Se producen al entrar las bacterias en la paca de los dientes y convertir los azúcares en ácidos que atacan el esmalte. Es una enfermedad infecciosa que ataca los dientes de leche igual que los de los adultos. Aparece por diversas causas, algunas que no podemos corregir, como la calidad y forma de los dientes y otras que sí podemos controlar como la dieta, la higiene bucal o el tiempo.
Los especialistas aconsejan la limpieza de los dientes nada más éstos salen. Al comienzo con una gasa humedecida y a partir del año, cuando la dentición empieza a completarse, ofrecerle al niño un cepillo para que se vayan familiarizando. Tiene que ser de tamaño adecuado para su edad, con cerdas blandas y puntas redondeadas.
Los niños imitan todo lo que hacen los padres. Por eso, deja que te vea a menudo limpiándote los dientes e intenta convertirlo en un juego. Limpiarse frente al espejo le resultará divertido. Si te ven hacerlo, pronto se habituarán a la rutina. Deberían cepillarse al menos dos veces al día, una por la mañana y otra por la noche, antes de acostarse; aunque lo ideal es después de cada comida. Hasta los tres años tendrás que ayudarlo a limpiarse bien; pon especial énfasis en las muelas, donde se acumulan restos de comida.
Al principio lo realmente importante es el cepillado. El dentífrico se puede usar más adelante cuando no corran el riesgo de tragarlo. Hoy en día hay pastas fluoradas de diversos sabores, especiales para niños.
También recuerda que es muy importante que no coma alimentos azucarados entre horas, especialmente antes de irse a dormir. Procura que no coma demasiados caramelos blandos y que beba suficiente agua después de cada comida.
Más información | Sociedad Española de Odontopediatría