Las alergias son muy comunes entre la población infantil. De hecho, según cifras de la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAP), se estima que hasta un 35% de los niños de países desarrollados presenta alguna alergia; dato que podría aumentar hasta un 50% en las próximas décadas.
Aunque afortunadamente, en la mayoría de los casos los síntomas de alergia no llegan a comprometer la vida del paciente, existen dos situaciones graves que deben ser reconocidas y atendidas de inmediato: la reacción anafiláctica (anafilaxia) y el shock.
Te explicamos en qué consisten, qué alérgenos pueden desencadenarla y cómo debemos actuar si se presentan.
Las alergias en la infancia, un problema creciente
La alergia es una respuesta exagerada del organismo ante una sustancia inofensiva para la mayoría de las personas, pero que el sistema inmunitario del alérgico identifica como un "enemigo" contra el que hay que defenderse.
Las alergias pueden tener diversos desencadenantes. En la infancia son más comunes las alergias alimentarias, siendo la alergia a la leche, al huevo y a los frutos secos las mas habituales, y las alergias a sustancias como pólenes, pelo de animales y picaduras de insectos.
Los síntomas de una alergia son muy diversos y varían de una persona a otra, pudiendo llegar a ser muy graves. Entre los síntomas más comunes destacan:
- Síntomas respiratorios (rinitis, estornudos, picor de nariz, mocos, congestión, dificultad para respirar, tos, presión en el pecho...)
- Síntomas cutáneos (urticaria, granos, picor, dermatitis, enrojecimiento, hinchazón...)
- Síntomas digestivos (diarrea, vómitos, malestar...)
- Otros síntomas (conjuntivitis, hormigueo en la boca, lengua y labios...)
Anafilaxia y el shock: qué son y qué puede provocarlos
Casi cualquier sustancia que provoque una alergia también puede acabar desencadenando una anafilaxia, aunque en el caso de los niños, los alérgenos con mayor frecuencia implicados son:
- Los alimentos, especialmente la leche, el pescado y marisco, ciertas frutas, frutos secos y legumbres
- Veneno de himenópteros, especialmente abejas y avispas
- Ciertos medicamentos, como antibióticos, antiinflamatorios, anestésicos generales, vacunas antiinfecciosas y vacunas antialérgicas
Síntomas de una anafilaxia
Según podemos leer en la web de AEPNAA, los síntomas de una anafilaxia se presentan poco tiempo después que el organismo entre en contacto con el alérgeno (aunque excepcionalmente pueden demorarse unas horas) y van evolucionando de forma rápida en poco tiempo.
Los síntomas iniciales más característicos son el picor en palmas y plantas de las manos y pies, en los pabellones auriculares y en la nariz, los estornudos, sensación de hormigueo, intranquilidad y malestar general.
Después pueden ir apareciendo otros síntomas más graves como picor o sensación de opresión en la garganta, dificultad para tragar, cambios en la voz o ronquera, tos, sensación de ahogo, presión en el pecho, picor e hinchazón en lengua, labios y paladar, dolor abdominal, vómitos...
Cuando el sistema cardiovascular se ve afectado, los síntomas que se presentan son de extrema gravedad, y se caracterizan por dolor torácico, desmayo, palpitaciones, bajada de la tensión arterial y pérdida del conocimiento (shock).
Según datos de AEPNAA, la mortalidad como consecuencia de una reacción alérgica grave se sitúa entre el 0'05 y el 2%, y si bien son tasas bajas, se trata de muertes que podrían evitarse reconociendo los síntomas a tiempo y sabiendo cómo actuar.
Ante una anafilaxia, cada segundo cuenta: así debes actuar
Si el niño sufre una reacción alérgica grave, lo primero y principal es que los adultos que le acompañen sepan reconocer de inmediato los síntomas, pues ello permitirá una actuación temprana.
