Un estudio revela que la alimentación de los bebés influye en el metabolismo de sus bacterias intestinales

Compartimos con las bacterias el alimento que ingerimos y nos ayudan a matabolizarlo. De hecho, el diez por ciento de la energía que obtenemos de los alimentos es gracias a la acción microbiana.

Pero además, influyen en el desarrollo de nuestro sistema inmunitario y nervioso desde que nacemos.

Ahora, una investigación española de CIBERESP y FISABIO ha puesto de manifiesto que el entorno del niño (incluida su alimentación) es muy importante para el bebé durante sus primeras etapas de desarrollo y para las bacterias de su microbiota intestinal.

Las bacterias, un órgano más

Se denomina microbiota intestinal a la comunidad de bacterias 'buenas' que se alojan el tubo digestivo. El intestino humano contiene unos 100 billones de bacterias de unas 500 a 1000 especies distintas.

En los últimos años, los estudios han demostrado que la función del intestino no solo depende de él mismo (barrera mucosa, secreción a través de sus glándulas…) sino que la microbiota intestinal actúa como un órgano más. De ahí su importancia.

Una nueva investigación de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana (FISABIO), el Instituto de Biología Integrativa de Sistemas de la Universidad de Valencia y el Consorcio de Investigación Biomédica en Red de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) ha descrito, con un nivel de detalle desconocido hasta ahora, cómo funciona el metabolismo de la comunidad bacteriana intestinal durante los primeros años de vida.

María José Gosalbes, investigadora CIBERESP en FISABIO y primera autora del estudio explica:

“Hemos explorado cómo influye el entorno sobre la expresión génica de la comunidad de bacterias del intestino del bebé, en particular el tipo de dieta (que cambia drásticamente durante el primer año de vida principalmente con la introducción del alimento sólido)”.

Y añade que:

“Para las bacterias del intestino no es lo mismo alimentarse de los carbohidratos de los cereales de una papilla que de la leche materna humana. En un caso y otro, las rutas bioquímicas del metabolismo son diferentes y eso requiere la expresión de genes diferentes”.

Un estudio exhaustivo

Los investgadores han examinado los genes bacterianos que forman parte de la microbiota intestinal del bebé a partir de muestras fecales obtenidas en a lo largo del primer año de vida: a los 7 días después de nacer y a los 3, 7 y 12 meses de edad.

También realizaron el análisis de muestras de las madres obtenidas una semana antes del parto y un año después.

Según los investigadores, el hallazgo más sorprendente del estudio, son los indicios de actividad de bacterias que producen butirato en el intestino del bebé antes de introducir la dieta sólida.

Este ácido graso, con propiedades antiinflamatorias, sirve de alimento a las células de la pared intestinal y es de reconocida importancia para la salud en adultos, pero hasta ahora se pensaba que no era tan relevante en bebés.

Lo curioso, explican, es que en los adultos, las bacterias sintetizan el butirato a partir de la fibra y otros carbohidratos complejos ingeridos en la dieta que no se encuentran en la leche materna.

Los investigadores sugieren que se debe seguir estudiando para descubrir qué sustratos están utilizando las bacterias para producir butirato en los lactantes y si este compuesto tiene las mismas funciones en los bebés y en los adultos.

Vía | CIBERESP

Fotos | iStock

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