista, la tecnología ha sido una bendición para muchas madres recientes y primerizas, logrando que la soledad de maternar con el actual ritmo de vida no sea tan pesada al encontrarnos con grupos de maternidad en redes sociales e Internet, a los que podemos acudir para dudas y desahogos.
Y sobre el no tener ese tema en común con mi grupo de amigas, me gusta ver el lado positivo en cada situación, y con ellas no es la excepción. Para mí, aunque con ellas no tenga en común el tema de la maternidad, me ayudan a seguir conectada con la mujer que soy.
Al salir con ellas, hablamos de toda clase de temas, y aunque naturalmente me preguntan por mi vida de madre, para mí el convivir con ellas es un momento de desconexión y de salir de la rutina y el ajetreo diario que a veces conlleva la vida con niños pequeños.
Por eso recomiendo que, a pesar de que quizás no vayas avanzando al mismo paso o ritmo que el resto de tus amigas, hagas lo posible por mantener la amistad (siempre y cuando a ambas partes les interese). La vida se va llenando de experiencias que nos ayudan a crecer y el estar en contacto con personas que tienen distintos estilos de vida es una forma de hacerlo.
Tal vez no tengo cercanas a mí a otras madres con las que pueda compartir todo lo que sucede en mi vida de madre y al ser la única de mi grupo de amigas que ya tiene hijos pueda perderme de algunas cosas, pero la verdadera amistad, es capaz de acompañarse, a pesar de que no vayamos en la misma dirección.
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