Esto es lo que debes hacer, según la Sociedad Española de Inmunología Clínica, Alergología y Asma Pediátrica (SEICAPP):
Jamás dejes al niño solo. Busca ayuda en personas que estén cerca y avisa por teléfono a los servicios de emergencia
Es frecuente que las personas que tienen una alergia diagnosticada lleven siempre encima por indicación médica un autoinyector de adrenalina. En este sentido, si tu hijo es alérgico jamás debes olvidar esta medicación en casa, y ante la sospecha de estar sufriendo una reacción alérgica grave debe aplicarse lo antes posible. Se ha demostrado que cuanto más retraso haya en la administración de adrenalina, más resistente será la anafilaxia al tratamiento.
La adrenalina autoinyectable tiene forma de bolígrafo y su aplicación es muy sencilla. Debe administrarse la inyección en la cara externa del muslo, teniendo en cuenta que la aguja es capaz de penetrar la ropa, por lo que no será necesario perder tiempo desvistiendo al niño para inyectársela.
Una vez inyectada la adrenalina, desde la web de Mayo Clinic nos recomiendan acostar al niño de lado (y así evitaremos que se atragante si vomita) y aflojarle las prendas de ropa que pueda tener más ajustadas. En todo momento hemos de vigilar que esté respirando bien y si no es así proceder a practicarle la reanimación cardiopulmonar hasta que lleguen los servicios de emergencia.
Ante una reacción anafiláctica hay que tener muy presente estas premisas básicas:
Después de la reacción los síntomas pueden volver a aparecer. Por ello, aunque creamos que el paciente ha mejorado tras administrarle la adrenalina, es imprescindible llevarle de inmediato a un hospital, donde permanecerá en observación durante varias horas
Ante una reacción alérgica jamás debemos esperar a ver qué ocurre, o creer que los síntomas podrían acabar desapareciendo pos sí solos
Los corticoides y antihistamínicos son medicamentos a menudo utilizados para aliviar los síntomas de alergia, pero en ningún caso deben sustituir a la administración de adrenalina, pues su efecto es más lento
¿Qué debes tener en cuenta si tu hijo es alérgico?
Si tu hijo sufre alguna de las alergias que con mayor frecuencia se asocian a la anafilaxia, debes saber que:
Aunque las reacciones sufridas con anterioridad hayan sido leves, eso no garantiza que en un futuro vayan a seguir siéndolo, por lo que jamás debemos confiarnos o bajar la guardia
La cantidad de alérgeno que hace falta para desencadenar una anafilaxia puede variar de una persona a otra. Por ejemplo, hay personas con alergias alimentarias que reaccionan incluso con las cantidades más pequeñas de alimento
Los valores IgE no guardan relación con los síntomas: hay niños con valores IgE bajos que pueden experimentar reacciones alérgicas muy graves
Si tu hijo ha padecido ya una anafilaxia, el riesgo de volver a sufrirla aumenta
Si tu hijo tiene una alergia alimentaria y además ha sido diagnosticado de asma, el riesgo de sufrir reacciones graves al alimento que le provoca alergia es mayor
Prevalencia de anafilaxia en niños
Un estudio llevado a cabo en EEUU confirma un aumento en los últimos años de las cifras de anafilaxia provocada por alimentos, especialmente frutos secos. Según esta investigación, las visitas a urgencias por este motivo aumentaron un 214% entre los años 2005 y 2014, sobre todo en niños menores de dos años.
La Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica también ha constatado este aumento. Según sus estimaciones, los ingresos hospitalarios por reacciones alérgicas graves se ha multiplicado por siete en los últimos diez años.
En nuestro país, un estudio realizado por el Hospital Fundación Alcorcón (Madrid), alertó de que unas 113 personas por cada 100.000 habitantes sufren al año una anafilaxia, aumentando en un 50% el número de casos resgitrados entre 2005 y 2011.
Fotos | iStock
Más información | SEICAPP, AEPNAA
En Bebés y Más | Cómo saber si mi bebé podría tener alergia a las proteínas de leche de vaca, Nueve consejos para afrontar la vuelta al cole cuando hay alergias alimentarias