¿Está la cesárea afectando a la evolución humana al permitir la supervivencia de bebés grandes para nacer?
Un estudio reciente está creando polémica por las conclusiones que se extraen de los datos, al explicar un posible efecto de las cesáreas. Al hacerse cada vez más cesáreas desde los años 50, se ha salvado la vida a muchos bebés que, de no existir la cesárea, habrían muerto en el parto, y podrían incluso haber acabado con la vida de la madre.
Hablan de partos en los que el bebé es grande para nacer (lo que se conoce como desproporción cefalopélvica), en una situación en que, al morir el bebé, y quizás también la madre, no traspasarían genéticamente el problema a sus descendientes y los humanos evolucionaríamos hacia unos partos más fáciles. ¿Es verdad? ¿Está la cesárea afectando a la evolución humana al permitir la supervivencia de bebés grandes para nacer?
Lo que se está comentando acerca del estudio
La investigación, publicada hace escasas semanas, pone de relieve lo que están cerca de considerar un "dilema obstétrico", al mostrar que gracias a las cesáreas, los casos de Desproporción Cefalopélvica (DCP) han aumentado un 20 por ciento desde que en los años 50 la cesárea se extendiera como práctica habitual en los hospitales de todo el mundo.
Según dicen los investigadores, hay bebés que son demasiado grandes para poder pasar por la pelvis de su madre, que en condiciones normales morirían al nacer, y en algunos casos supondría la muerte de la madre también. Esto sucedería por el tamaño del bebé (demasiado grande), por el tamaño de la pelvis (demasiado estrecha) o por una combinación de ambas situaciones.
Según las leyes de la evolución, si las mujeres con pelvis estrechas no consiguen suficiente descendencia o incluso mueren en los partos, su línea sucesoria se frena, siguiendo adelante la línea de las mujeres con mayor probabilidad de sobrevivir: aquellas con una pelvis más ancha. Además, los bebés demasiado grandes, al morir en el parto, no viven para tener también hijos grandes (por herencia genética), y así solo sobreviven aquellos que no son tan grandes como para no poder nacer. Esta evolución daría que, en el futuro, las mujeres tuvieran la pelvis más o menos ancha, y los bebés un tamaño no demasiado exagerado.
Pero según explican, gracias a la cesárea, los bebés sobreviven a pesar de ser grandes, y las mujeres con la pelvis estrecha tienen igualmente a sus bebés (y ellas también sobreviven), de manera que la selección natural no actúa y dejamos de evolucionar como especie.
En datos de los investigadores, según leemos en CadenaSer, los casos de DCP han aumentado de 30 por cada 1.000 partos en la década de los 60 a 36 por cada 1.000 en la época actual.
Pero, ¿cómo va a cambiar tanto la especie en tan poco tiempo?
Pues esto es lo primero que todos nos preguntamos. Que desde los años 50 solo han pasado 66 años y en tan poco tiempo parece muy difícil que se produzca una variación tan importante como para verse en datos.
Según leemos en Newscientist, la evolución de una especie puede darse en poco tiempo si los cambios ambientales son lo suficientemente drásticos, y no hablamos de una, sino de dos o tres generaciones.
Sin embargo, estamos comparando 66 años con cientos de miles de años que tiene nuestra especie. En todo ese tiempo, la línea sucesoria de mujeres con pelvis estrecha ha quedado más que extinguida, de manera que ya vivimos actualmente en la época en que las mujeres tienen una pelvis bastante correcta para el tamaño de los bebés. Además, el cambio ambiental no es tan drástico. Una epidemia mundial sí es un cambio ambiental drástico, una guerra que afectara a toda la especie, que empezara a haber escasez de agua, o escasez de sol, o escasez de alimentos. Pero la cesárea no puede explicar una variación tan grande en tan poco tiempo.
¿Y los casos de desproporción cefalopélvica en aumento?
Aunque los investigadores lo achacan a la intervención humana que afecta a la evolución (esas mujeres habrían muerto y sus hijas no tendrían ahora partos con DCP, que aumentan las tasas de incidencia), lo más probable es que se trate de un simple aumento del diagnóstico: la medicina actual no es la misma que la de hace seis décadas, de manera que ahora se dice que existen casos de DCP en mujeres que por entonces no serían diagnosticadas (por eso además han aumentado las tasas de cesáreas en todos estos años).
