Obesidad en niños pequeños: más importante de lo que creemos.

La semana que viene expertos de todo el mundo analizarán el creciente y preocupante problema de la obesidad infantil. Será la Universidad de Zaragoza quien acoja este necesario congreso que va a abordar uno de los problemas más importantes que tenemos en nuestro medio actualmente.

Este problema de obesidad, en caso de seguir aumentando y generalizarse, puede llegar a generar importantes problemas en nuestro medio: no sólo nuestros hijos tendrán menor salud por culpa de esos kilos de más, sino que el sistema sanitario y la economía entera de un país pueden verse afectados a la larga.

Puede parecer exagerado hablar en estos términos, y efectivamente puede que hasta lo sea… en el momento actual. Pero lo verdaderamente preocupante es que dentro de unos pocos años esta exageración dejará de serlo, al ritmo al que vamos: la proporción de niños obesos no deja de aumentar, no sólo en España, sino en general en todos los países desarrollados.

El problema más inmediato de que nuestros niños sean obesos es que esto repercute de forma directa en su salud. Un niño con sobrepeso u obesidad (son cosas diferentes) ya tiene un factor de riesgo que no posee el niño que se mantiene en su peso.

Pero ¿cómo puede influir esto en la salud y la economía de un país entero? En este primer post sobre obesidad explicamos los motivos que justifican el que nos tomemos este problema muy en serio.

Repercusión de la salud en la economía

Nuestro sistema sanitario se basa en la “transferencia” de recursos de la gente joven, sana y que cotiza y paga impuestos a aquellas personas más necesitadas de atención sanitaria, generalmente más mayores y no cotizantes. Además la progresión no es lineal sino geométrica, es decir, un enfermo consume mucho más que lo que aporta un sano, de forma que se necesitan muchos sanos para financiar los costes sanitarios de los enfermos.

Es un sistema más o menos justo en el que se asume que lo que las personas jóvenes y trabajadoras aportan hoy, les será devuelto mañana, cuando necesiten usar esos recursos sanitarios y ya no estén en disposición de trabajar por edad o por motivos de salud. Por lo tanto es muy importante mantener una población sana y que trabaje.

Si permitimos que nuestros niños sean obesos hoy, lo serán mañana también. Y eso es un factor de riesgo de diversas patologías, siendo las cardiovasculares las más conocidas y las más graves precisamente.

Además es importante recordar que muchos niños ya tienen factores de riesgo, como cifras de tensión arterial elevadas o, mucho más frecuentemente, hipercolesterolemias familiares, que antes no eran detectadas y sin embargo ahora sí que se conocen. Uno de los más importantes es el sedentarismo, otra de las epidemias que azota a nuestros niños.

Un niño obeso probablemente será un adulto obeso. Y en caso de que asocie otros factores de riesgo como los mencionados es posible que empiece a tener problemas a partir de los 30-40 años, con lo que pasaría a consumir recursos sanitarios y, lo que es igual de importante, tener bajas laborales.

En el peor de los casos, si sufre un accidente cardiovascular severo entre los 50 y los 60 años, puede que entonces pase a dejar de cotizar (por invalidez ó jubilación anticipada) y además consumir un elevado número de recursos sanitarios, en una edad en la que en teoría tendría que seguir aportando recursos hacia los que los necesitan.

Cómo invertir esta tendencia

No es fácil, y las medidas estatales o de las comunidades autónomas no van a servir de mucho si los padres no ponen de su parte: retirar las máquinas de bollería de los colegios no servirá para nada si luego el niño compra el mismo bollo en la tienda de enfrente.

Por lo tanto la única forma de afrontar este problema es, como suele ser habitual, con sentido común, actuando de forma razonable desde cada hogar. Y si es posible, apoyándose en una serie de puntos:

  • Información: conocer qué es el sobrepeso y la obesidad, y sobre todo cómo se generan, es fundamental para combatirlos.
  • Educación: la educación de los niños empieza y termina en el hogar. Difícilmente adquirirán buenos hábitos si los propios padres no los fomentan y estimulan, logrando que llevar una vida sana sea lo normal y no la excepción.
  • Diversión: llevar un estilo de vida saludable con nuestros pequeños puede y debe ser divertido. En caso de imponer reglas estrictas que luego además no se cumplen, se está abonando el terreno para el fracaso. Divertirse comiendo y jugar haciendo ejercicio son las bases para combatir esta plaga.
  • Persistencia: es difícil ser constante cuando nuestro ritmo de vida es tan elevado y los problemas nos asolan, sobre todo los laborales. Pero también es importante recordar que nuestra paciencia es una inversión fundamental, nada menos que en la salud de nuestros hijos, por lo que merece la pena insistir.

¿Dónde aprender más?

En una serie de posts trataremos en profundidad el tema del sobrepeso y la obesidad con el fin de acercar a los padres esa fundamental información, tan necesaria para conocer el problema, así como consejos y medidas que pueden ser útiles para llevar una vida más sana en casa.

Por supuesto, en los casos en los que se crea que uno de nuestros hijos puede estar sufriendo este problema, aún siendo muy pequeño, siempre se debe consultar al pediatra, para que valore cada caso y ofrezca los consejos más adecuados.

Con unas pocas medidas y mucho sentido común mejoraremos la salud no sólo los niños… sino de todos.

Foto | TheNickster, Flicker licencia CC

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