Estas sustancias tienen una gran cantidad de efectos secundarios y sólo deben administrarse cuando no hay otro tipo de fármaco para tratar las enfermedades crónicas de los bronquios. Deben administrarse de vez en cuando y siempre en las dosis indicadas por el pediatra, además hay que tener en cuenta que solamente proporcionan al pequeño un alivio temporal, pero no resuelven la enfermedad.
Hay personas que no tienen clara la incidencia de estos fármacos y suelen administrarlos de forma cotidiana a sus hijos, esta manera continuada provoca una falsa y aparente mejoría, pero no nos engañemos, en realidad abusar de este medicamento puede poner en peligro diversos sistemas del cuerpo del niño. Podemos poner por ejemplo que se debilita el sistema inmunitario, los vasos sanguíneos se vuelven frágiles o una deficiencia en el adecuado crecimiento del niño. Todas estas, son razones poderosas para que se sopese el uso de los corticoides.
Recuerda que siempre deben ser prescritos por el pediatra, nunca tomes la iniciativa de administrarlos por el bien de tu hijo. Sólo se pueden utilizar en el caso de que exista un grave trastorno respiratorio que impida que la cantidad de aire necesaria llegue a los pulmones del niño como pudiera ser el asma, enfermedad en la que habitualmente se utilizan estos medicamentos.
Para un correcto desarrollo del niño, la supervisión del pediatra es imprescindible y siempre hay que pisar sobre seguro cuando se trata de la salud del niño.
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