Estamos viviendo un año que indudablemente pasará a la historia. El mundo repentinamente se detuvo y millones de familias en todo el planeta hemos tenido que cambiar nuestro ritmo de vida a causa del coronavirus, iniciando una cuarentena que hasta el momento no parece tener fecha de conclusión, mientras hacemos lo posible por adaptarnos a esta nueva forma de vivir.
Pero además de cambiar nuestras vidas, debemos ser conscientes del impacto que está teniendo esta pandemia en nuestros hijos, y por eso, hoy comparto una reflexión personal en la que te cuento por qué lo académico no es ni será lo más importante en nuestra casa durante la cuarentena.
La educación se muda a casa
Antes de explicar por qué lo académico no es lo más importante para nosotros durante la cuarentena, quiero aclarar que esto no significa que no le demos valor al aprendizaje ni que ande mi hija libre por casa, pasando los días solamente jugando o dejando completamente de lado su educación.
La educación académica importa, claro que sí. Y también importa tratar de llevar un ritmo lo más similar posible al que los niños ya conocían, para no poner totalmente de cabeza su vida, siguiendo rutinas y horarios, y continuar cultivando sus cerebros.
Sin embargo, ahora la educación que recibía día con día en el cole ha pasado de ser una de las principales actividades de mi hija, a ser algo más pequeño y ocasional, especialmente cuando noté cómo ella se sentía presionada por hacer los deberes que enviaban de la escuela, mientras al mismo tiempo tenía cientos de preguntas sobre lo que está sucediendo en el mundo.
En el caso de los niños que ya son mayores, quizás continuar con sus estudios desde casa les resulte un poco más fácil e incluso ellos mismos pueden ir planificando y siguiendo sus horarios. Pero con los niños que aún son pequeños, como los que van a preescolar o son menores de 10 años, debemos entender que para ellos la situación puede ser muy compleja de comprender.
Por qué pienso que lo académico no es lo más importante
En otras circunstancias, seguramente las cosas serían distintas. Pero repito lo que he dicho al inicio: estamos viviendo uno de los momentos que pasará a la historia, y no precisamente por ser algo positivo, sino todo lo opuesto. Es un momento de mucha tensión, estrés e incertidumbre.
Los niños se han visto obligados a abandonar todo lo que formaba parte de su normalidad, desde dejar de ver a sus profesores, compañeros y familia de fuera de casa, hasta no poder salir a jugar al parque, ni asistir a las clases o actividades extracurriculares que disfrutaban.
Todos estos cambios, llegan a tener un gran impacto emocional en los niños, pues su mundo entero ha sido alterado y para muchos de ellos, es difícil entender realmente lo que está sucediendo. Entonces, si encima de eso, les saturamos con clases virtuales y deberes, la presión y el estrés pueden hacerse presentes en ellos.
Entiendo perfectamente que la preocupación que tienen muchos padres nace de la posibilidad de que sus hijos se retrasen o por ejemplo, que pierdan el ritmo de aprendizaje que llevaban, tal y como suele pasar cuando tienen periodos de vacaciones y hay que retomar la rutina.
Pero dado que estamos viviendo una circunstancia extraordinariamente inusual, en la que absolutamente todos los niños no están yendo a la escuela y deben permanecer encerrados en casa, pensar en que se retrasen ni siquiera debería ser motivo de preocupación, pues al final todos los niños estarán en niveles similares y se harán ajustes especiales para quienes así lo requieran.
Por lo tanto, y porque el bienestar de los niños debe estar siempre por sobre todas las cosas, para nosotros lo académico no es ni será lo más importante durante la cuarentena, sino una más de las actividades que haremos en casa, pues incluso sin contenidos escolares, nuestros niños continúan aprendiendo.
Lo que realmente importa: estar bien
Entonces, si lo académico no será lo más importante, ¿qué cosa sí lo es? Para mí, desde mi punto de vista como madre, lo más importante se puede resumir en dos palabras: estar bien. Tanto los niños, como los padres.
Se nos ha pedido que ahora también seamos profesores, y podemos intentar serlo, pero nuestro rol principal de padres y madres es el más importante, y nuestra responsabilidad número uno, es el bienestar de nuestros hijos, desde lo físico hasta lo emocional.
Así que pongámonos unos minutos en el lugar de nuestros hijos y entendamos que aunque debemos seguir apoyando su educación de la mejor forma posible, tampoco se trata de exigirles a ellos ni de presionarnos nosotros, pues al final terminaremos todos estresados.
Nuestros hijos continuarán aprendiendo, quizás no de la forma a la que nos hemos acostumbrado, sino con las actividades que hagamos dentro de casa, como al cocinar, donde pueden aprender sobre matemáticas y ciencias, o al escribir a sus amigos y seres queridos, donde refuerzan ortografía, escritura y habilidades sociales y de comunicación.
En resumen: hagamos las cosas de la mejor manera que podemos, con las herramientas que tenemos y sin descuidar el bienestar emocional de toda la familia, pues todos estamos atravesando un momento difícil, y en una situación como esta, lo académico puede pasar temporalmente a segundo plano.
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