No permitir que el bebé permanezca con su madre desde el mismo momento en el que nace es una costumbre aún extendida y muy nociva para el bebé. El doctor sueco Nils Bergman, especialista en neurociencia perinatal y uno de los grandes divulgadores del método canguro y de las bondades del piel con piel, defiende que “podemos demostrar que evitar la separación es mejor, pero la sociedad no puede creer que esto signifique que la separación sea perjudicial”.
Según el experto, el principal problema que provoca la ausencia de piel con piel desde que el bebé nace es una mayor dificultad en el establecimiento de una lactancia materna óptima, que requiere de una profunda conexión emocional entre el bebé y la madre.
Piel con piel: todos son beneficios
Muchos profesionales sanitarios que atienden el parto aún no son conscientes de la importancia de no separar a madre y bebé durante las primeras horas tras el nacimiento. Así lo explica el doctor Bergman, aunque reconoce que se va evolucionando:
“El problema es que existe un retraso entre el conocimiento y la práctica porque los sistemas sanitarios son muy lentos para implementar los nuevos descubrimientos. Por eso diría que el mayor problema en este momento no es el saber, sino los sistemas que impiden que los profesionales hagan buenas prácticas”.
Según el doctor Nils Bergman, en la transición fisiológica del bebé a la vida extrauterina se llevan a cabo “varios procesos críticos”. El contacto de la madre con el bebé, señala el experto, regula activamente estos procesos de la misma forma en que la separación los interrumpe.
“Al mismo tiempo se realizan conexiones cerebrales emocionales a partir de los primeros mil segundos de vida. Una vez más, la separación evita que se hagan tales conexiones. Cuanto antes permitamos que se realicen, más fuertes y seguras serán las conexiones”.
Piel con piel en grandes prematuros
En la actualidad, Bergman está desarrollando un estudio multicéntrico en cinco países que pretende demostrar que el método canguro también salva vidas en prematuros de hasta 26 semanas, lo que supondría una revolución en la atención a los bebés.
Según el experto, muchas de las secuelas asociadas a la prematuridad podrían ser realmente secuelas de la incubadora:
“Ya hay dos ensayos controlados aleatorios sobre este tema que incluyeron a bebés prematuros grandes, de entre 1.200 y 2.200 gramos uno (2004), y de entre 1.500 y 2.500 gramos otro (2015), que han demostrado que cuanto más pequeños son los bebés, más inestables están en la incubadora".
Así explica el doctor suizo que en la biología de los bebés nacidos a término, la madre es el "regulador" de la transición a la vida extrauterina y la salud posterior.
Así asegura que, "la separación de los bebés es potencialmente dañina, porque la autorregulación dispara los niveles de cortisol, que son estresantes y pueden disminuir la capacidad de recuperación de los bebés”.
En su opinión, el establecimiento de la lactancia materna “importa profundamente para la salud a corto plazo y para la salud física a largo plazo, para la inteligencia emocional y social, e incluso para un mayor coeficiente intelectual y para el ingreso en la adultez”.
En paralelo a estos beneficios para el recién nacido, Bergman sostiene que también se producen una serie de procesos de plasticidad neuronal en la madre, que la otorgan una mayor resistencia emocional e, incluso, una mejor salud en la vejez.
Las primeras horas del bebé y la conexión emocional
Las madres y los bebés deben mantenerse en contacto físico cercano desde el nacimiento y comenzar así a establecer una conexión emocional.
Según señala Bergman, hay que comenzar colocando al bebé sobre la barriga de la madre, cubriéndolo y secándolo con una toalla caliente y sin cortar el cordón umbilical hasta más tarde.
Cuando el recién nacido esté seco, hay que colocarlo sobre el pecho de la madre, manteniéndolo cubierto con otra toalla precalentada.
“A partir de ahí no hay que molestarlos y sí alentar a la madre a observar al bebé, hablándole o cantándole si quiere”.
Durante la siguiente hora el bebé se enganchará al pecho. Si no es así, debido a los medicamentos o a que es muy pequeño, la madre, explica el especialista, debe extraerse el calostro y dárselo al bebé:
“Esto debe hacerse antes de los 60 minutos. Hay un buen suministro de calostro antes, pero nada después de esa hora. Después de la primera hora el bebé debería dormir con la madre para, cuando se despierte, volver a mamar".
Concluye el doctor Bergman, que la madre y el bebé nunca deben estar solos, así que cuando la madre necesite ir al baño, debe ser el padre el que realice el contacto piel con piel con el bebé hasta que la madre pueda continuarlo.
Vía | Instituto Europeo de Salud Mental Perinatal
Fotos | iStock
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