La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria de la piel que suele manifestarse por primera vez durante la infancia con lesiones que provocan picor.
Está vinculada al sistema inmunológico provocando un desequilibrio en las células de la piel antes factores ambientales como gérmenes, polvo, frío, sudor, humedad, etc. De hecho, hemos sabido que la dermatitis es más frecuente en ciudades húmedas.
Suele asociarse a procesos respiratorios de tipo asmático y cada vez es más frecuente en los países desarrollados con elevados niveles de higiene.
La dermatitis atópica tiene un fuerte componente hereditario, pero veamos cómo podemos prevenir que la enfermedad se manifieste en nuestros hijos.
Se debe bañar al niño no más de una vez al día. Si se lo baña cada dos días, mejor.
Usar agua tibia. El agua demasiado caliente reseca la piel.
Después del baño secar la piel suavemente, sin frotar.
Aplicar a diario crema hidratante después del baño.
Mantener las uñas del niño limpias y cortadas para evitar infecciones y lesiones al rascarse.
Evitar que el niño sude. Si suda, lavarle inmediatamente.
Es preferible que la ropa sea de algodón o de hilo, evitando en la medida de lo posible las prendas sintéticas.
El calzado debe ser de cuero o de tela.
Airear la casa cada día y no abusar de la calefacción en invierno. Los cambios bruscos de temperatura pueden desencadenar un brote.
Se recomienda aspirar la casa en lugar de barrer y evitar todo tipo de tejidos que favorezcan la retención de polvo, especialmente en los dormitorios (alfombras, peluches, etc).
Teniendo en cuenta estos simples consejos podemos contribuir a mantener a raya los desencadenantes de la dermatitis atópica, la enfermedad cutánea más frecuente durante la infancia.
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