Además de ser una vía de contacto sensorial con el mundo exterior, la delicada piel del bebé desempeña funciones vitales como:
- ser la primera línea de defensa frente a bacterias y agentes tóxicos
- regulación térmica: mantiene el cuerpo del bebé a la temperatura correcta (transpiración para enfriarlo y “piel de gallina" para calentarlo)
- sirve de cobertura exterior protegiendo a los órganos internos
- es uno de los principales órganos sensitivos gracias a las miles de terminaciones nerviosas que posee
Otras razón por la cual la piel del bebé es tan frágil es su permeabilidad, haciéndola más sensible a la saliva, la orina o las heces. Además, tiene menos capacidad de defensa debido a que el sistema inmunitario del bebé está aún en desarrollo, y están más expuestos a sufrir quemaduras solares debido a que la producción de melanina (el pigmento que nos protege del sol) es menor. Por ser la responsable de factores tan importantes es que debemos proporcionarle un cuidado correcto, que puede ayudar a sentar la base de una piel sana para el resto de su vida.
Algunos buenos consejos que pueden ayudarte a mantener una piel sana y prevenida, son:
- limpiarla regularmente con un jabón suave adecuado para la piel del bebé. Especial atención a los pliegues y mantenerlos siempre secos.
- mantenerla siempre bien hidratada
- cambiar el pañal con frecuencia y aplicar crema protectora para disminuir el roce.
- vestir al bebé con ropitas de tejidos suaves que no le aprieten ni le produzcan rozaduras. No lavar su ropa con detergentes ni jabones fuertes.
- protegerla de la humedad, del viento y del sol con cremas solares con factor de protección alto.
Con buenos cuidados podrás evitar graves problemas cutáneos en el futuro. Recuerda que la piel tiene memoria y que más vale prevenir que curar.
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