Estos son los tres buenos hábitos que han aprendido mis hijos con la meditación y así beneficia a su autoestima

Hace dos años y medio que mi marido y yo iniciamos a nuestros hijos en la meditación, conscientes de los muchos beneficios que esta práctica podía tener para ellos. Al principio comenzamos como un juego, con dinámicas sencillas y divertidas que poco a poco fueron captando su atención e interés.

Con el tiempo, la meditación se ha convertido en una rutina perfectamente integrada en su vida diaria, que les ha ayudado a mejorar su autoestima y a adquirir estos tres hábitos imprescindibles y saludables.

Tres hábitos que han aprendido mis hijos con la meditación

Cuando mis hijos comenzaron con la meditación tenían 12, siete y seis años. Al mayor no le costó ningún trabajo iniciarse en esta práctica, y rápidamente fue consciente de los muchos beneficios para la mente y el cuerpo que le aportaba dedicar unos minutos al día a relajarse y centrarse en él mismo y en su respiración.

Con los dos pequeños el proceso fue más largo, pues a menudo perdían la concentración escasos minutos después de comenzar, y bien abandonaban la sesión o acababan charlando entre ellos o riéndose a carcajadas.

Pero a base de constancia y rutina, la meditación fue poco a poco entrando en sus vidas, y a día de hoy es una práctica que tienen tan interiorizada que nunca se van a la cama sin haber meditado previamente.

La meditación les ha ayudado a adquirir estos tres importantes hábitos:

Rutina de sueño saludable

Aunque la meditación puede practicarse en cualquier momento del día, nosotros decidimos comenzar a practicarla con los niños antes de irse a dormir, e integrarla dentro de una rutina de sueño saludable.

Cuando se practica la meditación se llevan a cabo una serie de ejercicios de relajación y visualización que ayudan a liberar estrés, relajar la musculatura y regular la respiración. Todo ello mejora la conciliación del sueño y favorece un descanso de mayor calidad.

A pesar de que cada uno de mis hijos tiene unas necesidades diferentes (alguno concilia el sueño fácil y rápidamente, mientras que a otros les cuesta más), los tres son plenamente conscientes de cómo les impacta de forma positiva practicar meditación antes de acostarse.

Autorregulación emocional

Con el paso del tiempo, mis hijos han ido aprendiendo a separar la meditación del momento de irse a dormir. Es decir, han entendido que cualquier momento del día es válido para detenerse unos minutos, respirar y recuperar la calma.

Esto ha supuesto un paso muy importante en su rutina diaria, pues cuando se sienten estresados, enfadados o con ansiedad ante alguna situación que les desborda, practicar unos minutos de meditación les ayuda a centrar su atención y regular sus emociones.

Tiempo de autocuidado

Otra de las cosas que han aprendido mis hijos con la meditación es la importancia del autocuidado. Cuando meditan se están dedicando un rato a conectar consigo mismos de forma consciente y plena, a tomar conciencia de las partes de su cuerpo, de su respiración y de sus emociones.

No en vano, a menudo definen el momento de meditar como "mi momento del día"; una expresión que sin duda denota los grandes beneficios que ellos mismos sienten que tiene la meditación sobre su cuerpo y su mente.

Meditación y sana autoestima

Pero además de estos tres importantes hábitos que han adquirido mis hijos con la meditación, esta práctica diaria también impacta de forma positiva en su autoestima y su felicidad.

Para empezar, el momento de meditar es uno de nuestros mejores momentos de conexión en familia. Con la vorágine del día a día, las prisas y las obligaciones, a menudo los padres tenemos poco tiempo para conectar de verdad con las necesidades de nuestros hijos.

En nuestra familia, hemos establecido la práctica de la meditación como el momento del día para una conexión real y de calidad los unos con los otros. Cuando iniciamos la meditación dejamos atrás las preocupaciones de la jornada, el estrés o los enfados. Sentarnos todos en círculo para meditar y acabar nuestra sesión con un cuento y un beso de buenas noches nos llena de paz y de calma, y ya se ha convertido en una de nuestras mejores rutinas familiares.

Por último, otro de los beneficios que la meditación ha aportado a la autoestima de mis hijos está relacionado con el sentimiento de gratitud. A diario, terminamos nuestra meditación pensando en tres cosas positivas que ocurrieron durante el día o que más valoramos en nuestras vidas. Practicar la gratitud promueve sentimientos de felicidad y fomenta una actitud positiva y agradecida.

Mis consejos para iniciar a los niños en la meditación

Si quieres iniciar a tus hijos en la meditación, te comparto algunos consejos y prácticas que mejor nos han funcionado:

No fuerces. Como he comentado más arriba, mis dos hijos pequeños tardaron tiempo en iniciarse en la meditación y al principio se lo tomaban como una broma o no prestaban la suficiente atención. Pero poco a poco, con constancia, perseverancia y sin forzar, se fueron 'enganchando'.

Elige el mejor momento del día. A veces puede ser necesario probar la meditación en diferentes momentos del día, pues los niños no siempre se muestran igual de reactivos y dispuestos. Escoge un momento en el que tu hijo esté tranquilo, no haya distracciones y se sienta cómodo. Para nosotros ese momento es la noche, pero no tiene por qué ser igual para todas las familias.

Meditaciones cortas y sencillas. En Youtube puedes encontrar multitud de meditaciones guiadas para niños, con visualizaciones, ejercicios de respiración consciente y un lenguaje accesible para ellos. Escoge sesiones cortas y sencillas, y a medida que tu peque vaya mostrando interés y capacidad de atención ve incrementando gradualmente el tiempo.

Pídele su colaboración y hazlo divertido. Cuando los niños se sienten útiles y capaces de aportar su granito de arena, aceptan las cosas de mejor grado. Así pues, pide a tu hijo su colaboración para preparar la sesión de meditación: elegid juntos una música suave, cojines sobre los que sentaros y velas de LED o luces suaves para iluminar la estancia. Haz que la meditación sea una experiencia agradable y el niño lo viva como un juego.

Paciencia, consistencia y ejemplo. La meditación es una habilidad que se desarrolla con el tiempo. No te preocupes si al principio los niños encuentran difícil mantenerse concentrados. Sé constante en la práctica y predica con el ejemplo; si tu hijos te ven meditar a diario, probablemente ellos también quieran hacerlo.

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