Quiero decir con esto que dudo mucho que en solo dos o tres generaciones los casos hayan aumentado un 20% por una cuestión de descendencia, y todo parece indicar que se está diagnosticando DCP más veces de las que de verdad se debería hacer, sobre todo porque es muy raro que una mujer tenga una pelvis tan estrecha como para no poder parir a su propio hijo. De hecho, no tiene demasiado sentido ser capaz de gestar a tu bebé y que luego el bebé no pueda nacer porque no cabe por la pelvis de su madre.
Esto sucede en casos de raquitismo de la madre (una pelvis que de verdad es pequeña por déficit de vitamina D en la infancia) o en casos de accidentes que provocaran algún tipo de problema en la pelvis. Más allá de esto, que en nuestra época es poco probable, es difícil que haya una verdadera DCP, si no es porque a la mujer se la tumba para dar a luz, por ejemplo (evitando que el sacro se abra hacia atrás y provocando así que, de verdad, la pelvis pueda no abrirse lo suficiente) o porque la mujer esté en un ambiente inadecuado para dejarse llevar y dilatar y parir en base a sus ritmos y necesidades.
Pero de verdad hay casos en que la mujer no puede parir a su bebé
Claro, y para eso está la cesárea. Pero la OMS establece que debería hacerse cesárea como mucho en un 10-15% de los partos, y sin embargo estamos bastante por encima.
Si os fijáis en este mapa de España, con datos de 2011, la diferencia de cesáreas es tan brusca entre comunidades autónomas, tan evidente, que la diferencia no puede ser el tamaño de la pelvis de la mujer, sino otros factores muy diferentes. ¿Por qué en el País Vasco no llegan al 13% y en Extremadura duplican las cesáreas? ¿Son las vascas más anchas de cadera?
La diferencia está, sobre todo, en la atención al parto. Una atención en que la mujer tenga tiempo, tranquilidad, un ambiente agradable, un apoyo adecuado, las palabras oportunas, cariño y profesionalidad dará como resultado unas tasas de cesárea mucho menores que una atención en que la mujer no tiene libertad de movimientos, debe permanecer tumbada junto a un monitor y no se siente en un clima de confianza porque los profesionales la hacen sentir poco capaz.
Dicho de otro modo: cuando la mujer cree en sus posibilidades es capaz de dar a luz, en muchas ocasiones, a un bebé más grande que el que quizás no sea capaz de dar a luz en un ambiente que no le parece propicio para parir.
"Si sólo está pariendo, el bebé cabe o no cabe", dirán muchos. Pero no es así. No es una cuestión de física. No hablamos de una pelota rígida que entra o no por un agujero también rígido. Hablamos de un bebé blandito y maleable que debe pasar por un canal del parto que puede abrirse más o menos según la postura en que esté la mujer (tumbada, seguro que se abre menos) y según sea la confianza y el ambiente en que todo sucede, que son absolutamente claves en el proceso.
¿Qué quiero decir con esto? Que es probable que si en los hospitales del mundo entero se tiene esto en cuenta y se empiezan a seguir cada vez más los protocolos actualizados para un parto normal (como los que tenemos en España, por ejemplo), los partos por cesárea empezarán a disminuir, aumentará la confianza de las mujeres en su proceso de parto (ahora mismo muchas van a dar a luz sin saber muy bien qué va a pasar, simplemente haciendo lo que se les dice que hagan, en vez de estar preparadas y conscientes de lo que va a pasar) y probablemente se llegue a considerar que la desproporción cefalopélvica es una condición muy rara en realidad.
Fotos | iStock
En Bebés y más | Sigue sucediendo: se inducen y programan cesáreas para evitar que caigan en festivo o fin de semana, Una ciudad de Argentina tiene el dudoso honor de contar con una tasa de cesáreas del 70%, Futura mamá: desconfía del médico que te recomienda una cesárea en un embarazo normal