Hay tantos turrones de sabores, con dibujos de sus personajes favoritos, mazapanes con formas llamativas… que los pequeños no se pueden resistir, y aprovechan cualquier descuido nuestro en la sobremesa para satisfacer esa gula.
Luego vienen los problemas de empacho o indigestión, y el sufrimiento de todos por el malestar del pequeño. Hay que recordar que el consumo de azúcares no debe superar el 10% del total de calorías que ingiera un niño al cabo del día, también es recomendable en estas fechas, si hay comidas más copiosas, que se compense con el resto de comidas haciéndolas más livianas, introduciendo sobre todo frutas y verduras para aportar las vitaminas que precisan y favorecer la digestión.
Pero no sólo los dulces navideños alteran la alimentación infantil estos días, también somos más tolerantes y les permitimos tomar refrescos azucarados, por lo que se vuelve a multiplicar la ingesta de azúcares, recuerda que las bebidas azucaradas además aumentan el riesgo de obesidad infantil incluso con una dieta equilibrada.
También es un momento en el que hay que ser pesados con la higiene bucal, ya que los azúcares son los que más dañan los dientes.
En fin, que no es cuestión de amargar las fiestas a los pequeños con prohibiciones, si no que debemos aprovechar para explicarles qué les conviene y qué no, que cada cosa tiene sus límites y que disfrutar de algo tremendamente rico no tiene por qué ser atiborrarse.