Una de las mayores campañas en cuenta al uso razonable de medicamentos se centra en los antibióticos, medicamentos muy poderosos que mal utilizados pueden traer graves consecuencias, especialmente cuando hablamos de niños pequeños. Entre ellas, que dejen de curar cuando realmente sea necesario. Están recomendados sólo para curar infecciones causadas por bacterias y siempre que sean recetados por un médico. El intento por reducir su consumo llega al punto que los pediatras piden un test que detecte cuando dar antibióticos y así prescribirlos sin lugar a error y evitar consecuencias como la que se acaba de descurbrir.
Una investigación realizada por investigadores de la Universidad de Utrecht, Países Bajos, y presentada recientemente en el Congreso Internacional de la Sociedad Respiratoria Europea concluye, tras analizar un total de 22 estudios, que dar antibióticos en los primeros años de vida está relacionada con un mayor riesgo de desarrollar alergias más adelante.
La investigación recopiló estudios realizados desde 1966 hasta 2015 en los que intervinieron un total de casi 400 mil pacientes en los que se analizó la asociación entre el consumo de antibióticos durante los primeros dos años de vida y el riesgo de eccema o fiebre del heno más tarde en la vida.
Según los resultados, el uso de antibióticos en los primeros años de vida elevó el riesgo de eccema entre un 15 por ciento y un 41 por ciento, dependiendo del tipo de estudio analizado, mientras que el riesgo de sufrir fiebre del heno en la edad avanzada aumentó entre un 14 por ciento y un 56 por ciento, también dependiendo del tipo de estudio analizado.
Administrar antibióticos durante los primeros tres años de vida deteriora la flora intestinal del bebé alterando negativamente su composición. La flora intestinal es el conjunto de bacterias buenas que se alojan en el intestino y que cumple una importante función autoinmune en los bebés, de modo que si esta función se ve alterada reduciendo la respuesta inmune, con una flora intestinal inestable, el niño tiene menor protección ante enfermedades alérgicas.
Vía | Science Daily
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